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A fondo
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Cataluña 2030

El nuevo Gobierno debe asumir la realidad geopolítica y concentrarse en la mejora de vida de los catalanes

José Carlos Díez

Los economistas abusamos del uso del PIB, pero para conseguir generar esa actividad hace falta capital, financiero, pero también humano, ecológico e institucional, como acaba de explicar magistralmente Juan Costa en su nuevo libro Multi-Capitalismo que en breve estará en las librerías.

Desde el año 2000 España es un país que ha perdido el foco del desarrollo y recientemente hemos conocido que Republica Checa nos ha adelantado en renta por habitante. Primero llegó la burbuja que generó un efecto riqueza ficticio que nos hizo creer que éramos un país rico, sin darnos cuenta de que vivíamos a crédito.

Tras la crisis económica que provocó el pinchazo de la burbuja, llegó la crisis social y después la política e institucional. La pandemia nos pilló aún inmersos en la crisis institucional, con fragmentación en el Parlamento y difícil gobernabilidad. Aún había cicatrices de la crisis social, déficit público estructural y la deuda pública en máximos del último siglo. De todas las comunidades autónomas, Cataluña es la que tenía peores condiciones para afrontar una pandemia de esta naturaleza, que ha provocado la mayor caída del PIB desde la Guerra Civil.

El Banco de España acaba de publicar un útil análisis de la caída del PIB por provincias en 2020. El turismo ha sido el sector más afectado y las provincias costeras del Mediterráneo son las que registran las mayores caídas de la península, lo que incluye a las tres provincias catalanas. Especialmente, Gerona, con una caída del 14,2%, es la segunda provincia con mayor descenso de la península. La provincia de Barcelona ha caído 11,7%, 1,5 puntos más que Madrid. Desde el inicio del proceso independentista, Madrid es más dinámica en crecimiento y creación de empleo que Barcelona, y todo apunta a que la pandemia va a acelerar esa tendencia.

La prioridad del nuevo Gobierno de la Generalitat debe ser un plan de vacunación. Para una comunidad que depende tanto del turismo esta es la política económica más eficaz para, además de normalizar la tasa de mortalidad, recuperar el empleo perdido. Eso implica que se forme gobierno lo antes posible y que la Administración no se frene, como sucedió en las elecciones de los últimos años.

La siguiente decisión estratégica es si el Gobierno es de nuevo independentista, si la prioridad de la agenda política es la independencia o el empleo y el desarrollo económico y social. Antes de 2017 no había precedente, pero ahora hay evidencia de que la declaración unilateral de independencia tuvo efectos muy negativos sobre la actividad y el empleo. Es cierto que duró unos pocos días y enseguida el gobierno de la Generalitat renunció a continuar con el proceso, pero esos días provocaron fugas de empresas, fuga de depósitos y caos económico.

Si la prioridad es el desarrollo económico y social, el primer paso es aprovechar los fondos europeos para aumentar el crecimiento potencial a largo plazo y recuperar el tiempo perdido. Uno de los pilares de los fondos es la digitalización, y Barcelona tiene un potencial enorme. Cuenta con excelentes universidades y capital humano, buena conectividad aeroportuaria con las principales ciudades europeas y un ecosistema de innovación muy desarrollado que ha demostrado su resiliencia desde 2015.

El reto es conseguir que esas start up crezcan y se conviertan en multinacionales que multipliquen el empleo y mejoren los salarios. Eso, como identifica la agenda 2025 Digital, exige apoyar a esas pymes innovadoras con capital. Los tipos negativos en la deuda pública son una oportunidad para que los fondos de pensiones y las aseguradoras aumenten sus raquíticas tasas de inversión en estas empresas, como sucede en Sillicon Valley en EE UU. El otro gran reto es aprovechar los fondos europeos para digitalizar la administración pública. Eso, además de tecnología, exige un cambio cultural de los funcionarios, que entiendan la oportunidad de mejorar la transparencia y la rendición de cuentas con los catalanes y, además, disminuir la burocracia. Para ello será necesario planes de formación igual que serán muy necesarios en el sector privado. Las políticas activas de empleo deberían ser las grandes beneficiadas de los fondos europeos. Especialmente para personas que no han hecho formación profesional ni han ido a la universidad, que son los que tienen tasas de paro inmoralmente altas y que serán los más afectados por la digitalización y la robotización.

El otro gran pilar de los fondos europeos es la sostenibilidad y la economía circular. El autoconsumo fotovoltaico será la gran revolución y un gran nicho de generación de empleo en los próximos años. En economía circular, el reciclaje de residuos urbanos y rurales, especialmente los purines y los más contaminantes, se deben aprovechar de fondos europeos. El agua es el mayor reto al que se enfrentan las zonas de estrés hídrico como Cataluña. Barcelona tenía uno de los ecosistemas de innovación en agua líder mundial y el intento de remunicipalización y el proceso de independentista lo ha diezmado. Los fondos europeos priorizan el agua y son una oportunidad histórica para crear empleos de calidad y ayudar con esa innovación al pequeño planeta Tierra a revertir los efectos devastadores del cambio climático.

Merkel y los alemanes han descubierto en esta pandemia que solos son un enano político y económico para competir con EE UU y China y han dado un enorme impulso al proyecto europeo. Los independentistas deberían reconocer esta nueva realidad geopolítica y centrarse en la mejora de vida de los catalanes, especialmente de los más desfavorecidos. Veremos.

 José Carlos Díez es Director de la cátedra Orfin de la Universidad de Alcalá

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