Un modelo que no cronifique los ERTE, pero que auxilie a los sectores más frágiles
El largo año de la pandemia casi ha hecho olvidar que los expedientes temporales de empleo son instrumentos extraordinarios pensados solo para situaciones extraordinarias
La negociación para lograr un acuerdo sobre la prórroga de los ERTE se ha convertido en un duro pulso entre el Gobierno y los agentes sociales, los cuales están ofreciendo un inusual frente común con el fin de reclamar que se mantengan sin cambios las condiciones actuales de este instrumento a partir del 31 de mayo. Tras una ronda de conversaciones infructuosas a principios de semana, la patronal ha rechazado la última propuesta del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, por considerar que las exoneraciones que propone se focalizan en incentivar la vuelta a la actividad de los trabajadores en ERTE en lugar de centrarse en aquellos “que aún no se pueden incorporar”.
Tanto CEOE como los sindicatos defienden la necesidad de la prórroga sin cambios al menos hasta que las plantillas estén vacunadas. Ambos rechazan la propuesta del departamento de José Luis Escrivá, cuyo objetivo es premiar a las empresas por el paso de trabajadores desde el ERTE a la actividad y rebajar las bonificaciones para el personal que permanece inactivo. La negativa a este esquema ha sido especialmente dura desde el sector turístico, que advertía hace unos días de que penalizar a las compañías que aún no tienen la plantilla operativa puede traer consecuencias muy graves y provocar el cierre de muchos negocios hoteleros.
Pese a que el fracaso de las negociaciones impidió ayer llevar el acuerdo a Consejo de Ministros, la intención del Gobierno es que la prórroga sea consensuada, por lo que todo apunta a que finalmente se acercarán posiciones y el acuerdo será ratificado en un Consejo extraordinario de Ministros esta misma semana. Aunque el clima de incertidumbre económica y los largos meses de de restricciones y confinamientos explican sobradamente la férrea demanda de seguridad por parte de los agentes sociales, el Ejecutivo tiene razón al intentar avanzar en una retirada progresiva de los ERTE, dado el cambio de condiciones que vive España tras el fin del estado de alarma.
El largo año de la pandemia casi ha hecho olvidar que los expedientes temporales de empleo son instrumentos extraordinarios pensados para situaciones extraordinarias, y no medidas de apoyo que puedan sostenerse a largo plazo en el tiempo, por compleja que sea la coyuntura económica. Pero esa circunstancia debe combinarse con la heterogeneidad de horizontes que están afrontando los distintos sectores de la economía y con las distintas velocidades de recuperación de cada uno de ellos. El Gobierno tiene margen de maniobra para buscar una solución razonable y efectiva, que no alimente la cronificación de los ERTE, pero que ayude a las empresas que lo necesiten a afrontar la recuperación.