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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El Gobierno debe sacrificar parte de su programa si quiere unidad

Tiene que estar dispuesto a renunciar a subidas fiscales, a dejar la retórica de derogar la reforma laboral y a dar protagonismo a la oposición

CINCO DÍAS

El Gobierno de coalición de PSOE y Unidas Podemos eligió rodearse este lunes de los principales directivos de las empresas del Ibex para lanzar una apelación a la unidad. Aunque hubo alguna anecdótica concesión a representantes de la cultura, Pedro Sánchez y su Gobierno buscaron como compañía a Ana Botín, Ignacio Galán, Florentino Pérez, Pablo Isla, José María Álvarez-Pallete y otros banqueros, empresarios y directivos de eléctricas, petroleras, constructoras y otras empresas, aunque en realidad los destinatarios del mensaje eran los partidos de la oposición, principalmente PP y Ciudadanos.

Fuera de contexto, el discurso de ayer de Pedro Sánchez (algo pomposamente llamado conferencia desde La Moncloa) sería en su textualidad casi irreprochable, más allá de algunas concesiones a la demagogia y el simplismo. Es cierto que España necesita un nuevo clima político y que la unidad puede ayudar decisivamente a la recuperación. La cooperación entre administraciones, la lealtad entre las fuerzas políticas, la cohesión, el consenso político y el diálogo social son herramientas que pueden contribuir a que España salga antes y mejor de la crisis, sanitaria, económica y social provocada por la pandemia.

Pero haría mal el Gobierno en confundir unidad con adhesión. Al mensaje de Sánchez le falta concretar qué está dispuesto a sacrificar el Gobierno en aras de esa unidad. No basta con bonitos enunciados ni meros gestos, no es suficiente con que Pablo Iglesias y los suyos hayan pasado de denostar a las empresas y de hablar despectivamente de la casta a departir amigablemente con banqueros y empresarios como invitados —de asistencia casi obligada— que den lustre a un acto. Es necesario que el Gobierno esté dispuesto a negociar con la oposición un programa compartido de reformas a medio y largo plazo, que pueda ser asumido por Ejecutivos de diferente signo. Lo ha pedido el gobernador del Banco de España, que ha trazado además una hoja de ruta sobre algunas de las medidas necesarias. Lo han pedido también los empresarios, individualmente o desde la patronal.

Para ser creíble en su llamamiento, el Gobierno debe, por ejemplo, estar dispuesto a renunciar a ciertas subidas fiscales, a abandonar la falsa retórica de la derogación de la reforma laboral y a dar espacio y protagonismo a la oposición y sus propuestas. Con Podemos reacio a pactar siquiera con Ciudadanos, este Gobierno no tiene mucha credibilidad para pedir unidad al resto. Entretanto, debería esforzarse en mejorar su gestión y que los anuncios (ERTE, ingreso mínimo...) no se atasquen en la burocracia a la hora de ejecutarse.

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