España no puede fiar solo a los fondos europeos la suerte de la recuperación
De confirmarse el recorte en las previsiones de crecimiento de la UE para la economía española en 2021, que Bruselas rebajó hasta el 4,6% el pasado noviembre, España recibirá cerca de 4.000 millones de euros más en subvenciones directas de las que se le asignaron a mediados de 2020, cuando se diseñó el mecanismo para impulsar la recuperación comunitaria. Pese a la buena noticia que supone el aumento de las ayudas, en términos cuantitativos, el balance cualitativo no deja de ser negativo, puesto que el aumento de los fondos es consecuencia de la preocupante desaceleración que está experimentando la actividad económica española en medio de una coyuntura que sigue fuertemente marcada por la incertidumbre.
Las previsiones de Bruselas cifran el crecimiento de España en 1,9 puntos menos de lo que espera el Gobierno, el cual insiste en mantener contra viento y marea unas proyecciones macro que solo se sostienen sobre el papel de las cuentas públicas, pero que contradicen las cifras que contemplan el Banco de España o la Airef y parecen ignorar las constantes vitales de algunos de los sectores más castigados por la crisis. La ralentización de la recuperación que prevé Bruselas sitúa a España a la cola de la recuperación europea y descolgada de sus socios comunitarios, frente a un conjunto de amenazas para el crecimiento que no son privativas de España, pero que pueden complicar considerablemente la salida de la crisis y la consolidación de la economía. Esos riesgos incluyen una tasa de inflación inédita en los últimos 30 años, un horizonte sanitario que no acaba de despejarse y ensombrece la reactivación del turismo y una crisis de suministros y materias primas que sigue golpeando a toda la industria europea.
Aunque las cifras de creación de empleo reflejan un mercado de trabajo que ha recuperado una buena velocidad de crucero –2021 ha terminado con unas cifras por encima de las registradas antes de la pandemia de Covid-19, pese a la debilidad del crecimiento– España afronta un panorama en el que tendrá que lidiar con una fuerte dosis de incertidumbre. En ese escenario, el Gobierno no puede seguir fiando la suerte de la recuperación a la llegada de los fondos europeos, por más que su volumen constituya una oportunidad histórica, sino que debe aprovechar esas circunstancias extraordinarias para abordar las reformas que necesita la economía española y que a día de hoy siguen pendientes. El generoso grifo de ayudas comunitarias no ha sido diseñado para tapar agujeros, sino para transformar el modelo productivo, mejorar la competitividad de los mercados y consolidar el crecimiento económico.
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