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Las escisiones de las ‘big four’ tendrían pocos ganadores

La auditoría por separado es menos lucrativa, así que podría tener que subir los salarios para atraer talento

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EY está estudiando una atrevida escisión. El gigante de la contabilidad está considerando separar su negocio de asesoramiento de su unidad de auditoría. Ello podría crear un grupo de consultoría de 60.000 millones de dólares, libre para crecer con menos trabas regulatorias. Pero la parte de la auditoría tendría dificultades para atraer talento y perdería experiencia.

EY está valorando un camino que los reguladores han evitado durante años. Escándalos como el colapso de la empresa británica de subcontratación Carillion en 2018 o la alemana Wirecard en 2020 provocaron llamamientos para separar la consultoría de la auditoría. El temor es que el deseo de los auditores de vender productos lucrativos les haga menos capaces de detectar fraudes. Sin embargo, los reguladores no han llegado a forzar la separación total. En Alemania, por ejemplo, las leyes pretenden limitar la capacidad de una empresa para vender servicios de consultoría a clientes de auditoría.

La posible escisión de EY, que vería cómo la rama de consultoría, de rápido crecimiento, cotiza en Bolsa o se vende al private equity, muestra que las normas actuales tienen cierto efecto. El trabajo de auditoría se consideraba otrora como una puerta de entrada a un negocio mayor. Sin embargo, a las empresas de contabilidad les preocupa cada vez más que las normas que limitan la venta cruzada en un solo país les hagan perder un lucrativo contrato de estrategia o de tecnologías de la información si se han comprometido a realizar el trabajo de auditoría, de menor margen, de una empresa.

Por lo tanto, una escisión permitiría a los talentos de EY participar en más operaciones y les daría una plataforma global con menos probabilidades de ser manchada por futuras Carillions. Si se toman los ingresos combinados de 2021 de las divisiones de consultoría y estrategia de EY, y se multiplican por 4, como los de su rival Accenture, podrían valer 60.000 millones de dólares.

Sin embargo, aunque una escisión podría dar un impulso al negocio, probablemente no provocará un cambio de paradigma. Los ingresos de EY, incluyendo su negocio de auditoría, crecieron más del 7% de media en los últimos siete años. Esta cifra se acerca a la del grupo francés de consultoría informática Capgemini, que aumentó sus ventas en torno al 8% en el mismo periodo.

Pero es poco probable que el negocio de auditoría obtenga beneficios. Firmas como EY y Deloitte pueden ofrecer a los auditores noveles la promesa tácita de una carrera más lucrativa en el asesoramiento sobre adquisiciones o estrategia corporativa. Sin eso, una empresa de contabilidad pura y dura puede tener que pagar salarios más altos para atraer a los trabajadores. Por lo tanto, es posible que tengan que cobrar a las empresas más por las auditorías. Si EY sigue adelante con el plan, es probable que otras empresas como KPMG la sigan. De ser así, es probable que haya algunos ganadores y muchos perdedores.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

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