La oposición de Alemania al embargo al petróleo ruso es miope
El crudo es más fácil de prohibir, por ser más fácil de transportar, y la UE gasta el doble en él que en el gas
La oposición de Alemania a un embargo energético ruso es miope. Berlín está siendo uno de los principales opositores a una iniciativa de la Unión Europea para reducir las importaciones rusas de gas o petróleo. El canciller Olaf Scholz incluso se burló de los economistas que apoyaban la idea. Pero los más de 80.000 millones de euros que Europa pagará por la energía rusa este año siguen financiando la guerra en Ucrania. Y las consecuencias de una prohibición selectiva del petróleo parecen manejables.
El petróleo es más fácil de prohibir que el gas porque el crudo se puede transportar más fácilmente. Y Europa gasta el doble de petróleo ruso que de gas, lo que hace que un embargo castigue más las finanzas del Kremlin. Según nuestros cálculos, Rusia recibirá este año más de 60.000 millones de euros en ingresos de crudo procedentes de Europa, si los precios se mantienen al nivel actual. Eso es más que un año de gasto militar ruso.
Cortar el petróleo no será fácil. La cuota de Alemania en las importaciones de petróleo de la UE superará probablemente los 15.000 millones este año, si se extrapola al año pasado. El este de Alemania se vería especialmente afectado: el territorio se abastece del oleoducto Druzhba (Amistad), construido en la época soviética, con petróleo procesado en dos refinerías que podrían tener dificultades para encontrar sustituto.
Eso significa alternativas más costosas. Y un embargo de la UE podría elevar los precios incluso por encima de los actuales 110 dólares por barril. Pero incluso una duplicación de la factura anual de petróleo de Alemania, hasta 30.000 millones de euros, solo costaría un 0,6% más del PIB de este año.
Alemania tiene un amplio margen fiscal para amortiguar el golpe. Incluso después de que las estimaciones de crecimiento para este año se redujeran del 4% al 2,1% –según las previsiones del Instituto de Kiel– es probable que el déficit presupuestario se mantenga en torno al 2,5% del PIB, con una deuda pública todavía inferior al 70% del PIB.
La clave de la reticencia de Alemania al embargo puede ser política. El gobierno de coalición se rige por un pacto celebrado el año pasado entre los socialdemócratas de Scholz, los verdes y el Partido Liberal. Para ayudar a financiar la crisis del petróleo, podría pedir préstamos o aumentar los impuestos. Los Verdes estarían contentos con ello, pero los Liberales desconfían de nuevos compromisos de gasto indefinidos.
Scholz propone, en cambio, una reducción más gradual de las importaciones de petróleo a lo largo del año. Pero ni siquiera eso puede evitar el golpe fiscal. Una prohibición más rápida, que podría acortar la guerra, justifica que se maten algunas vacas sagradas alemanas.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías