Alemania amplía la zona gris de la transición verde
Su apuesta por el gas como energía puente puede ser el principio de una brecha en la descarbonización
La lucha de Alemania contra el cambio climático parece gozar de buena salud. La nueva coalición ecologista de Berlín va a eliminar la energía de carbón para 2030, un paso clave para mantener el calentamiento atmosférico en 1,5 grados centígrados por encima de la época preindustrial. Su política de acompañamiento en materia de gas natural es más bien una bola difícil de parar.
En cierto sentido, defender este combustible como “indispensable para un periodo de transición” suena razonable. El abandono de la energía nuclear en 2022 y del carbón ocho años más tarde puede provocar un déficit de suministro de electricidad en un momento en el que los precios de la energía ya están por las nubes. Además, las nuevas definiciones de la Unión Europea sobre lo que se considera una inversión “verde” probablemente clasifiquen ciertos tipos de gas como un puente aceptable para pasar de la energía con alto contenido de carbono a la energía sin carbono. En la década intermedia, la empresa RWE calcula que Alemania necesita entre 20 y 30 gigavatios de nuevas centrales de gas.
Sin embargo, la Agencia Internacional de la Energía tiene una hoja de ruta de 1,5 grados que no requiere ninguna nueva inversión en petróleo y gas. Del mismo modo, Climate Analytics afirma que las emisiones de dióxido de carbono del sector eléctrico europeo tienen que bajar de 265 gramos por kilovatio hora (gCO2/kWh) en 2019 a menos de 80 en 2030, y casi a cero en 2040. La nueva postura de Alemania, favorable al gas, implica la construcción de nuevas instalaciones que podrían emitir 270 gCO2/kWh o más durante los próximos años.
Stricto sensu, la postura de Berlín puede no ser demasiado grave. Está planificando muchas energías renovables, y es posible que pueda equipar sus nuevas centrales de gas con tecnología de captura de carbono o ajustarlas para que quemen hidrógeno, lo que reduciría las emisiones de CO2. Pero, en general, Alemania podría ser el principio de una preocupante brecha de gas.
Uno de los lugares más fáciles de eliminar el gas a nivel mundial es el sector eléctrico europeo, donde ya existen alternativas baratas como la eólica y la solar. Si los países europeos ricos reducen las emisiones de carbono, otros menos afortunados seguirán su ejemplo. Se corre el riesgo de que haya un aumento de nuevas plantas de gas que agraven el calentamiento global.
Desgraciadamente, no es solo Alemania la que apuesta por el gas. Los grupos de presión de los combustibles fósiles están apuntando a la taxonomía verde de la UE. Y, a pesar de todas las nobles palabras del sector financiero en Glasgow, a los gestores de activos les encantaría aumentar los activos de gas después de un año en el que los combustibles fósiles han superado con creces a los valores más ecológicos. El riesgo es que la mirada poco verde de Alemania se convierta en el nuevo negro.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías