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Tecnología

El daño que los ‘finfluencers’ pueden causar en el bolsillo de los usuarios de redes sociales

Los supervisores alertan de los problemas de asesorarse en internet sobre finanzas y mercados  Facebook, TikTok, Youtube, Instagram y Twitter se convierten en caladeros de supuestos expertos

Imagen de la 'finluencer' estadounidense Haley Sacks, conocida como Mrs. Dow Jones.
Imagen de la 'finluencer' estadounidense Haley Sacks, conocida como Mrs. Dow Jones.

¿Es posible hacerse rico invirtiendo en Bolsa o en criptomonedas siguiendo las recomendaciones en redes sociales, como Facebook, TikTok, YouTube, Instagram y Twitter, de supuestos expertos? Eso deben creer los seguidores de los denominados finfluencers, personas que viralizan contenidos financieros a través de todo tipo de redes sociales y sobre las que ya se están produciendo serias advertencias por los supervisores del mercado.

Los influencers tratan de ganarse la vida a través de las redes sociales. Los hay especializados en moda, en restaurantes, en maternidad, en decoración, en vida saludable... Y también en finanzas: los finfluencers. El gran problema es que estos últimos pueden provocar daños graves en los bolsillos de sus seguidores.

Los brókeres han empezado a fichar a jóvenes en las redes sociales para lograr clientes

La tendencia es intensa y persistente, según un informe del coordinador europeo de los mercados de valores, ESMA: “Los supervisores nacionales observan una creciente dependencia de los medios sociales en el contexto de la toma de decisiones financieras por parte de los particulares”, avisa el organismo en un informe sobre finanzas digitales fechado el pasado 31 de enero.

Betterment, una empresa de asesoramiento estadounidense que se dirige a inversores jóvenes e inexpertos, fichó a un tiktoker de 25 años con casi medio millón de seguidores. En esta red social de vídeos cortos abundan los interesados en finanzas, como revelan sus estadísticas. El hashtag #FinTok cosecha unos 900 millones de visualizaciones; el de #cryptocurrency, casi 5.000 millones, y el de #investing, más de 5.400 millones.

La pandemia fue un caldo de cultivo para que los minoristas se lanzaran a la Bolsa

Un gran problema es que, en la mayor parte de las ocasiones, no existe una firma detrás del finfluencer, sino que estos son los únicos responsables de sus recomendaciones. Para muestra, dos ejemplos. En Estados Unidos, Haley Sacks, que se hace llamar Mrs. Dow Jones, comienza todos sus vídeos con una pregunta a sus seguidores (más de 300.000): “¿Qué tal, rico?”. Esta fue una de los 15 influencers que fichó el robo advisor Wealthfront para su promoción. En México, Andrés Garza, de 22 años, suma un millón de seguidores en TikTok.

La pandemia fue el caldo de cultivo para que los pequeños inversores se lanzaran a la Bolsa. El número de compras por minoristas en España se cuadruplicó por el confinamiento. Tratar de ganar dinero rápido, con unos clics, se convirtió en una moda que tiene su contrapartida en una especie de trabajo: el del finfluencer. Ciertamente, bien remunerado con ganancias anuales que llegan a los 500.000 dólares, según Bloomberg.

Desde la CNMV, son insistentes con este tema. Ya está en vigor la regulación sobre la publicidad de criptoactivos, que habilita al supervisor a actuar contra influencers en todo el planeta siempre que se dirijan a inversores españoles: el idioma y números de teléfonos nacionales son cruciales. Mucho antes, en octubre del año pasado, la vicepresidenta del supervisor, Montserrat Martínez Parera, ya había alertado de los riesgos de hacer de la inversión un “videojuego”.

Un informe que menciona ESMA en su documento confirma la influencia de las redes sociales en la asunción de riesgos por parte de los inversores minoristas, destacando que los inversores pueden ser influidos para invertir sin las bases objetivas o fundamentales en las que normalmente se basa una decisión de este tipo.

Justo ahora se cumple un año del caso GameStop. Varios pequeños inversores se coordinaron para comprar títulos y disparar el precio de la acción, que alcanzó un récord en los 350 dólares. Ahora cotiza muy por debajo, en el entorno de los 130 dólares.

Un riesgo para la estabilidad financiera

 

Peligro. ESMA avisa de que seguir las recomendaciones de inversión en las redes sociales no solo es un riesgo individual: “El creciente uso de las redes sociales y su influencia en los procesos de toma de decisiones financieras puede plantear varios riesgos para la protección de los consumidores, la integridad de los mercados financieros y, posiblemente, la estabilidad financiera”, indica.

Instrucciones. ESMA ha diseñado una especie de manual para participar en redes sociales hablando de finanzas sin miedo a que el supervisor de turno –la CNMV, en España– tome represalias. El usuario deberá revelar su identidad, describir sus fuentes, distinguiendo hechos, interpretaciones y objetivos de precios; incluir la fecha y la hora, y cualquier conflicto de interés. Si es habitual que la persona realice esas recomendaciones, deberá resumir además la metodología utilizada, las actualizaciones previstas, las recomendaciones anteriores...

Ejemplo. La postura del actual presidente del supervisor es meridiana: “He visto varias veces en mi vida a una persona que recomendaba comprar algo solo porque él lo había adquirido previamente y, cuando todos los seguidores compraban y el precio subía, él vendía secretamente sus acciones antes que los demás y obtenía beneficios a costa de ellos. Y, por supuesto, cada vez que hemos visto eso, dicha persona fue multada y sancionada, ya que esto es una violación de las reglas del mercado”.

 

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