La nueva política monetaria de la Fed causará dolor a todos
La determinación de Jerome Powell para bajar la inflación contrasta con las últimas medidas legislativas de Biden, que contribuirán a aumentarla
Jerome Powell no ha defraudado con su último discurso. La mayoría esperaba el presidente de la Reserva Federal (Fed) anunciara un aumento de los tipos de interés para contener la inflación. Y así fue, pero las expectativas se quedaron cortas. Powell, en forma y fondo, no anunció una mera subida de tipos, sino un nuevo rumbo de la política monetaria norteamericana que, como reconoció, “afectará a todo el mundo”.
El presidente de la Fed dio el pasado viernes su esperado discurso en Jackson Hole (Wyoming) sobre nueva política monetaria. Nueva, porque, como Powell recordó, en el último cuarto de siglo EEUU ha vivido inflación moderada y cercana al objetivo de “estabilidad de los precios” o 2% de inflación. A esa cifra quiere la Fed volver a bajar la inflación con su nueva política monetaria, que, también reconoció Powell, “causará dolor a familias y negocios”.
El presidente de la Reserva Federal empezó diciendo que sería breve y directo. Así fue: 9’7 minutos exactos para, con argumentos de auctoritas, anunciar su nueva política monetaria. Cosa distinta es que se esté de acuerdo con esta y con la línea de argumentación de Powell, que ha citado a los expresidentes de la Fed, Volcker, Bernanke y Greenspan, para sustentar su tesis.
Desde julio se especulaba con lo que Powell diría el 26 de agosto en Jackson Hole. Al menos, líderes de opinión, medios y personajes importantes de la economía que, en televisiones americanas, anticipaban el mensaje de Powell: subida de tipos como medida inevitable para controlar la inflación. Larry Summers, exsecretario del Tesoro con Bill Clinton, presidente del Consejo Económico Nacional con Barack Obama y presidente de Harvard University, lleva un año exigiendo a Powell la subida. Mohamed-el Erian, presidente de Cambridge University y execonomista jefe del FMI y de la aseguradora Allianz, decía que “la Fed ya llega tarde, aunque mañana anuncie subida de tipos: la inflación está desbocada y no es un alivio que, en julio, se mantuviera en el 8,5%”. Jacob Frenkel, presidente del consejo de patronos de la Fed, expresidente del Banco Central de Israel y expresidente de JPMorgan, repetía su mantra como quien reza el Padrenuestro: “la inflación está por las nubes. Energía, alimentos, cadena de suministro…, los precios están por las nubes. Como dice el refrán, no hay que flirtear con la inflación, porque acabarás casándote con ella”. Roubini, Mister Doom, quien anticipó la crisis de las hipotecas subprime y la Gran Recesión (2007-2009), aseveraba que “la inmensa deuda pública, empresarial y de las familias es insostenible con tipos de interés bajos”.
Estos personajes y muchos otros han visto cumplidas sus expectativas con creces. Ya pueden estar contentos: no se trata ya de un anuncio de 75 puntos básicos (0,75%) de incremento de los tipos de interés para septiembre, como esperaba el mercado, sino de una política sostenida de aumento de tipos “hasta conseguir la estabilidad de precios e inflación del 2%”. Su compañera en la secretaría del Tesoro, Janet Yellen, aplicó una política monetaria contraria cuando fue presidenta de la Fed con Obama y al inicio de la presidencia de Trump. Se ganó fama de dovish. Veremos cómo responde esta inteligente economista judía de Brooklyn (NY), puesto que ella dirige la política económica, a las órdenes del presidente Biden, quien va por libre.
Las últimas novedades de la agenda legislativa de Biden tendrán como consecuencia aumentar la inflación, justo lo contrario de lo que quiere la Fed, que es, en cualquier caso, un organismo independiente de la Casa Blanca. Este verano, Biden impulsó la aprobación de una ley (con apoyo republicano) que financia con subsidios estatales la fabricación de chips, semiconductores y microprocesadores en EEUU. Tras la aprobación de la ley en el senado, las acciones de Intel, AMD, Nvidia, Qualcomm, Apple y Samsung subieron fuertemente en Bolsa. A continuación, el presidente sacó adelante una ley orientada a la reducción de la inflación y la lucha contra el cambio climático. El aspecto más polémico de la ley, que no ha gustado nada en entornos empresariales, es el aumento de los tipos impositivos para las grandes empresas, con un tope mínimo del 15% en el Impuesto sobre Sociedades.
La lucha contra el cambio climático la financiará la Corporate America. Los que más ganan son los que más tienen que perder y el lobby tecnológico-digital de las BigTech ya ha puesto el grito en el cielo, porque una cosa es predicar y otra, dar trigo: Apple, Amazon, Microsoft, Alphabet/Google, Meta predican la ESG, pero, que el Estado directamente les aumente impuestos, para financiar la hechura tangible de la E (medio ambiente) duele en su bolsillo…
El anuncio de una política monetaria restrictiva mantenida en el tiempo por parte de Powell ha causado bajón en los mercados, pero ha puesto a Wyoming en el mapa. Aunque en realidad, no del todo. Recientemente, la única congresista del estado, Liz Cheney, republicana e hija del exvicepresidente de George W. Bush, Dick Cheney, perdió las primarias de su partido a favor de un candidato favorable a Trump, a quien Cheney quiso juzgar (impeachment) junto a otros 9 congresistas republicanos, que han perdido las elecciones primarias de su partido para noviembre por lo sucedido el 6 de enero de 2021 en el Capitolio.
Wyoming también es famoso por sus parques naturales (Yellowstone), las Montañas Rocosas y las Black Hills, lugar sagrado para lakotas y cheyenes y que desembocó en la muerte del general Custer y el fin de la vida de los nativos americanos. El dolor que, según Powell, causará la nueva política monetaria a familias y empresas hará que aquí, nadie se olvide de Wyoming.
Jorge Díaz Cardiel es socio de Advice Strategic Consultants, autor de 'El New Deal de Biden'