Todo indica que la renta variable europea irá mejor que la americana
En los últimos años, y especialmente los dos abrasados por la pandemia de Covid, la Bolsa norteamericana se ha comportado mejor que las europeas por la tradicional celeridad de las autoridades económicas en resolver las dificultades y por la fuerte presencia de empresas tecnológicas en los índices de Wall Street. Pero este año podría arrojar un comportamiento inverso, con una revalorización de la renta variable en las plazas europeas más intensa que al otro lado del Atlántico, aunque con la reserva de que, en todo caso, los avances en las cotizaciones serán más modestos que en 2021. Por vez primera en varios años, los expertos aprecian razones poderosas para apostar más por Europa que por EE UU, y curiosamente más por España e Italia que por el resto de Europa. Dentro de doce meses habremos salido de dudas.
Las primeras sesiones dan algunas pistas, coherentes todas ellas con las decisiones anunciadas por las autoridades monetarias, las que desde hace años tienen en sus manos el destino de los mercados financieros, si no de toda la economía. Pero en absoluto pueden considerarse definitivas. La intención de la Reserva Federal expresada en las actas de sus últimas reuniones y por declaraciones explícitas de su presidente, Jerome Powell, de subir al menos tres veces los tipos de interés para someter una inflación que marca tasas desconocidas desde hace cuarenta años, ha activado el precio del dinero en el mercado secundario de deuda, que es el que marca la financiación de la economía. Tal encarecimiento esperado en la financiación de las empresas y los particulares ha castigado las cotizaciones de las compañías muy endeudadas, y especialmente de las tecnológicas, que movilizan su valor en función de los flujos de caja esperados para los años venideros.
El razonamiento lleva a pensar que en Europa, con una composición de los índices bursátiles menos tecnológicos y más cíclicos (banca, alimentación, energía, etcétera), habrá mejores retornos por la vía de la revalorización de las empresas si se consolida la recuperación de la economía. Además, Europa tardará más en corregir el expansionismo monetario, por mucho que la presidenta del BCE se haya conjurado a controlar la inflación, lo que mantendrá las inyecciones de recursos por la vía de comprar deuda pública y corporativa, y no subirá los tipos de interés ni tan pronto ni tan intensamente como EE UU. En todo caso, una cosa y la otra terminarán produciéndose, puesto que, amén de lo que ocurra con la pandemia de Covid en el mundo y en Europa, la inflación no parece que vaya a dar una tregua inmediata, y toda rotación de carteras de inversión debe atenerse a este criterio que cambiará como ningún otro el rumbo de los mercados financieros.