España será decisiva para vetar el motor de combustión en 2035
La electrificación constituye la única manera de evitar el desplome de un sector que necesita actualizarse para adaptarse al nuevo mercado y mantenerse competitivo
Hace tan solo unas semanas, el pasado 8 de junio, el Parlamento Europeo votó a favor de la propuesta de la Comisión Europea de prohibir la venta de coches y furgonetas de combustión interna en el año 2035. Una decisión trascendental y necesaria, que demuestra el compromiso con la transición energética de una Unión Europea que se encuentra actualmente sumida en una crisis por su enorme dependencia del petróleo y el gas.
Más de la mitad del petróleo importado va dirigido al transporte y dentro de este sector casi el 80% se emplea en el transporte por carretera. Por tanto, es necesario tomar medidas valientes para acabar con el motor de combustión interna y cortar de raíz esta dependencia, que nos ha colocado en una posición de gran vulnerabilidad. Poner fin a la venta de coches y furgonetas de combustión es además un requerimiento indispensable para frenar el calentamiento global y cumplir con los objetivos climáticos nacionales y europeos. Pero para que esta medida salga adelante todavía falta una votación clave, la que tendrá lugar el próximo 28 de junio en el Consejo de la Unión Europea. Y España será determinante.
El Gobierno ha anunciado la intención de convertir a España en un gran hub europeo de la electromovilidad y la convocatoria del Perte Vec ha despertado el apetito de un gran número de empresas, que prometen generar miles de empleos. Sin embargo, ante este futuro 100% eléctrico, es inevitable que surja la gran duda. ¿Está realmente el país preparado para dar ese paso? Los vehículos eléctricos son muy caros, la infraestructura de recarga es escasa y la industria nacional sigue anclada al motor de combustión. España es notoria por estar a la zaga de la Europa occidental en materia de electrificación. Es normal que todavía veamos el paso al eléctrico como una opción muy lejana.
Pero la realidad es que en tan solo 3 o 4 años podríamos alcanzar la paridad de precios entre los coches eléctricos y los coches de combustión, haciendo a los primeros la opción más asequible para la mayoría de la población. La producción en masa, la reducción de los costes de las baterías, el creciente coste del carbono y la reforma fiscal verde comprometida con Bruselas serán las claves para que el coche eléctrico sea la opción más barata en el futuro próximo, mucho antes del 2035. De hecho, si miramos el coste total de propiedad, el coche eléctrico es en muchos casos más barato ya que el coche de combustión.
¿Y qué pasa con la infraestructura de recarga? El reglamento europeo sobre infraestructura para combustibles alternativos (AFIR), que cuenta con objetivos vinculantes para 2025 y 2030, obligará a los estados miembros a cumplir con unos requisitos de despliegue de infraestructura de recarga y de potencia de la misma que asegurarán que para esta fecha la cobertura será adecuada.
La electrificación será además la única manera de evitar el desplome de la industria automovilística española. España es el segundo mayor fabricante de vehículos en Europa y el octavo en el mundo. Estados Unidos y China cada vez ganan más terreno en el mercado de la electromovilidad y Europa no puede quedarse atrás. España se juega la supervivencia de una industria que necesita actualizarse para adaptarse al nuevo mercado y poder mantenerse competitiva. Ante este escenario, solo los modelos eléctricos pueden conseguir que las fábricas mantengan su producción, contribuyendo a la salvación de miles de puestos de trabajo. Y crearán además miles de empleos en sectores adyacentes, gracias al despliegue de infraestructura de recarga y al avance de la digitalización, consecuencia del proceso de electrificación.
La guerra en Ucrania tiene que abrir los ojos de nuestros políticos. No podemos seguir dependiendo de los combustibles fósiles. No podemos seguir esperando años y años a que la movilidad sostenible sea accesible y asequible para la mayoría de la población. La gente quiere pasarse a la electromovilidad y contribuir a frenar el cambio climático. Es hora de ponérselo fácil, tomando medidas para acelerar el abaratamiento del coche eléctrico y para cerrarle la puerta al petróleo y al gas, principales culpables de la crisis climática. España tiene unas condiciones privilegiadas para el desarrollo de las energías renovables. Aprovechemos esta ventaja y usemos la producción autóctona de electricidad renovable para alimentar nuestros coches, mejorando nuestra seguridad y ahorrando millones a las arcas públicas, que podrán destinarse a reforzar la educación y la sanidad. Si España apoya el fin de ventas de coches de combustión en 2035 ganarán los ciudadanos y ganará el planeta.
Carlos Rico Marcos es Policy Officer en Transport & Environment