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A la UE no le queda otra que ahorrar energía ya

Está lejos de su objetivo de reducir gas ruso, y no debe esperar al invierno para consumir menos en general

Banderas de la UE en la sede de la Comisión Europea, en Bruselas.
Banderas de la UE en la sede de la Comisión Europea, en Bruselas.reuters

El dolor de cabeza del gas en la Unión Europea no ha desaparecido. A pesar de los grandes avances en el aumento de las compras de gas natural licuado (GNL), el bloque está lejos de su objetivo autoimpuesto para fin de año de reducir las importaciones de gas ruso en dos tercios, es decir, unos 100.000 millones de metros cúbicos (100 bcm). Ello deja a los Estados miembros clave, como Alemania, expuestos a un shock económico si el presidente ruso, Vladímir Putin cierra el grifo. No deberían esperar a que el tiempo se enfríe para poner en marcha medidas contundentes de ahorro energético.

El plan REPowerEU de Bruselas requiere 50 bcm de importaciones adicionales de GNL este año. Durante los primeros cinco meses de 2022, el bloque de 27 países importó 54 bcm de GNL, según Rystad Energy. Esto supone un aumento de 18 bcm, o el 50%, respecto al mismo periodo del año pasado.

La UE, que puede importar hasta unos 13 bcm de GNL al mes, podría en teoría añadir otros 20 bcm de aquí a finales de septiembre, y alcanzar su objetivo global a finales de año.

Parece mucho. España importa mucho GNL, pero los cuellos de botella de los gasoductos complican el envío a sus vecinos de la UE. Ahora bien, unos 11 bcm de las importaciones de la UE este año son de GNL ruso, lo que hace que el objetivo de sustitución real sea aún mayor. Alemania e Italia, los mayores consumidores de gas ruso de la UE, han llenado las instalaciones de almacenamiento al 60% de su capacidad, pero pueden tener dificultades para alcanzar el objetivo crítico de la UE del 90% para octubre.

Ello deja al bloque a merced de brutales cortes de gas provocados por Putin este invierno. De ahí la necesidad de aplicar ahora medidas de ahorro energético para reducir la demanda y enfriar los precios de los combustibles fósiles. Confiar en las campañas de información para consumir menos energía, como ha hecho la UE hasta ahora, es poco probable que funcione. Las rebajas en la gasolina o los recortes en la factura energética evitan el malestar social, pero no fomentan el ahorro.

Un mejor enfoque ha sido el de Italia, que en mayo ordenó reducir el uso del aire acondicionado en los edificios públicos. Solo con eso, Roma debería de ahorrar 4 bcm, es decir, el 13% de sus importaciones anuales de gas ruso. La más templada Alemania, donde el 50% de los edificios de oficinas tienen, no obstante, aire acondicionado instalado, debe seguir el ejemplo.

REPowerEU ya pide que los hogares bajen sus termostatos un grado centígrado, lo que supondría un ahorro de 10 bcm al año, y puede que los políticos europeos prefieran esperar a que haga más frío antes de aplicar este tipo de medidas intrusivas. Pero las tensiones con Rusia no van a desaparecer, y los precios de este invierno podrían dispararse. El momento de actuar es ahora.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

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