La alimentación saludable conquista a los consumidores y a los inversores
Las nuevas tendencias de consumo como el veganismo y las dietas saludables han abierto un amplio campo para los fondos de inversión
Comer es uno de los placeres de la vida. Y también un motivo de encuentro para muchos: quedar con la familia, reuniones de trabajo, celebraciones, amigos… las posibilidades son muy amplias. Además, en España contamos con una variedad gastronómica muy reconocida a nivel internacional.
Necesitamos alimentar nuestro organismo, y cada vez lo hacemos de una manera más saludable. El último Informe del Consumo Alimentario en España 2020 publicado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación destaca una mayor preferencia por las carnes y pescados frescos, por las hortalizas y las frutas, la leche desnatada, el aceite de oliva, y especialmente por las legumbres.
Más gasto y más saludable
En total, los hogares españoles gastaron 79.348,25 millones en alimentos en 2020, lo que supuso un incremento del 14,2% respecto a 2019. En este crecimiento hay que matizar dos cosas: hay una mayor demanda (un 11,2% más), pero también se incrementan los precios (2,7%). No olvidemos que 2020 fue el inicio de la pandemia y el teletrabajo, las limitaciones a la hostelería, las restricciones al movimiento y los cierres perimetrales nos mantuvieron mucho tiempo en casa. “Hemos redescubierto la cocina casera y vuelto al menú completo, y hemos aprovechado el mayor tiempo pasado en casa para realizar recetas más complejas”, señalan desde el ministerio.
De forma paralela, se están produciendo nuevos hábitos de consumo como el veganismo, y apareciendo más intolerancias a ciertos productos como la lactosa, por ejemplo. Todo ello abre nuevas oportunidades de inversión. Lorenzo Coletti, director de ventas de Pictet España, lo cuenta: “El interés del público por la salud y la sostenibilidad se ha generalizado tanto que las empresas no pueden pasarlo por alto. Los mileniales y los integrantes de la generación Z están más concienciados con la salud y va en aumento su deseo de comprar en consonancia con sus valores. De hecho, la mayor concienciación sobre la importancia de dietas sanas impulsa el crecimiento de los mercados de alimentos funcionales, probióticos y suplementos, así como alternativas saludables y de origen vegetal”.
Mejoras en la producción
Coletti detalla que la industria alimentaria está invirtiendo mucho en una amplia gama de soluciones de alta tecnología, en buena parte orientadas a reforzar las cadenas de suministro y la logística, así como para mejorar los estándares de producción. En su opinión, “es destacable la presencia de empresas que facilitan reformulaciones alimentarias, mejora de envases, trazabilidad, control y certificaciones, y que contribuyen a la reducción del desperdicio alimentario”.
Borja Montero de Espinosa, selector de BBVA Quality Funds, ve oportunidades en toda la cadena de valor: “Desde empresas relacionadas con la agricultura, la parte conocida como upstream (agricultura de precisión, salud animal, fertilizantes), hasta otras con la logística de distribución (empaquetamiento, transporte) o con las firmas de alimentación (productos, seguridad en los alimentos o análisis de nuevos ingredientes)”.
Más población, más años de vida, hambre…
Pero la industria de inversión va más allá y, para la construcción de sus carteras, tiene factores que son ineludibles y que serán clave en el futuro: el crecimiento de la población mundial, el aumento de la longevidad, la erradicación del hambre y de enfermedades como la obesidad. “Existe tanto un problema de hambre como de mala alimentación que provocan problemas como la obesidad, y que crece en mayor grado en países emergentes y supone el 20% de los gastos de atención médica debido a las enfermedades crónicas que conlleva (hipertensión, diabetes y otras). Más aún, asistimos a un cambio secular, en el que el énfasis pasa de la cantidad a la calidad de la alimentación”, dice Coletti.
El gestor señala a Nestlé y Danone, “como empresas comprometidas con una alimentación más sana”. Asimismo, resalta a la danesa Christian Hansen, que proporciona ingredientes y sabores facilitando la reformulación de recetas con colorantes y saborizantes naturales, probióticos y enzimas; a la escocesa Bakkafrost Salmon, productora líder de salmón de primera calidad de las Islas Feroe, y a la holandesa DSM, que ha desarrollado nuevos ingredientes, uno de ellos a partir de las algas.
Lucha contra el desperdicio
Otro paso que se está dando a nivel mundial es la lucha contra el desperdicio. Se calcula que un tercio de los alimentos producidos, unos 1.300 millones de toneladas al año, no se aprovechan. De la granja al plato se desperdicia hasta el 30% en los países en desarrollo, un 40% en la cosecha y el procesamiento, y un 40% en los establecimientos o el consumo. Sólo Europa desperdicia el 20% de los alimentos por un valor de 143.000 millones de euros al año.
El Pictet Nutrition, que se puso en marcha en 2009, es un fondo de inversión temático global que incluye empresas con al menos el 50% de sus actividades vinculadas a la cadena de valor de la alimentación, desde la granja hasta el plato, lo que incluye agricultura de precisión, soluciones para mejorar la salud y seguridad animal y vegetal, envasado, distribución, cadenas de suministro, productos frescos, tecnologías de ingredientes y sabor, suplementos nutricionales, certificaciones y seguridad alimentaria.
Los ODS empujan la oferta
El selector de BBVA Quality Funds explica cómo ha cambiado la oferta de fondos en paralelo al sector: “Si nos remontamos 10 años atrás, apenas encontraremos fondos que inviertan en empresas que buscan una alimentación más sostenible. Los que había en este campo ponían más el foco en la primera parte de la cadena de valor (granjas de cultivo, fertilizantes y materias primas). Gracias al aumento de la concienciación por un mundo más sostenible y acuerdos como los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas han ido apareciendo poco a poco fondos de inversión centrados en una alimentación sostenible”. El gestor recuerda que la producción de alimentos representa el 30% del total de emisiones de gases de efecto invernadero y que un 18% del mismo proviene de la ganadería.
Por su parte, la huella global de alimentos en descomposición es de 3,3 gigatoneladas de CO2, el 10% de las emisiones anuales de carbono, según la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO).
Interés tras el Covid-19
A nivel de activos, Montero revela que “desde el pasado año se han visto flujos de entradas constantes en esta temática, si bien es cierto que no al nivel de otras, como por ejemplo energías limpias y cambio climático, salud o tecnología”. “Desde el inicio de la pandemia provocada por el coronavirus Covid-19 se han registrado entradas de más de 2.500 millones en un grupo reducido de fondos que tenemos identificados en la temática de alimentación sostenible”, añade.
Los fondos que sigue BBVA Quality Funds en este ámbito tienen un objetivo de inversión sostenible. Buscan invertir en empresas que ofrezcan soluciones sostenibles en toda la cadena de valor de la alimentación, y se alinean con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas contra el hambre, la salud y el bienestar y la producción y el consumo responsable.
Álvaro Manteca, responsable de estrategia de inversión en BBVA Banca Privada, detecta dos tendencias claras de inversión en el sector, “que muchas empresas podrían aprovechar”: compañías de carne vegana, que se dediquen a hacer carne con proteína vegetal, y las que generen carne de origen animal, pero sintética, donde no hay sufrimiento animal ni una ganadería que genere muchas emisiones en la atmosfera.
Cómo llevar una vida saludable
Luján Soler, dietista-nutricionista, hace una recomendación en este sentido: “Hay que entender que un producto que sea de origen vegetal o vegano no tiene por qué ser más saludable; depende de los ingredientes”. La especialista explica que es recomendable que entre el 60% y 70% de la dieta que consumismo a diario sea de origen vegetal. Por otro lado, aconseja adaptarse a la realidad que tenemos (planificar las comidas), procurar comer platos únicos (los bocadillos o tostas también pueden ser saludables) y hacer ejercicio. “Una persona con recursos tiene más facilidad para acceder a determinados alimentos, pero en muchos casos tener dinero no significa alimentarse bien” subraya.