Bruselas y Londres vuelven a negociar y acuerdan reunirse todos los días, incluyendo fines de semana
Los dos bloques se emplazan a encontrar un nuevo enfoque común
Tras el tira y afloja vivido a lo largo de los últimos días, en los que la Unión Europea (UE) y Reino Unido se han pasado mutuamente la pelota del futuro de las negociaciones para un acuerdo comercial, los equipos negociadores de Bruselas y Londres han acordado este miércoles retomar las conversaciones sin tiempo que perder, conscientes de que el plazo para sellar un pacto termina en menos de 100 días.
La nueva fase de las negociaciones tendrá lugar en Londres entre este jueves y el domingo para continuar posteriormente en la capital británica o Bruselas o por teleconferencia, "o con una combinación" de ambos formatos, dando idea de la intensidad que llega. Las partes, capitaneadas por Michel Barnier en el lado comunitario y por David Frost en el británico, han acordado además que las conversaciones se llevarán a cabo en todas las mesas de negociación al mismo tiempo y todos los días, incluidos los fines de semana.
Uno de los principales frentes se encuentra desde hace semanas en el respeto a los textos legales adoptados tras el Brexit político entre ambos bloques, sobre todo a raíz de la propuesta de ley británica que echaba por tierra varios puntos del acuerdo comercial, principalmente en lo relativo a la situación en la frontera con Irlanda del Norte. En los últimos días, Bruselas y los 27 socios exigían que cualquier acercamiento tendría que respetar esos acuerdos previos, mientras que Londres reclamaba a sus antiguos socios un "nuevo enfoque" y más flexibilidad. La solución intermedia, recoge el acuerdo firmado este miércoles, en una suerte de propuesta salomónica, concluye que "esta próxima y última fase de las negociaciones se basará en principio en los textos legales de cada parte mientras se encuentra un enfoque común, a menos que los negociadores principales acuerden individualmente que un enfoque diferente es más apropiado".
El acuerdo también recoge que los negociadores principales en cada una de las líneas de trabajo "deben avanzar lo más rápido posible para leer ambos textos, con miras a identificar áreas de convergencia". A su vez, se establecerá una pequeña secretaría conjunta para llevar a cabo un "texto maestro consolidado". Este estará integrado por funcionarios y abogados de ambas partes y establecerá una metodología para la gestión de los textos legales, en consulta con los negociadores principales de cada línea de trabajo.
Este proceso textual debe ir acompañado de discusiones en los flujos de trabajo sobre los temas más espinosos, entre los que el texto base firmado hoy incluye el level playing field o campo de juego nivelado, la gobernanza, la pesca, la energía y las provisiones de bienes y servicios.
Últimos pasos
El futuro acuerdo comercial tendría que haber estado listo, según las fechas que barajaron primero Reino Unido y, después, la Comisión Europea, el pasado 15 de octubre a fin de poder ratificar con tiempo el texto en todos los países implicados. No obstante, la falta de avances terminó por pesar más que la presión del cronómetro. Entonces, el Consejo Europeo celebrado el mismo día 15 advirtió a Reino Unido de que cualquier negociación pasaría por el estricto cumplimiento del plan de retirada. Los 27 socios recordaron que su prioridad era llegar al entendimiento, pero "no a cualquier precio". Reino Unido, por su parte, además de amenazar con levantarse de la mano, exigió a Bruselas más flexibilidad.
El level playing field o campo de juego nivelado es una de las exigencias de la UE en estas negociaciones. Bruselas pide que el futuro acuerdo incluya garantías para asegurar una competencia abierta y justa entre las empresas británicas y comunitarias, de modo que las compañías del Reino Unido no se vean beneficiadas con ventajas de las que no pueden disfrutar las entidades europeas, como el mayor acceso a las ayudas de Estado.
La UE quiere para ello que el Gobierno británico se comprometa a que sus regulaciones en áreas como las ayudas estatales, los estándares sociales, laborales, medioambientales y climáticos o la fiscalidad no se diferencien excesivamente de las comunitarias cuando el Reino Unido tenga acceso al mercado europeo como país tercero.
La pesca es otra de las grandes cuestiones que alejan el consenso. El club comunitario, con España y sobre todo Francia a la cabeza, defiende mantener una situación lo más similar posible a la actual, en la que las flotas comunitarias tengan acceso a aguas británicas con las cuotas pactadas. Sin embargo, Londres apuesta por negociar anualmente estas cuotas con los países del bloque.