Carmine Di Sibio, de hacer crecer EY, a dividirla salomónicamente
El presidente y consejero delegado del gigante es el encargado de pilotar la compleja escisión de sus ramas de auditoría y consultoría
EY quiere separar en dos su negocio: la auditoría, por un lado, y la consultoría, por otro. Se trata de evitar conflictos de intereses, pero la operación no está exenta de dificultades. El responsable de dirigirla es Carmine Di Sibio (Frigento, Italia, 1963), de nacionalidad estadounidense. Es desde 2019 el presidente mundial y consejero delegado de EY, antes conocida como Ernst & Young.
Los socios de los distintos países votarán en los próximos meses sobre la división en dos. Los reguladores del Reino Unido y otros países así lo quieren, pero también hay motivos económicos: las empresas de contabilidad no suelen poder auditar a empresas que también son clientes de su consultoría, por lo que teniendo dos firmas separadas (probablemente con la consultoría como empresa cotizada), podría captar más clientes.
Di Sibio nació en Frigento, un pueblo que entonces tenía 5.000 habitantes (ahora tiene 4.000) de la provincia de Avellino, en Campania, al sur de Italia. Su familia emigró a EE UU cuando él tenía tres años, y creció en Glen Cove, una localidad costera e industrial del estado de Nueva York que atraía inmigrantes europeos.
Estudiante universitario de primera generación, se graduó en Química en la Universidad Colgate, centro privado neoyorquino, y obtuvo un MBA en la Escuela de Negocios Stern de la Universidad de Nueva York. Ha dedicado su carrera a la auditoría, y ejerce como contable público certificado (CPA).
Se incorporó a Ernst & Young en 1985. Desde entonces ha trabajado en funciones de asesoramiento y aseguramiento con muchos de los mayores clientes de servicios financieros de la firma. Para la zona de las Américas, como se las denomina en EE UU, puso en marcha los servicios de gestión de riesgos y regulación de la empresa.
En 2013 se estrenó como socio director global de la compañía, especializado en servicios al cliente, abarcando cuatro áreas geográficas (Américas, EMEA, Asia-Pacífico y Japón), y cuatro divisiones de servicios principales (fiscalidad, asesoramiento, aseguramiento y servicios de asesoramiento en transacciones). Dirigió la puesta en marcha de una inversión de 1.000 millones de dólares en nuevas soluciones tecnológicas en un plazo de dos años; y fue fundamental en la creación del equipo de innovación global para redefinir cómo usa la tecnología el grupo, tanto para transformar los servicios existentes como para crear nuevas soluciones. “Como líder de nuestra estrategia de adquisiciones y alianzas”, señala la empresa, “ha ayudado a extender la oferta de EY en una amplia gama de campos nuevos y emergentes”.
Pese a esta buena relación con la tecnología, o precisamente por ello, avisa a los jóvenes auditores del riesgo de trabajar siempre desde casa. “Aunque es probable que alguna forma de flexibilidad continuada sea una parte clave del futuro del trabajo, sería un error en la mayoría de las empresas intentar construir una cultura de trabajo duradera y a largo plazo totalmente desde casa. La interacción regular en persona –aunque no sea todos los días– ayuda a mantener las cualidades que hacen que nuestros lugares de trabajo sean únicos y especiales”, decía hace un año en la revista Quartz.
En enero de 2019 fue designado presidente global y consejero delegado electo para un mandato de cuatro años; asumió los cargos en julio de ese año, en sustitución de Mark Weinberger, que los ocupó durante seis ejercicios.
Otros puestos
Di Sibio es miembro del consejo de la organización sin ánimo de lucro Focusing Capital on the Long Term (FCLT), dedicada a fomentar un enfoque a largo plazo en las empresas, que a su vez pueda impulsar un crecimiento sostenible y próspero. Y desempeña un papel activo en el Foro Económico Mundial (FEM): es miembro de su consejo empresarial internacional.
Además, copreside el comité directivo de diversidad e inclusión global de EY, que trabaja para maximizar el poder de las diferentes opiniones, perspectivas y referencias culturales dentro de la organización. Participa con otros líderes empresariales, como Jamie Dimon, de JP Morgan, en proyectos para integrar negros y mulatos en puestos bien pagados de sus empresas. “Estoy viviendo en cierto modo el sueño americano, y creo que todo niño debería tener la oportunidad”, dijo a Business Insider.
Es consejero de la organización dedicada al autismo Foundation for Empowering Citizens with Autism y de Family Promise, y es miembro del patronato de su alma mater, la Universidad Colgate. Está casado desde 1989 con Amy Di Sibio, y tienen cuatro hijos: Anna, Chris, Jane y Tommy. Viven en Nueva Jersey, y él es aficionado al deporte.
La división
El proceso será complicado, señala John Foley, analista de Reuters. A diferencia de las empresas cotizadas, en las que los accionistas pueden votar una sola vez para aprobar la disgregación, EY tendrá que celebrar votaciones locales en unos 75 países. En algunos bastará con una mayoría simple, otros necesitan dos tercios. En ciertos lugares se da un voto a cada socio; en otros se reparte el poder en función del capital de cada persona. Y en otros, los socios con determinadas cualificaciones contables gozan de un voto aparte.
Otro problema es valorar cada sección: hacerlo con la consultoría es fácil, pero no con la auditoría, porque no hay grandes auditoras cotizadas. Di Sibio debe conseguir que los socios (trabajadores y dueños a la vez) de ambas divisiones queden contentos con el acuerdo. En principio, los de la auditoría recibirán efectivo como compensación. La empresa espera que el asunto quede resuelto a principios de 2023. Di Sibio, que lleva casi toda su vida en ella, tendrá ahora que hacer de rey Salomón.