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Inversión responsable: apoyar una sociedad más justa sin desatender el medioambiente

El crecimiento inclusivo está en primer plano en la era pospandemia

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Hoy en día, hablar de inversión socialmente responsable (ISR) no es ninguna novedad en el sector. Ya sea porque se han adherido a los Principios para la Inversión Responsable (PRI) de Naciones Unidas o porque cuentan con fondos que integran en sus estrategias de inversión criterios ASG (ambientales, sociales y de gobernanza) u otras modalidades, como la inversión de impacto o la exclusión de compañías en las carteras, lo cierto es que es difícil encontrar una entidad que no se haya subido a este carro.

Máxime una vez constatado que la pandemia ha agudizado la sensibilidad de los inversores, particulares e institucionales. Y es aquí donde aparece la novedad. Si la preocupación medioambiental dominaba la ISR, últimamente la S de social es cada vez más importante. “Aumentó su relevancia a lo largo del año pasado, en el que quedaron evidenciadas las debilidades del modelo económico y social y su exposición a riesgos imprevistos de carácter global”, afirma Francisco Javier Garayoa, director general de Spainsif.

Respaldar los ODS de Naciones Unidas, detrás de muchas de las estrategias

En su opinión, ante lo vivido en 2020 y la experiencia de lo que llevamos de 2021, lo social “ha recuperado el protagonismo como piedra angular del concepto global de sostenibilidad. No se sostienen las aproximaciones a las finanzas sostenibles que no atiendan la parte social”, añade el responsable de esta asociación sin ánimo de lucro que promueve la inversión sostenible.

Iain Richards, director de política de inversión responsable de Columbia Threadneedle, no duda de que el interés por el cambio climático y la necesidad de un “crecimiento inclusivo” ocuparán un primer plano en la era poscoronavirus, ya que ambos elementos revisten una significativa importancia para nuestras economías y las grandes transformaciones que ya están en marcha. Es más, cree que como consecuencia del aumento de la volatilidad de mercado y el riesgo de significativas caídas tras las perturbaciones derivadas del Covid, “los criterios ASG se sitúan ahora en primera posición en el proceso de toma de decisiones de muchos inversores”.

El bienestar de las poblaciones y la salud del planeta, cada vez más interconectados

“La salud del planeta y el bienestar de las personas son dos realidades interconectadas. No se puede abordar una sin tener en cuenta la otra. No podrá avanzarse en la agenda del cambio climático si nos olvidamos de los problemas sociales, y viceversa, ya que para avanzar en la preservación de la biodiversidad y abordar el cambio climático, es necesario educar a las personas, hacer que las soluciones sean asequibles, financiación pública directa para apoyar la innovación e implementar soluciones con el apoyo de las comunidades”, indica Anne Tolmunen, gestora de la estrategia Axa WF Framlington Social Progress, fondo antes centrado en la diversidad de género y que ha ampliado su universo de inversión.

Por su parte, Ana Rivero, jefa global de inversión & ESG de Santander Asset Management, considera que no son cuestiones excluyentes, “pero es un hecho que la concienciación social y de los Gobiernos y las instituciones acerca de la trascendencia de la lucha contra el cambio climático ha generado un nivel de compromiso muy fuerte, derivando en políticas económicas y ayudas fiscales y monetarias hacia la consecución de los objetivos climáticos, y esto se seguirá priorizando en los próximos años. Ya tiene una tracción y una materialización”. Desde su punto de vista, en el caso de la justicia social, “sería necesario generar un marco de compromiso similar a nivel internacional, para elevar la priorización de las inversiones relacionadas con esta materia, que sí existen pero aumentan a un ritmo menor”.

Respuesta al Covid

También el equipo de ESG de Franklin Templeton percibe que la parte social se ha vuelto más importante para muchos en el último año. “Muchas empresas han respondido bien a la pandemia, apoyando a sus empleados con bajas por enfermedad pagadas o reconfigurando las condiciones de trabajo para una mayor seguridad. Algunas han ido más allá, produciendo equipos esenciales para la sociedad en general, o adaptando las operaciones para dar prioridad a la producción y distribución de vacunas. La diversidad y la inclusión también han ganado en importancia a medida que las empresas se desarrollan para mejorar la gestión del capital humano”, apuntan.

“La crisis, que comenzó como una emergencia sanitaria, ha creado sin duda una gran incertidumbre y ha planteado numerosos retos. Mientras que la seguridad y la salud de los trabajadores siguen estando en primera línea, asistimos a destrucciones masivas de puestos de trabajo y a una exacerbación de los problemas de desigualdad preexistentes (por ejemplo, género, edad, cualificación, país). En nuestra opinión, la preocupación de los inversores por los aspectos sociales ha llegado para quedarse”, insiste Jean-Philippe Desmartin, jefe del equipo de inversión responsable de Edmond de Rothschild Asset Management.

No hay avance medioambiental si olvidamos los problemas de las personas

Domingo Torres, responsable en España y Portugal de Lazard Fund Managers, por su parte, cree que “el estallido de la pandemia y los acontecimientos raciales en EE UU han dado letras de nobleza a la S”. De hecho, “no habrá lucha por el cambio climático sin lucha por la justicia social”, y recuerda que el Reglamento de Divulgación de Finanzas Sostenibles (SFDR, por sus siglas en inglés), que ha entrado recientemente en vigor, categoriza los fondos sostenibles “desde el cambio climático porque abre la puerta a otras transformaciones sociales”.

En ese sentido, Silvia García-Castaño, directora general de inversiones y productos de Tressis, reconoce que a veces es complicado separar la S de la A y la G, pues existen factores ambientales que afectan a lo social. “Es un reto, por ejemplo, hacer una transición energética justa, dado que sectores como el carbón o algunas manufacturas, acabarán viendo afectado su empleo y aumentando el riesgo de pobreza y exclusión en algunas regiones. O tendremos que hacer frente a migrantes medioambientales debido a la desertificación y a los cambios de clima extremo, que se estima puedan alcanzar los 200 millones de personas en 2050”.

En cuanto al retorno de las inversiones, aún hay clientes que consideran que la inversión bajo criterios sociales es menos rentable. “Es nuestra labor, al igual que tradicionalmente ayudábamos a traducir los intereses y necesidades de los clientes en objetivos de rentabilidad y riesgo dentro de un horizonte temporal, ayudarles a entender que alinear sus intereses sociales y financieros es posible y, además, rentable a largo plazo”, dice Ana Guzmán, directora de impacto en Portocolom AV.

Trayectoria

Solicitud. Pictet, junto con más de cien inversores que representan once billones de euros en activos, apoya la carta de Institutional Investors Group on Climate Change a los líderes de la Unión Europea, que solicita una recuperación económica sostenible en la UE tras la pandemia. "Entre las recomendaciones se incluye la prioridad a la ayuda humanitaria y la creación de empleo sin modalidades de altos niveles de emisiones de carbono", señala Rocío Jaureguizar, especialista en inversión responsable de Pictet AM en España.

Pioneros. Según Ophélie Mortier, estratega de inversión sostenible y responsable de DPAM, el primer fondo de inversión ética, el Pioneer Fund, lo presentó en Estados Unidos en 1928 la Iglesia Evangélica de América y eliminó las “acciones de pecado” de su universo de inversión. De acuerdo con la conciencia general de los problemas ecológicos, los primeros fondos verdes se activaron a finales de la década de los ochenta.

Novedad. EFPA, la Asociación Europea de Asesoría y Planificación Financiera en España, recuerda que hace justo 50 años que se produjo el lanzamiento del primer fondo socialmente responsable en Estados Unidos (Pax World Funds), “aunque este tipo de inversión no comenzó a ser una opción destacable hasta la irrupción de la crisis económica y financiera de 2008, momento en que el Banco Mundial lanzó los primeros bonos verdes”.

Comercialización. Los bancos son las entidades que mayor patrimonio y cuota de mercado tienen en fondos bajo criterios ambientales, sociales y de buena gobernanza (ASG), al concentrar el 91,37% de la oferta.

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Diferentes focos en función del sector o de la compañía

Cada gestora sitúa el análisis social de sus inversiones responsables en diferentes aspectos. En CaixaBank AM, que registró en 2020 un incremento de un 164% de los saldos medios de los clientes en fondos de ISR, son conscientes de que a los aspectos relacionados con el cambio climático y el gobierno corporativo, ahora se han añadido las preocupaciones derivadas de la alta vulnerabilidad empresarial y social consecuencia de la crisis, y que los particulares miran con lupa, por ejemplo, cómo las empresas protegen la salud de sus empleados y clientes en el proceso de desescalada.

“La crisis nos ha mostrado la importancia de los criterios sociales como una herramienta de gestión de riesgos que puede ayudar a atenuar el impacto de la crisis y a acelerar una potencial recuperación”, admiten. De todas formas, creen que para cada empresa y sector hay aspectos más o menos importantes. Por ejemplo, “para una compañía química o energética será clave la seguridad de sus trabajadores, mientras que para una tecnológica es más significativa la seguridad y privacidad de los datos”, detallan en CaixaBank.

EDM valora factores como que la empresa tenga una política activa en diversidad de género. Por ejemplo, “Novo Nordisk es la compañía que, según nuestro análisis interno, es la best-in-class (la que mejor gestiona las oportunidades ASG en cada sector) del fondo EDM Strategy. Tiene un 35% de mujeres en el consejo de administración y un 40% en altos cargos directivos”, detalla Mariona Selva, analista del equipo de inversiones europeas de la gestora.

Xosé Garrido, gestor de fondos de Caja Ingenieros Gestión pone otro ejemplo. "las cuestiones sociales tienen un peso sumamente relevante en aquellas compañías altamente intensivas en capital humano, como podría ser el caso de firmas de consultoría y asesoramiento. Una elevada satisfacción de los empleados junto con una baja rotación de la plantilla te permite retener el talento en la empresa sin acudir constantemente al mercado de trabajo, lo cual, por un lado, mejora la percepción del cliente y, por otro, reduce los costes de formación y aprendizaje, redundando positivamente en las finanzas de la compañía".

 

 

La estrategia de global social empowerment de Nordea invierte en tres áreas temáticas: necesidades vitales, inclusión y empoderamiento. “Al asignar capital a soluciones sociales positivas, nuestro objetivo es respaldar el crecimiento global sostenible mientras contribuimos a las metas establecidas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas para 2030”, resumen sus gestores Thomas Sorensen y Olutayo Osunkunle, quienes mencionan como ejemplo de sus estrategias a Bank Rakyat, segundo banco más grande de Indonesia y una de las instituciones de microfinanzas más exitosas del mundo. “Muchas personas en ese país no tienen acceso a una cuenta bancaria, y los pequeños préstamos del Bank Rakyat son cruciales para que las familias puedan establecer sus propias pequeñas empresas”, expone.

“Un ejemplo reciente de decisión de inversión con criterios ASG ha sido no participar en la salida a Bolsa de Deliveroo por no considerar sostenibles las condiciones laborales de sus empleados en el Reino Unido”, destaca Alicia García Santos, responsable de M&G Investments para España, Portugal y Andorra. Todos sus fondos incluyen factores ASG en el análisis y la toma de decisiones de inversión.

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