El efectivo de los minoritarios de EDF está mejor en sus bolsillos
No es obvio que deban acudir a la ampliación de capital que promueve el Gobierno, dados los problemas del grupo
Jean-Bernard Lévy ha dado a los sufridos inversores minoritarios de EDF, de la que es director general, una difícil elección. Francia posee el 84% de las acciones de este grupo energético de 25.000 millones de euros. A los titulares del 16% restante también se les pide que contribuyan a una emisión de derechos de 2.500 millones respaldada por el Estado (con 2.100 millones) para tapar los agujeros de su balance. No es obvio que deban hacerlo.
Los resultados de EDF del viernes pusieron cifras espeluznantes a los dolores de cabeza preexistentes. Las interrupciones en su envejecido parque nuclear han reducido la producción de electricidad prevista para 2022 hasta solo 295 teravatios hora, lo que supone una reducción de 11.000 millones de euros en el ebitda probable de este año.
Las obligaciones de su accionista estatal de vender parte de su energía a los competidores a precios inferiores a los del mercado contribuyen a un golpe adicional de 8.000 millones. Aunque EDF todavía puede beneficiarse de los precios más altos de la energía en el margen, el ebitda de este año podría quedarse en unos 5.000 millones, frente a los 18.000 millones de 2021.
Con los tipos de interés en alza en todo el mundo, no es el momento de que EDF tenga grandes pérdidas netas e infle sus 43.000 millones de euros de deuda neta. De ahí el plan de acción de Lévy para limitar la deuda neta a 3 veces el ebitda. El Gobierno aceptará su dividendo en acciones, él hará 3.000 millones de euros en descartes y –como en 2017– EDF pasará la gorra entre sus accionistas.
Para decidir si aceptan la oferta de Lévy, los inversores de EDF tienen algunos aspectos positivos a los que aferrarse. El día 10 de este mes, el presidente Emmanuel Macron señaló una nueva flota de hasta 14 nuevos reactores. EDF desempeñará un papel clave. El año que viene, los beneficios y la producción nuclear deberían de mejorar, según Bernstein.
El problema es que los jefes de EDF admiten que los imprevisibles precios de la energía hacen que las perspectivas sean opacas. Además, Macron se ha mostrado dispuesto a utilizar el grupo para aislar a los consumidores franceses de la subida de los precios mayoristas de la energía. Y los problemas de balance de EDF hacen menos probable que ofrezca un precio atractivo para comprar a los minoritarios, una eventualidad de la que se ha hablado a menudo.
En un mundo ideal, los minoritarios rechazarían la emisión de derechos y utilizarían la venta de los suyos para compensar el daño de la dilución de su propiedad. Los problemas de EDF pueden hacer que esa compensación sea inadecuada. Pero los problemas del grupo también plantean un mayor riesgo de seguir apostando al mismo número.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías
Jean-Bernard Lévy ha dado a los sufridos inversores minoritarios de EDF, de la que es director general, una difícil elección. Francia posee el 84% de las acciones de este grupo energético de 25.000 millones de euros. A los titulares del 16% restante también se les pide que contribuyan a una emisión de derechos de 2.500 millones respaldada por el Estado (con 2.100 millones) para tapar los agujeros de su balance. No es obvio que deban hacerlo.
Los resultados de EDF del viernes pusieron cifras espeluznantes a los dolores de cabeza preexistentes. Las interrupciones en su envejecido parque nuclear han reducido la producción de electricidad prevista para 2022 hasta solo 295 teravatios hora, lo que supone una reducción de 11.000 millones de euros en el ebitda probable de este año.
Las obligaciones de su accionista estatal de vender parte de su energía a los competidores a precios inferiores a los del mercado contribuyen a un golpe adicional de 8.000 millones. Aunque EDF todavía puede beneficiarse de los precios más altos de la energía en el margen, el ebitda de este año podría quedarse en unos 5.000 millones, frente a los 18.000 millones de 2021.
Con los tipos de interés en alza en todo el mundo, no es el momento de que EDF tenga grandes pérdidas netas e infle sus 43.000 millones de euros de deuda neta. De ahí el plan de acción de Lévy para limitar la deuda neta a 3 veces el ebitda. El Gobierno aceptará su dividendo en acciones, él hará 3.000 millones de euros en descartes y –como en 2017– EDF pasará la gorra entre sus accionistas.
Para decidir si aceptan la oferta de Lévy, los inversores de EDF tienen algunos aspectos positivos a los que aferrarse. El día 10 de este mes, el presidente Emmanuel Macron señaló una nueva flota de hasta 14 nuevos reactores. EDF desempeñará un papel clave. El año que viene, los beneficios y la producción nuclear deberían de mejorar, según Bernstein.
El problema es que los jefes de EDF admiten que los imprevisibles precios de la energía hacen que las perspectivas sean opacas. Además, Macron se ha mostrado dispuesto a utilizar el grupo para aislar a los consumidores franceses de la subida de los precios mayoristas de la energía. Y los problemas de balance de EDF hacen menos probable que ofrezca un precio atractivo para comprar a los minoritarios, una eventualidad de la que se ha hablado a menudo.
En un mundo ideal, los minoritarios rechazarían la emisión de derechos y utilizarían la venta de los suyos para compensar el daño de la dilución de su propiedad. Los problemas de EDF pueden hacer que esa compensación sea inadecuada. Pero los problemas del grupo también plantean un mayor riesgo de seguir apostando al mismo número.