Finanzas sostenibles: evolución y expectativas para 2022
Se espera una ecolosión de la demanda de productos financieros por parte de los ahorradores individuales
Los finales y los inicios de año son tiempo de análisis y valoración de lo que a cada uno le ha pasado en su entorno, en nuestro caso, el de las finanzas sostenibles, así como de las previsiones y buenos propósitos para el año que acaba de comenzar.
El año 2021 nos deja un sabor agridulce, ya que, si bien el ecosistema de las finanzas sostenibles se amplía y consolida, tanto en la parte pública como privada, así como las iniciativas regulatorias europeas siguen su calendario de implantación, superando contratiempos y asumiendo retrasos poco significativos, el contexto económico y social no acompaña, empañado por hechos que siembran dudas sobre lo que nos espera en este 2022.
El año pasado no llegó a cubrir las expectativas de recuperación económica con las que comenzó, pensando sobre todo en el entorno europeo, aunque hay que valorar positivamente que se hayan establecido las bases para ello, en gran parte por el Plan de Recuperación Europea, el Next Generation EU. Pocos dudan ahora de que el proceso será más lento de lo esperado inicialmente, y también más costoso en términos sociales. Además, hemos enlazado un final de año y el inicio del nuevo con el impacto de la nueva variante del Covid-19, Omicron, y las incertidumbres que se derivan de ella a nivel sanitario, económico y social.
Si ponemos el foco en la evolución de los mercados a nivel nacional y europeo, atendiendo a los activos gestionados con criterios de sostenibilidad, todo apunta a un 2021 de resultados positivos, manteniendo la tendencia del año anterior, cuando la inversión sostenible y responsable (ISR) alcanzó los 345.314 millones de euros gestionados en España durante 2020, lo que supuso un incremento del 21% respecto a 2019, según datos propios. En cuanto a la calidad de las finanzas sostenibles, habría que avanzar que, con el nuevo reglamento de divulgación en materia de finanzas sostenibles de la UE –SFDR por sus siglas en inglés–, que entró en vigor el pasado 10 de marzo, tendremos una información fiable y contrastable de los productos financieros según su clasificación –artículos 6, 8 y 9– para identificar y categorizar los productos ASG (ambientales, sociales y de gobernanza).
Como novedades de los últimos meses del año, habría que señalar los claroscuros derivados de la COP26 de Glasgow, donde el mayor compromiso del sector privado ha sido la buena noticia frente a las diferencias en los posicionamientos políticos de los estados, donde se ha evidenciado intereses contrapuestos.
Entrando en las estimaciones para el presente año, habría que confirmar la continuidad de las iniciativas relacionadas con el desarrollo del marco regulatorio de las finanzas sostenibles de la UE (directivas, reglamentos e informes técnicos), a la espera, sobre todo, de que se cierren los consensos pendientes sobre la taxonomía ambiental y concluyan los trabajos de elaboración de una taxonomía social que responda a la realidad europea. Otro de los avances esperados para este año es la eclosión de la demanda de productos financieros sostenibles por parte de los inversores/ahorradores individuales (retail), que representan ya el 21% del total en nuestro país.
Posiblemente, los elevados saldos en cuentas no retribuidas –se manejan cifras superiores a los 800.000 millones de euros– puedan encontrar en los productos financieros sostenibles una adecuada respuesta a sus exigencias, atendiendo al perfil de riesgos del particular, sus expectativas de rentabilidad y al alineamiento con los criterios de sostenibilidad, compatibilizando la seguridad y la rentabilidad con la implicación en la recuperación económica.
El despegue de la demanda supondrá incrementar la oferta de productos y un asesoramiento especial al cliente, siendo una oportunidad única de diferenciación y posicionamiento de marca para las entidades que pujen por el liderazgo en las finanzas sostenibles.
La normativa europea también aportará garantías y transparencia para el cliente, en cuanto que la directiva de mercados de instrumentos financieros, por sus siglas en inglés MIFID II, incorporará en el test de idoneidad (obligatorio a partir del segundo semestre del 2022) preguntas a los clientes sobre su interés por los productos financieros sostenibles.
Otra de las líneas de las finanzas sostenibles que apunta a un desarrollo especial en el 2022 es el de las inversiones de impacto, tanto en la aproximación desde los productos de impacto líquidos, centrados en empresas cotizadas y emisiones de bonos sostenibles, como en la de los productos de impacto ilíquidos, enfocados a proyectos e iniciativas. El dialogo activo accionarial, engagement en su acepción inglesa, y el voto en las empresas cotizadas (impacto liquido) y la financiación combinada público-privada, blended finance en su acepción inglesa, (impacto ilíquido), serán claves para su desarrollo a lo largo del año.
Como reto singular para las finanzas sostenibles en 2022 hay que destacar la accesibilidad por parte de las pymes a los flujos de capital de los fondos de recuperación europeos y a los derivados de los inversores institucionales.
Para concluir este repaso a lo que podemos esperar de las finanzas sostenibles en el presente año, habría que mencionar el ODS 17 que hace referencia a las alianzas para alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible de Naciones Unidas. Seguro que 2022 será el de las alianzas entre todos los actores de las finanzas sostenibles –públicos y privados– lo que contribuirá a seguir impulsando y consolidando la inversión sostenible.
Francisco Javier Garayoa Arruti es Director General y Secretario de Spainsif