El pacto murciano genera un terremoto político que sacude el tablero nacional de alianzas
Rompe el Gobierno madrileño y suscita una moción de censura en Castilla y León El panorama tensa la relación entre Arrimadas y Casado y acerca a este a Vox
El inesperado acuerdo entre PSOE y Cs para sacar al PP de la presidencia de Murcia, donde hasta ahora ha gobernado con los naranjas, causó ayer un terremoto político de magnitud nacional, y con consecuencias aún difíciles de terminar de tasar, que de momento dejó réplicas de distinta intensidad en las comunidades autónomas de Madrid, Andalucía y Castilla y León.
Se trata del resto de regiones en las que PP y Ciudadanos han venido gobernando de la mano, con apoyos externos de Vox, y en las que el cambio de tercio en Murcia llevó a más de uno a tentarse la cartera para ver si todo seguía en su sitio. Después de todo, el presidente murciano, el popular Fernando López Miras calificó de “atraco” la moción de censura que tiene por objeto sustituirle en el cargo por una de sus propias consejeras, la titular de Empresa, Industria y portavoz del Ejecutivo murciano, Ana Martínez Vidal. La fecha de la moción será fijada el lunes y, salvo sorpresa, su victoria está asegurada por la mayoría que suman PSOE y Ciudadanos.
Fuera de la región, la primera consecuencia del sismo político tuvo lugar en Madrid, donde la presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso convocó elecciones anticipadas para el 4 de mayo y destituyó a los miembros de Cs del Gobierno acusándoles de tramar una moción de censura contra ella de la mano del PSOE, mientras los socialistas y Más Madrid se apresuraban a presentar las suyas.
A partir de ahí, las turbulencias se hicieron sentir en Castilla y León, donde desde hace semanas le tiembla la silla al presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco, que viene protagonizando una escalada de tensiones con Génova mientras la oposición calibraba los visos de éxito de una moción de censura contra él. El PSOE se decidió a presentarla finalmente ayer, apostando por Luis Tudanca como candidato, alegando que buscaban evitar un posible adelanto electoral como el impulsado en Madrid.
Aunque los socialistas se muestran optimistas, ayer la alianza de PP y Cs en la región aparentaba solidez. “Tenemos absoluta confianza en Cs, un partido serio, responsable, coherente y consecuente con el pacto”, declaró el portavoz regional del PP, mientras que su homólogo en la formación naranja advirtió al PSOE que “abandone toda esperanza” de que apoyen su moción de censura.
Donde menos parecieron temblar los cimientos es en Andalucía, donde al pacto entre PP y Cs, con el apoyo de Vox rompió con casi 40 años de mandato socialista. La aprobación del Presupuesto de 2021, el primero en salir delante de entre todas las autonomías, garantiza además cierta estabilidad al Ejecutivo hasta las elecciones regionales, previstas para finales de 2022.
“Los ciudadanos nos piden que estemos a la altura de las circunstancias y afortunadamente este Gobierno goza de espléndida salud”, declaró el presidente andaluz, el popular Juan Manuel Moreno, acompañado de su vicepresidente, Juan Marín (de Cs), quien dibujó la región como “una isla” dentro de la “inestabilidad” y el “ruido” que impera en el panorama político nacional.
También la alcaldía de Madrid, del popular José Luis Almeida, se vio refrendada por la vicepresidencia de Ciudadanos que ejerce Begoña Villacís.
Está por ver, en todo caso, qué más repercusiones deja el cisma entre PP y Cs en Murcia, teniendo en cuenta que el pacto de los naranjas con el PSOE se fraguó en la región pero fue sellado desde la sede nacional del partido. Inés Arrimadas busca reubicar a la formación en el centro del tablero político tras el giro a la derecha de su antecesor, Albert Rivera, por lo que viene cultivando el diálogo con el Gobierno de Pedro Sánchez, al que ha asistido en la aprobación de los decretos del estado de alarma, entre otros. La estrategia de fondo parece ser la de presentarse como socio de Ejecutivo alternativo a Podemos en el futuro, tras los choques de la coalición. Mientras, el reciente batacazo electoral sufrido en Cataluña, donde nació el partido, parece haber decidido a Cs a conquistar cotas de poder, como es una presidencia regional, aún a costa de romper con un socio bajo el argumento de que están para pactar tanto con PSOE como con PP. El movimiento, sin embargo, tensa la cuerda con los populares.
Una última derivada es que la convocatoria electoral de Ayuso y su ruptura con Cs le deja a Vox como único asidero posible, lo que complica la estrategia de Pablo Casado de alejar al PP de la ultraderecha porque le obligaría a aceptar cualquier pacto que permita a los populares mantener la presidencia de Madrid, principal motor económico del país y ariete del partido contra el Gobierno central.
Como resultado, los cálculos electorales de cada partido vuelven a ganar peso en medio de una emergencia sanitaria sin precedentes y de la peor crisis económica desde la Guerra Civil, con un horizonte incierto ante una campaña de vacunación a medio gas y con la necesaria unidad de gestión de los cuantiosos fondos que Europa lega a España para salir más fuerte de la pandemia.
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