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El futuro de los medios, los bienes de consumo y el cannabis con Joe Biden

Parará la guerra contra la prensa de la Casa Blanca y tendrá que rebajar sus expectativas de estímulo

Joe Biden, el 8 de octubre pasado.
Joe Biden, el 8 de octubre pasado.BRENDAN SMIALOWSKI (AFP)

La presidencia de Joe Biden detendrá la guerra contra los medios iniciada por su predecesor, Donald Trump. Es una buena noticia para empresas como AT&T (propietaria de CNN), Comcast, ViacomCBS, Walt Disney e incluso Fox Corp, las empresas matrices de los principales medios de comunicación.

Los ataques implacables durante cuatro años desde la Casa Blanca para socavar la credibilidad de la prensa (calificando a los periodistas como “enemigos del pueblo”) no impidieron que las organizaciones de noticias informasen cuidadosa y metódicamente sobre la elección presidencial de 2020. Incluso Fox News, el canal preferido de Trump, suscitó la ira del presidente saliente al anticiparse en declarar que el estado de Arizona lo habían ganado los demócratas, y mantenerse en sus trece.

No solo las grandes compañías van a recibir un impulso adicional gracias al alto el fuego. El hundimiento de las noticias locales debería de recibir ahora más atención. Desde 2004, se han perdido 2.100 periódicos locales y semanales en Estados Unidos, según la Escuela Hussman de Periodismo y Medios de la Universidad de Carolina del Norte. El país ha pagado un alto precio por esa pérdida, con un aluvión de desinformación que divide a la población.

El Congreso ha tomado nota. Proyectos de ley apoyados por ambos partidos, incluido uno que da facilidades a las organizaciones de medios para que negocien con plataformas tecnológicas, podrían aprobarse por fin. A Twitter, Facebook y YouTube (propiedad de Alphabet), que se las ven y se las desean para vigilar las noticias falsas, se les podrá pedir ahora que den noticias locales con respaldo financiero.

Come, bebe, sé feliz

Las empresas que producen bienes de consumo tienen la vista puesta en un premio gordo, o tal vez pequeño: el estímulo. El paquete de alivio del Covid-19 aprobado en primavera incluía cheques de 1.200 dólares y subsidios por desempleo extra. Los resultados fueron nítidos. En abril, el 64% de los adultos consultados dijeron que podrían encontrar 400 dólares en efectivo en caso de urgencia, pero la cifra subió al 70% en julio, según la Reserva Federal. Empresas desde Clorox a Kraft Heinz registraron ventas muy sólidas, y los consumidores optaron por artículos que dejan más margen.

La gran pregunta es cuánta ayuda hay en camino. Los demócratas y los republicanos están muy distanciados con respecto a la cantidad de estímulo que se necesita. Con un control levísimo o inexistente sobre el Senado, los demócratas quizás tengan que rebajar sus expectativas. Lo que piense el presidente saliente de estas cuestiones también importa, ya que permanecerá en el cargo hasta enero. Pero todas las partes reconocerán que el coste de no hacer nada es muy elevado. Tras concluir en julio la ayuda de 600 dólares semanales para desempleados, el gasto de consumo se ralentizó.

Señales de humo

La industria del cannabis legal ha echado raíces nuevas en 2020. Votantes de Nueva Jersey, Arizona, Dakota del Sur y Montana han aprobado el uso recreativo de la marihuana. Sin una ventaja demócrata clara en el Senado, las perspectivas de que se apruebe una ley federal que dé luz verde a la maría son escasas. En pocas palabras, ello debería de ser bueno para el producto, aunque no tanto para las empresas que lo producen.

Incluir Nueva Jersey entre los estados que permiten a los adultos comprar y consumir cannabis es un gran paso. Y aumenta la presión sobre estados vecinos como Nueva York para que hagan lo mismo, o se enfrentarán a una potencial pérdida de recaudación impositiva.

Illinois, por ejemplo, estima que en torno a un cuarto de sus ventas de cannabis tienen lugar fuera del estado. Empresas como Curaleaf, que ya vende marihuana para uso médico en Nueva Jersey, son beneficiarias claras. Pero dependerá, por supuesto, de que se aprueben nuevas leyes y reglas.

Los mayores valores de cannabis son por ahora apuestas de riesgo en el mercado canadiense, ya que de momento está prohibido pasar marihuana de un estado a otro de Estados Unidos. El gigante del sector Canopy ­Growth, que tiene un acuerdo para comprar su rival estadounidense Acreage y cotiza en Nueva York, es una excepción clara.

Y sin leyes que permitan a las empresas de marihuana usar bancos comerciales nacionales (o deducir sus gastos de su base imponible), la industria lo tendrá difícil para crear inversiones atractivas para grandes inversores institucionales. No cabe esperar grandes cambios en el corto plazo. Pero a lo lejos se divisan claramente las señales de humo.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

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