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Repsol aparca la venta de su filial comercial con la vista en su negocio verde

Negociaba la venta de un 25% de esta unidad, valorada en 10.000 millones

Josu Jon Imaz, consejero delegado de Repsol.
Josu Jon Imaz, consejero delegado de Repsol.Pablo Monge

Repsol pone al ralentí su plan de desinversiones. La petrolera ha decidido dejar en punto muerto la venta de hasta un 25% de su filial comercial, que valoraba en hasta 10.000 millones, según indican fuentes financieras a CincoDías. Su prioridad es marcar el perfil verde de la compañía, un proceso en el que busca un socio para su negocio renovable, donde una posible salida a Bolsa aparece ahora en un segundo plano.

Fue en noviembre del año pasado. Repsol presentó su plan estratégico, a cumplir antes de 2025. La música estaba clara: vestir de verde el tradicional negocio petrolero, al que han puesto la cruz tanto gobiernos como inversores. En definitiva, adaptarse a los tiempos.

Como parte de esta estrategia Repsol encomendó a Citi la búsqueda de un socio financiero para su recientemente creada división comercial. Esta no es la dueña de ningún activo físico de Repsol, como sus gasolineras, sino que su negocio parte de gestionar la actividad comercial de estos activos, cuya propiedad sigue en manos de Repsol. Aglutina a 24 millones de usuarios en negocios como gasolineras, electrolineras, carsharing (Wible), tiendas de conveniencia, de la comercialización de electricidad y gas a particulares, de soluciones energéticas y de lubricantes.

El precio, los contratos y la huella de carbono, las razones

El objetivo era captar en torno a 2.500 millones por la venta del 25% de esta compañía. Estas pretensiones arrojaban una valoración de 10.000 millones por el 100% de la firma de Clientes. También sopesó la posibilidad de una salida a Bolsa, una opción que declinó meses después.

Citi recibió las primeras ofertas de los fondos de capital riesgo. Entre los interesados estaban Brookfield, KKR, Allianz y Macquarie. También la cadena canadiense de supermercados Couche-Tard, que unas semanas antes había tratado de hacerse con Carrefour, lo que le supuso el veto del Gobierno francés.

Pero, según han pasado los meses, el apetito de los inversores ha ido decayendo. Según las fuentes consultadas, las razones de esta situación son tres. La primera es que las pretensiones de precio que espera obtener Repsol son más elevadas que lo que están dispuestos a pagar los fondos. El segundo motivo son los contratos que ligan a esta filial con la propia Repsol. El grupo es el único cliente de esta sociedad comercial, y los contratos con Repsol para la explotación comercial de sus activos suponen sus únicos ingresos. Y los posibles compradores quieren que estos acuerdos se reformulen, para que no sean tan beneficiosos para Repsol, y así elevar el precio de su oferta.

La filial engloba la gestión de clientes de sus gasolineras, electrolineras o de luz y gas

La tercera razón es de fondo. La parte mollar del negocio de Clientes está ligada directamente con, por ejemplo, la explotación de sus gasolineras o de su negocio de bombonas de butano. Unos negocios que los fondos perciben como ligados al petróleo y a la parte más contaminante de las energéticas, si bien la filial también incorpora la comercializadora de electricidad que Repsol adquirió a Viesgo en 2018 u otras áreas más verdes como las electrolineras o los coches compartidos. No es suficiente para que muchos fondos se lancen a por este activo, presionados por sus propios inversores, que piden poner su dinero en empresas claramente respetuosas con el medio ambiente.

Con todas estas cartas sobre la mesa, Repsol ha decidido poner el proceso en standby. El propio consejero delegado de Repsol, Josu Jon Imaz, ya abrió la puerta a dejar la venta de Clientes en vía muerta durante la última presentación de resultados.

“Siempre estamos monitoreando el mercado para buscar oportunidades inorgánicas que puedan ser beneficiosas para nuestros accionistas. Tenemos tiempo para evaluar la posibilidad de vender una participación minoritaria en nuestro negocio centrado en el cliente, pero solo si consideramos que un socio potencial tiene la capacidad de agregar valor al negocio actual y no será una tarea fácil”, afirmó Imaz. Y añadió que “no será una tarea fácil”.

En paralelo, Repsol trabaja en poner en valor su incipiente negocio de renovables. En un principio barajó una salida a Bolsa, pero ahora se inclina por dar entrada a un fondo y retrasar el debut en el mercado un par de años.

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