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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Hacienda somos todos, pero algunos más que otros

Las grandes fortunas son quienes más renta ocultan, algo que tiene toda la lógica

CINCO DÍAS

El fraude fiscal es corrupción. Está percibido socialmente como una corrupción de baja intensidad, pero tiene efectos económicos, en forma de menor recaudación, y efectos sobre los incentivos de los agentes, pues el conocimiento de que otros sacan provecho de saltarse las normas invita a los demás a hacer lo propio. El imaginario popular tiene varios iconos para ilustrar el fraude fiscal: desde el autónomo que pregunta si cobra con IVA o sin IVA al despacho profesional que solo acepta efectivo, pasando por los domicilios fiscales falseados o la ocultación de bienes en paraísos fiscales. También el imaginario popular asume como propia la idea de que quien cobra una nómina tiene menos posibilidad de engañar al fisco.

El último informe de la Fundación La Caixa sobre fraude fiscal no ayuda a desmontar los mitos. Las grandes fortunas son quienes más renta ocultan, algo que tiene toda la lógica: tienen más dinero que ocultar, más incentivos a hacerlo (por aquello de la progresividad fiscal) y más capacidad, en la medida que pueden pagar mejores abogados. Así, el 0,1% de los españoles más ricos oculta el 23% de los ingresos. La buena noticia es que el porcentaje de fraude baja con mucha rapidez: de hecho, en las rentas altas (del 90% al 95% de la renta mediana) el cumplimiento con el fisco es casi total y similar al del resto de hogares. En el otro extremo de la sociedad, las rentas más bajas sí defraudan más que las medias, fenómeno ligado a la economía informal.

El estudio solo computa el fraude en la declaración de rentas, es decir, en IRPF. En términos financieros, la cifra no es despreciable: 7.000 millones de euros, un 0,7% del PIB o la mitad del déficit de la Seguridad Social. La Caixa cita como punto débil la declaración de rentas en el extranjero, donde estima un agujero fiscal de unos 4.000 millones de euros, o el 30% de las rentas sí declaradas. De nuevo, las rentas más altas concentran este tipo de activos: el 1% más rico concentra la mitad de las rentas en el extranjero que sí se declaran.

Todos los Gobiernos prometen luchar contra el fraude, y en este sentido el color político suele destacar menos. España ha avanzado, en la última década, en los instrumentos con los que cuenta la Agencia Tributaria y en la sensibilización social. La publicación de la lista de morosos o los sonados casos de artistas o deportistas son ejemplos en la buena dirección. Aunque, en ocasiones, sea por errores de tramitación o (las más de las veces) por una exquisita interpretación de las leyes, la justicia tumba los procesos y despierta el incentivo a la picaresca.

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