El tiempo es el mayor enemigo de los grandes planes de Draghi
Las elecciones se celebrarán como tarde en 2023, y los Gobiernos reformistas suelen durar poco
El primer ministro Mario Draghi tiene grandes planes para Italia. El lunes esbozó las audaces reformas que ha prometido para obtener unos 200.000 millones de euros de fondos de la Unión Europea. Forma parte de un ataque múltiple contra los males económicos agravados por la pandemia. Pero la brevedad de su mandato le obliga a actuar con rapidez.
Italia, que antes de la pandemia sufría un crecimiento lento y un elevado endeudamiento, podría ver cómo su deuda alcanza alrededor del 160% del PIB este año. Draghi recurre a los estímulos fiscales para mantener la economía con respiración asistida por el momento, y prevé un déficit de casi el 12% del PIB este año.
Mientras tanto, los fondos y las reformas de la UE ayudarán a impulsar el potencial de crecimiento de la tercera economía de la zona del euro y a controlar la deuda.
El uso que se prevé hacer de los fondos de la UE parece bien orientado. Más de la mitad se destinará a la energía verde y la digitalización. La educación y la investigación, un prolongado punto débil, recibirán más de 30.000 millones de euros.
El programa de inversión total debería impulsar el crecimiento en 3,6 puntos porcentuales para 2026. El problema es que Italia tiene un mal historial en la utilización y el gasto del dinero de la UE. Y hay mucho que recuperar. En la última década, la economía italiana solo ha crecido un 0,3% de media cada año, según datos del Banco Mundial.
El programa de reformas de Draghi también da en el clavo. Quiere acelerar los largos procesos judiciales del país, impulsar la competencia y hacer más eficiente la administración pública. La reducción de los costes y de la burocracia debería facilitar a las empresas la inversión y la contratación. Pero los Gobiernos que adoptan medidas duras tienen una vida corta, como descubrieron los anteriores líderes reformistas Mario Monti y Matteo Renzi. Y las medidas pueden aplicarse mal, o ser deshechas por futuros Gobiernos.
El trabajo de Draghi es aún más difícil, ya que las elecciones se celebrarán como muy tarde en 2023. Es cierto que puede quedarse, quizás como presidente si no como primer ministro. Y las futuras administraciones pueden tener las manos atadas, ya que los fondos de la UE solo se desembolsarán si Italia alcanza ciertos hitos. Pero mucho depende de que Draghi tenga éxito.
Un fracaso en el aprovechamiento de los fondos de la UE o reformas poco entusiastas podrían alimentar el sentimiento antieuropeo en el norte de Europa. Como otros han descubierto antes que el hombre conocido como Super Mario, arreglar los problemas de Italia es un maratón más que un sprint.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías