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Alimentación

De la pandemia a la huelga: dos años de máxima tensión para la cadena alimentaria

Los eslabones del gran consumo se habitúan a una constante gestión de situaciones de crisis

Reuters
Javier García Ropero

La huelga de transportistas ha sido la penúltima prueba de fuego a la que ha tenido que hacer frente la cadena alimentaria. Un sistema que tiene en las tiendas y supermercados su eslabón más visible, pero cuyo abastecimiento depende de que el resto de agentes que participan, numerosos y diversos, funcionen de forma coordinada. Cuando un elemento se desacopla, como lo sucedido con el transporte, se desata el efecto dominó.

Una crisis más de las que la cadena ha tenido que afrontar en los dos últimos años. Desde que empezó la pandemia, con la avalancha de compras que obligaron a redoblar esfuerzos. Después llegaron fenómenos meteorológicos, como el temporal Filomena en el centro de la Península, e incluso geológicos, con el volcán de La Palma, hasta llegar a una recta final de 2021 con unos costes energéticos, logísticos y de materias primas disparados, una inflación al alza y, para rematar, el inicio de la guerra en Ucrania y la huelga de transportistas. Esta, reconocen en el sector, ha sido la más compleja de gestionar. Pese a la dificultad, la cadena no se ha llegado a parar.

"Están siendo dos años excepcionales. Se ha puesto a prueba la capacidad de resistencia de la cadena en situaciones muy complejas. Ha sido una detrás de otra", explica José María Bonmatí, director general de la patronal del gran consumo, Aecoc. Para este, el conjunto de la cadena ha salido reforzado, sobre todo de cara a la opinión pública. Un punto de inflexión fue la llegada de la pandemia y el temor al desabastecimiento, algo inédito en la España democrática. "Las imágenes de tiendas vacías por la tarde, y reabastecidas por la mañana, cambiaron la percepción. Si no, hubiese sido muy difícil de gestionar. Todos los niveles han estado a la altura: el primario, el transformador, la distribución... Y por encima de lo que se requería", añade Bonmatí.

La tensión en la cadena ha pasado a ser constante en todos los eslabones, aunque el sector primario nunca ha escapado de ese estrés. Las circunstancias de estos dos últimos años no han ayudado a calmarlo.

Consecuencias

"El sector está sometido a tensión y a una rentabilidad insuficiente", dice Agustín Herrero, director general de Cooperativas Agroalimentarias. Como explica, esta no es una actividad homogénea: pequeños agricultores conviven con grandes explotaciones, más competitivas económicamente.

Según Herrero, las diferencias entre ambos modelos se ha acentuado en los dos últimos años. "Esas explotaciones familiares son las que más están sufriendo, porque su tamaño les da unas economías de escala limitadas. Se desplaza la producción a zonas más competitivas, donde se pueden mecanizar procesos... El modelo expulsa al modelo tradicional y se centra en producciones donde se puede intensificar y bajar costes".

Esos gastos, al alza en toda la cadena, son elemento de preocupación para todos sus eslabones. "A todo lo que está pasando se suman unas normativas medioambientales estrictas, que incrementan los costes. Habría que repensar los ritmos para esa transición sostenible, sobre todo tras el inicio de la guerra en Ucrania", dice Herrero.

"Hay que entender el contexto. Se acaba de aprobar una ley de residuos que tendrá un coste de 2.000 millones", dice José María Bonmatí. "Hay temas que ponen presión en costes adicionales, y no es el momento", apunta.

En la misma línea se manifiesta Aurelio del Pino, presidente ACES, que representa a los supermercados de Auchan, Carrefour, Eroski y Supercor. Para este, los dos últimos años han provocado un cambio de chip. "Ahora hay que estar preparado para todo lo que pase. Es un cambio de cultura empresarial. De pronto, llegó el online y tuvimos que ser flexibles", apunta. "Pero la cadena ha resistido y ha salido reforzada", insiste el presidente de ACES, quien añade que los planes de negocio a largo plazo ya son historia. Ahora toca resolver los problemas que surgen de forma constante.

"Vamos a tener que acostumbrarnos. Lo de la nueva normalidad hay que borrarlo. Quizá, lo que vemos ahora como lo anómalo va a ser lo normal", concluye José María Bonmatí.

Un sistema eficiente pero dependiente

Cadena. Los distintos eslabones que componen la cadena alimentaria coinciden en señalar la eficacia del sistema, pero también su vulnerabilidad ante situaciones como las que están sucediendo en las últimas semanas, y con la que tienen que convivir. "Es muy difícil cambiar el funcionamiento de la cadena", dice el director general de Cooperativas Agroalimentarias, Agustín Herrero. "Se ha configurado durante años y es resultado de la búsqueda de eficiencias, en la que la logística juega un factor esencial, como en toda la economía moderna".

Coordinación. Todo en las cantidades y los tiempos justos para que los alimentos no se echen a perder. "La fuerza de una economía moderna es que haya especialización en los diferentes eslabones", dice el presidente de ACES, Aurelio del Pino. Como describe Agustín Herrero, "la cadena funciona con un stock que está en origen, que se suministra a diario a fábricas, de ellas a las plataformas de distribución y de ahí al establecimiento. Esto requiere que el transporte funcione como un reloj. Y eso se ha roto estas semanas". Por eso, una vez se recupere el transporte de mercancías, llevará semanas recuperar un cierto grado de normalidad.

Sobre la firma

Javier García Ropero
Redactor de la sección de empresas, especializado en distribución, gran consumo y economía del deporte. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Especialista en información económica de la UIMP. Desarrolla su carrera en CincoDías desde 2011 tras haber pasado por El Mundo y Vocento.

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