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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La factura humana y económica que Moscú pretende imponer al mundo

CINCO DÍAS

La decisión de Vladimir Putin de invadir Ucrania, en una ofensiva militar gravísima cuya duración y desenlace aún es difícil de prever, ha hecho desembocar las tensiones entre Moscú y Kiev en el peor de los escenarios posibles: el de una guerra que tendrá consecuencias muy serias en todos los ámbitos, también en el de la economía y el comercio mundial. Los principales índices bursátiles se tiñeron ayer de rojo, aunque finalmente recuperaron parte de esas caídas, pero una fuerte volatilidad sobrevoló todos los parqués. El Ibex 35, que llegó a caer un 4,65% en la que apuntaba como su peor sesión desde junio de 2020, finalizó con un descenso del 2,86%, el mayor recorte en cuatro semanas, mientras el Dax alemán retrocedía casi un 4%, arrastrado por las fuertes relaciones comerciales que Berlín mantiene con Moscú y por la cercanía al conflicto. Más virulentas fueron las sacudidas en el mercado del gas, que se disparó hasta un 60%, así como en el petróleo, con un Brent que llegó a a superar los 100 dólares. Ambas reacciones eran previsibles, dado el papel estratégico que juega Rusia en el suministro energético mundial, especialmente en lo que se refiere a Europa, donde un 33% del gas y un 20% del petróleo que se consumen vienen de Moscú.

La ofensiva rusa sobre Ucrania abre un peligroso conflicto que se saldará con una elevada factura tanto en vidas humanas como en pérdidas materiales, pero que también traerá serias consecuencias para el comercio mundial y la recuperación económica. Europa se enfrenta al riesgo de paralización de los flujos gasísticos que recibe de Rusia, que pueden cortarse bien por decisión de Moscú o por la imposición de sanciones que excluyan a los bancos rusos del sistema SWIFT de pagos internacionales. Unas sanciones internacionales que pueden afectar también a las exportaciones rusas de petróleo a Europa –con la consiguiente presión sobre los precios– y hacer que Moscú redirija su comercio a China.

Aunque es demasiado pronto para aventurar hacia dónde girarán los acontecimientos, la ofensiva de Putin sobre Kiev constituye a día de hoy la amenaza más fuerte que afronta la recuperació económica mundial y complica extraordinariamente la actual batalla contra la inflación por parte de los bancos centrales. Ante la previsible ola de daños generados sobre las economías europeas, el Gobierno español señaló ayer su intención de adoptar medidas que minimicen el impacto que la guerra puede tener sobre empresas y familias. Tanto a Europa como a EEUU resta ahora conciliar una respuesta en términos de sanciones económicas lo suficientemente contundente como para recordar a Moscú el altísimo coste de su nefasta decisión.

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