La estrategia europea para las finanzas digitales del futuro
Hay que regular adecuadamente las Big Tech, avanzar hacia una economía basada en los datos y acabar con la fragmentación del Mercado Único
La digitalización y el uso de nuevas tecnologías están transformando la economía y, con ella, la provisión de servicios financieros a las empresas y ciudadanos europeos. En los últimos años las autoridades de la UE han introducido una combinación de medidas horizontales y sectoriales encaminadas a maximizar los beneficios de esta transformación en el sector financiero europeo.
Ahora, ante un mercado en constante evolución, la Comisión Europea quiere renovar su plan de acción mediante una nueva estrategia para las finanzas digitales, cuya publicación se espera en el próximo mes de septiembre. Esta nueva hoja de ruta, con vistas a los próximos cinco años, se alimentará de las opiniones y experiencias aportadas por la industria y los usuarios de servicios financieros a la reciente consulta pública de la Comisión Europea, y sin duda también de las lecciones aprendidas de los últimos meses.
Y es que la crisis del coronavirus ha demostrado la necesidad de afianzar las capacidades digitales para mantener al sistema financiero en funcionamiento y responder a las necesidades de los clientes de manera remota. Los bancos no solo han tenido un papel esencial al proporcionar liquidez y financiación en circunstancias tan extraordinarias, sino que el desarrollo de los canales digitales y el aumento de la comodidad en los pagos electrónicos conseguido en los últimos años han permitido que los clientes pudieran desarrollar su operativa financiera de manera remota sin interrupciones y limitando el contacto físico. En nuestro caso, la aplicación móvil ya cuenta con más de 800 funcionalidades. Esto es gracias al esfuerzo e inversión realizado por el sector para la adopción de tecnologías como la computación en la nube, cuya flexibilidad y eficiencia han respaldado la creciente dependencia de los procesos digitales.
También hay nuevos competidores en el sector financiero cuya entrada ha sido facilitada por la digitalización. No solo las startups, las llamadas fintech, van a seguir teniendo un papel clave en la provisión de servicios financieros digitales, sino también cada vez más las grandes empresas tecnológicas, conocidas como Big Tech, que tienen una capacidad financiera grande y un rol clave en los mercados digitales.
Aunque sin duda la llegada de estos nuevos competidores puede aumentar la oferta de productos y servicios y contribuir a una mayor inclusión financiera, las características de estas empresas, que crean fuertes ecosistemas digitales alrededor de sus clientes, pueden llegar a alterar la naturaleza y el grado de competencia en la industria financiera y generar nuevos riesgos.
Los últimos meses también han hecho patente el enorme valor de los datos para gestionar la crisis, independientemente de la actividad o el sector donde se generan, y cómo las nuevas tecnologías nos permiten usarlos de manera centrada en el usuario. En el sector financiero el control de los usuarios sobre sus datos ya se está convirtiendo en una realidad, gracias en gran parte al impulso regulatorio del open banking. Nuestros clientes, por ejemplo, pueden agregar sus cuentas de otras entidades para tener una visión más completa de sus finanzas. Pero no es tan fácil para los usuarios controlar o compartir los datos almacenados en otros sectores, lo cual pone en una situación de desventaja a las entidades financieras.
Por otro lado, ante la creciente digitalización de la provisión de servicios financieros, se hace también cada vez más necesario asegurar que las instituciones sean resilientes frente a los ciberataques, garantizando la continuidad en la provisión de servicios tan críticos para la economía.
Todos estos temas entran dentro del abanico de políticas que pretende abarcar la Comisión con su nueva estrategia de finanzas digitales, que ofrece una verdadera oportunidad de fortalecer la innovación en el sector financiero, apoyar una transformación segura hacia un mundo más digitalizado y facilitar el proceso de recuperación económica pos-Covid. Para lograrlo, debería centrarse en tres objetivos principales.
En primer lugar, debe definir una respuesta regulatoria apropiada a la entrada de las BigTech, que asegure un adecuado control de los riesgos y garantice unas condiciones de competencia justas y equilibradas entre todos los jugadores. Esto incluye garantizar el acceso, en condiciones razonables, a las plataformas digitales y la infraestructura técnica necesarias para la prestación de servicios financieros. También, buscar una mayor proporcionalidad en la aplicación de la regulación y supervisión prudencial, de modo que los bancos puedan competir en igualdad de condiciones con empresas que solo están sujetas a regulaciones específicas por actividad.
En segundo lugar, es necesario avanzar hacia una economía basada en datos y coherente con los valores europeos. Se deben extender los principios detrás del open banking (el control del usuario sobre sus propios datos) a todos los sectores, no avanzar unilateralmente solo en el sector financiero. La Comisión tiene ahora una oportunidad para centrar sus acciones donde más se necesitan: cómo hacer accionable el derecho de la portabilidad de los datos personales, y cómo dar el control sobre sus datos a todos los usuarios de las grandes plataformas digitales.
Tercero, las autoridades europeas deben continuar trabajando en eliminar la fragmentación que aún existe dentro del Mercado Único, como resultado de las divergencias en las transposiciones nacionales de directivas y en las prácticas de supervisión. Una mayor armonización regulatoria debe acompañar también la naturaleza sin fronteras de la tecnología, permitiendo el desarrollo y expansión de las mejores soluciones transfronterizas.
Con este enfoque, Europa puede seguir impulsando la innovación, mientras se asegura que el sector financiero apoya a la economía durante el proceso de recuperación y continúa su digitalización.
Lucía Pacheco y Edward Corcoran pertenecen al departamento de regulación digital de BBVA