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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La elección de las empresas que pueden combatir la inflación

CINCO DÍAS

La presencia de la inflación es un hecho, y solo está en discusión si se quedará de forma coyuntural o de forma prolongada. En todo caso, es una evidencia que conviven una serie de fenómenos que alientan el avance de los precios y que, aunque no lo convierta en una tendencia extendida a todos los bienes y servicios, ha empezado a movilizar los parapetos defensivos por parte de los bancos centrales y en paralelo provocará una rápida rotación de las carteras de inversión buscando tanto los mejores refugios como las mejores alternativas de ganancia a lomos de la inflación. Nunca ha sido precisamente un aliado de los inversores y ahorradores la espiral sostenida de los precios, sino más bien amiga de los endeudados, que observan cómo el movimiento nominal de las variables de renta jibarizan lentamente los montantes de los préstamos. Y aunque ayuda poco a la inversión, fuerza a buscar aquellas opciones en las que el dinero, transformado en activos financieros, no pierde valor o incluso lo gana.

Pese a que las autoridades monetarias tratan de extender a la comunidad inversora la convicción de que no habrá espiral de precios y que las tasas actuales azuzadas por la energía, las quiebras de las cadenas de suministro industrial, el encarecimiento de los fletes y la falta creciente de mano de obra en economías manufactureras son pasajeras, los mercados envían señales de cautela. Los mercados de bonos han empujado las rentabilidades hacia arriba, sacando de la zona de confort de los tipos negativos a billones de euros en títulos soberanos, y han encarecido la financiación de la economía, aunque se trate de unas simples décimas. Las justas para que, junto con los mensajes de la Reserva Federal americana y el BCE, los valores bancarios empiecen a recuperar una parte, pequeña aún, de las valoraciones perdidas porque el tiempo de los tipos cero va terminándose y los márgenes de la actividad bancaria, recomponiéndose.

Con este panorama los analistas vuelven sus apuestas a las materias primas, que por su reparto oligopolístico del mercado y la creciente demanda pueden subir sus precios, así como hacia los valores industriales, las actividades financieras y la industria del lujo, todas ellas con capacidad de resiliencia ante subidas de precios. Actividades como la alimentación tendrán más dificultades para trasladar a precio final la elevación de sus costes dado el elevado nivel de competencia existente. Y en todo caso, no hay mejor momento que el previo a una oleada inflacionista para abandonar la pasividad del ahorro tradicional en busca de rentabilidades más holgadas, aunque suponga asumir ciertos riesgos. Ahora el riesgo cierto para el dinero está precisamente en el dinero contante y sonante.

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