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Lagarde, ahora sí, se toma en serio la inflación y el riesgo de fragmentación

Hará falta también un estricto control de las finanzas de cada país, algo que los Gobiernos no atienden bien

CINCO DÍAS

El Banco Central Europeo (BCE) ha decidido, ahora sí, tomarse en serio los riesgos que una inflación rampante puede inyectar en la economía de la zona euro. Tras casi un año de análisis contemplativo en el que la inflación amenazaba tormenta por la quiebra de la oferta en infinidad de mercados industriales y la presión de la demanda tras superar la pandemia, Christine Lagarde reacciona. Y lo hace con un discurso desacostumbradamente duro, aliñado con unas previsiones de crecimiento e inflación mucho más alarmantes de lo anticipado, y con la promesa de hacer su trabajo con el celo necesario para domeñar los precios y evitar la temida fragmentación financiera: ese fantasma que recorrió la zona euro hace diez años por negligencia del BCE, sí, pero por incapacidad de las autoridades políticas para cerrar el círculo institucional del euro, también.

Si hasta la última revisión de escenarios económicos la institución de Fráncfort preveía una inflación elevada este año y colocarla en la jaula del 2% en 2023, ahora las estimaciones han cambiado y consideran que los precios se mantendrán al alza de forma persistente, entre otras cuestiones porque el conflicto de Ucrania impide que la energía relaje su coste y deje de inyectarse en los procesos industriales. Por ello, Lagarde ha confirmado que desde el primero de julio deja de comprarse deuda con programas específicos, aunque se mantendrá la reinversión de los vencimientos de los títulos ya comprados, y que subirá los tipos de interés en 25 puntos en todas sus modalidades, y que volverá a hacerlo en septiembre, sin descartar que entonces, si la cosa sigue fea, la cuantía de la subida sea de 0,5%.

Los mercados reaccionaron ayer con ajustes en las acciones de las empresas endeudadas y con subidas severas de los bonos soberanos, sobre todo en los sureños, con casi un 2,6% en el diez años español y el 3,5% en el italiano, y tensando las primas de riesgo de forma considerable. Hacerlo con tanta intensidad tiene bastante que ver con el endurecimiento del tono de Lagarde, pero también con la ausencia de una herramienta explícita en manos del BCE para evitar la fragmentación financiera en la zona euro si la subida de tipos abre en exceso las primas y genera zonas abiertamente diferenciadas en materia de costes de financiación. Lagarde aseguró que el BCE empeñará su futuro en evitar tal fragmentación, y herramientas tiene para hacerlo, pero el hecho de no explicitarlas ha generado desazón en los mercados. En todo caso, sea el vehículo que sea, consistirá en compras selectivas de deuda en los países con desviaciones de sus primas, que deberían ser combatidas también con políticas de estricto control de las finanzas de cada país. Algo sobre lo que el BCE llama siempre la atención, pero que los Gobiernos no se toman en serio.

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