Tres amenazas para la recuperación económica
Omicron, China y la inflación son bombas de relojería que, de estallar, pueden descarrilar el tren de reactivación de la actividad global
Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal (FED), habla de manera que se le entiende. En cambio, su predecesor Alan Greenspan no se hacía comprender y, por eso, se le apodó el oracle. Muchos, en economía hablan de manera enrevesada para darse importancia y, de ahí el chiste de “necesitan un decodificador para entenderles”.
Esto no gusta a los mercados de valores, ni materias primas, que exigen claridad: la variante omicron y el retroceso económico de China ahuyentaron a los inversores, que en la primera semana de diciembre vendieron haciendo caer las bolsas. El reconocimiento de Powell de que la consideración de la inflación como un fenómeno transitorio “debe ser revisada” llevó al Dow Jones a su máximo histórico. Igualmente, el resto de índices estadounidenses (S&P-500, Russell, Nasdaq) que, como todos, quieren transparencia: bromas, las justas, porque desde la Gran Recesión, con la explosión de la burbuja inmobiliaria, hasta el estallido del Covid en marzo de 2020, la economía mundial no vive para sustos.
Goldman Sachs, Wells Fargo, JPMorgan Chase, Citi, Morgan Stanley y BofA han elaborado escenarios económicos incluyendo las tres grandes amenazas para la economía mundial en sus modelos de regresión para hacer análisis predictivo: inflación, China y ómicron son bombas de relojería que, de estallar, podrían descarrilar el tren de la recuperación económica mundial.
El análisis que nos dan los seis grandes bancos americanos y la FED es nítido: el crecimiento económico de EEUU –teniendo en cuenta la inflación, China y ómicron– se reduciría en 2021 en dos puntos porcentuales (del 6,4% en PIB al 4,5%) para repuntar en 2022 al 5,5%. Las tres amenazas están interrelacionadas, como todo en economía. En octubre, la inflación en EEUU alcanzó el 6,2%, máximo histórico en 39 años. El dato obligó a Jay Powell a reconocer la gravedad del peligro inflacionario, como hubieran hecho Janet Yellen y Ben Bernanke.
El 3 de diciembre, con un caso de ómicron detectado en San Francisco, California, Powell supo que la inflación de noviembre batió el récord del mes anterior: 6,8%. Las subidas de precios desde septiembre a diciembre marcan una tendencia que indica que la economía se ha sobrecalentado. De los motivos ha hablado todo el mundo hasta la saciedad: escasez de chips y materias primas, problemas en las cadenas de suministro, exceso de demanda derivado de la flácida política monetaria de la FED, inyectando dinero en la economía desde 2007 y comprando bonos del Tesoro e hipotecarios sin parar. Dólar dado a un americano es dólar automáticamente gastado. Y como la economía americana es, en un 70%, consumo, el crecimiento económico y el empleo han sido la constante, a pesar del virus.
En América, los sobrecalentamientos de la economía suelen ser antesalas de recesiones. Por eso, Powell ya ha anunciado que reducirá paulatinamente la compra de bonos hasta terminar en primavera de 2022 y empezar entonces la subida de tipos de interés, tres en total, hasta acabar el año con los tipos de interés benchmark en el 0,9%, desde el 0% actual. A los bancos, la subida de tipos les viene bien, porque cobrarán más por los créditos, aunque no remunerarán más por los depósitos, resucitando el margen de intermediación o, al menos, eso contemplan los análisis predictivos de esas entidades financieras. El Banco de Inglaterra y el de Noruega también subirán tipos; el de Japón, no, pero retirará estímulos y el BCE… se lo toma con calma.
Omicron y China están relacionados. El 40% del PIB chino (en 2021) ha provenido de las exportaciones, pero al conocerse la existencia de ómicron, Pekín ha cerrado fronteras y llevado a cabo confinamientos parciales. La economía mundial no se recupera sin comercio, sin globalización, sin viajes, sin turismo. El cierre de China –cuyo crecimiento este año bajará del 7% al 5,5% en PIB– provocará menor producción y más problemas en las cadenas de suministro, que afectará de lleno al motor económico americano: Silicon Valley. Apple, Google, Amazon, Intel, etc, sufrirán la falta de componentes.
En Europa, Italia y Francia piden pasaporte de vacunación a los que quieran entrar en restaurantes y bares; en Portugal, además del pasaporte, se exige una PCR inmediata para entrar a tomar el café. En EEUU, varias compañías áreas han hecho por ómicron ahora, lo que ya hicieron en 2020: dejar los aviones en tierra y cancelar viajes. Australia está en cierre total. Sin viajes internacionales la economía sufre; los confinamientos parciales deprimen el consumo y reducir a la mitad el gasto internacional en viajes de negocios es tan dañino para la productividad de un país como reducir en un tercio su inversión en I+D, lo cual afecta negativamente a la innovación, factor cada vez más esencial del PIB, según un estudio de la Universidad del Sagrado Corazón de Milán del 4 de diciembre de 2021.
EEUU alcanzará el pleno empleo, según la FED, en la primavera de 2022. Se necesitan 4,4 millones de empleos nuevos para recuperar el 3,5% de paro de febrero de 2020. Hay oferta de trabajo, pero el miedo al Covid y sus cepas lleva a millones a quedarse en casa. Para atraer talento, las empresas ofrecen mejores sueldos, o más leña al fuego de la inflación.
Omicron, China e inflación son las nuevas amenazas a la recuperación. Pero, como dice Howard Marks, CEO de Oaktree Capital, en su última carta a inversores (Thinking About Macro): “hemos vuelto a los ciclos económicos, ergo, lo más importante es dominar el ciclo económico”.
Jorge Díaz Cardiel es socio director de Advice Strategic Consultants. Autor de ‘El New Deal de Biden-Harris’