Los rostros más íntimos de Plensa vuelven a Céret
El Museo de Arte Moderno, cerrado desde 2019, reabre con 1.300 metros más
Algunas han permanecido escondidas en su estudio más de dos años, pero las nuevas esculturas de Jaume Plensa (Barcelona, 1955) por fin han visto (aunque con los ojos cerrados) la luz. El artista catalán ha sido el encargado de inaugurar la reapertura del Museo de Arte Moderno de Céret, en Francia, que tras cerrar sus puertas en noviembre de 2019, vuelve a abrirlas este sábado con 1.270 m2 adicionales.
Los característicos rostros gigantes de Plensa, que desafían las relaciones tradicionales de escala y peso, destacan en lugares emblemáticos de Chicago, Niza, Río de Janeiro o Madrid, donde desde diciembre de 2018 descansa el rostro de Julia en la Plaza de Colón. Esta vez, sin embargo, sus figuras residen de puertas para adentro en la nueva sala de exposiciones temporales diseñada por el premio nacional de arquitectura 2018 en Francia, Pierre-Louis Faloci. El coste total del proyecto, de las que ha sido responsable el Ayuntamiento de Céret, asciende a 7.483.000 euros e incluye espacios de exposición, almacenes y talleres.
La exposición que estrena ahora una de sus salas, Cada rostro es un lugar, reúne por primera vez 12 esculturas y una veintena de dibujos originales de gran formato creados entre 2019 y 2021 por Plensa que, asegura, es también una manera de rendir homenaje “a todos los rostros dramáticos” que llegan estos días por la invasión rusa en Ucrania. “El retrato es una parte de nuestro cuerpo que es muy difícil que nos podamos ver nosotros mismos. Es el gran regalo que hacemos a los otros, una puerta que abrimos a los demás”, aseguró el escultor este viernes durante la inauguración de la exposición.
La muestra comienza y termina con dos esculturas, la primera anclada al suelo y la segunda suspendida en el aire, que invitan con su gesto al silencio, otra de las obsesiones de Plensa. “No es un silencio para no hablar, sino para poder entender y escuchar mejor nuestros pensamientos, la vibración de nuestro cuerpo y nuestras ideas”, aclaró. Durante el recorrido las siluetas aparecen retratadas en mármol, bronce, acero o incluso dibujadas sobre sábanas. “Para mí la escultura es como un mensaje en una botella. El mensaje es importantísimo, pero la botella es clave. Aquí veréis muchas botellas con un mensaje muy parecido”, explicó el mensajero.
No es la primera vez que expone en Céret. Lo hizo en 2015 con El silencio del pensamiento y considera que esta nueva muestra es una continuación de aquella. En esta ocasión, además, busca que el resultado sea “como un paseo tranquilo a las cinco de la tarde, que no se sabe si es de día o de noche”. Una muestra tranquila y sin teatralidad, recalcó durante la visita a las instalaciones.
Tampoco es el único gran artista al que ha cautivado esta ciudad francesa. En ella habitaron y compusieron obras maestras del cubismo Picasso y Barque. André Masson, Maurice Loutreuil o Juan Gris eran visitantes habituales, y Jean Cocteau, Jean Dubuffet o Albert Marquet llegaron a ella huyendo de la Segunda Guerra Mundial. La huella de todos ellos perdura ahora en el museo, junto a la de muchos otros como Dalí o Miró.
La muestra de Plensa podrá visitarse hasta junio (entrada 10 euros y reducida, siete). Pero el amor mutuo entre la ciudad y el artista augura que su relación no acabará aquí.