El Viejo Continente necesita unas reformas
La rehabilitación de viviendas se presenta como una vía para aprovechar los fondos europeos y encarar la recuperación de la pandemia
La Comisión Europea ha propuesto un plan económico frente al coronavirus valorado en 750.000 millones de euros, una cifra insólita en la historia del Viejo Continente. España ocuparía la segunda posición en el ranking de los mayores receptores, ya que recibiría unos 140.000 millones de euros. Y más allá de que 77.000 millones serían a fondo perdido y 63.000 millones vía préstamos, lo cierto es que convendría leer con lupa la letra pequeña adscrita a este fondo de recuperación.
Del montante total, 560.000 millones contribuirán a financiar "reformas estructurales e inversiones" que Bruselas lleva tiempo pidiendo a países como España. Por ello, cada Gobierno deberá detallar las partidas en las que gastará el dinero, en línea con las recomendaciones efectuadas por las autoridades comunitarias y con las prioridades europeas, entre las que la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, ha resaltado la transición ecológica. Y en este capítulo todo lo relacionado con el ámbito de la vivienda y los espacios construidos en general merecen un análisis apropiado.
Cabe recordar dos asuntos importantes: es una propuesta que puede o no salir adelante, o salir en cierto modo descafeinada. Y en todo caso, va a estar condicionada, es decir, debe servir para fomentar cambios estructurales en la economía española, orientarnos al cumplimento de objetivos verdes y por supuesto hacer sostenibles y no dependientes las cuentas públicas. Por tanto, estamos a las puertas de un ambicioso programa de reformas con un enorme y necesario impulso transformador tanto en lo económico como en lo social.
Hablar de economía sostenible implica hacerlo de edificación. Y en concreto de actuar con criterios de sostenibilidad sobre el parque edificado, responsable del 40% de las emisiones.
En este sentido, si el objetivo de la anunciada Ley contra el Cambio Climático pasa por descarbonizar completamente el país a mediados en 2050 con medidas como la electrificación del parque de vehículos o el impulso a las renovables, el Gobierno debería tener en cuenta que la contaminación y el volumen de emisiones nocivas para la atmósfera no sólo son provocados por el crecimiento exponencial del tráfico rodado, sino también por el elevado número de viviendas en las que se derrocha energía
En este escenario, el parque de edificios envejece a un ritmo anual del 1,8%, mientras la rehabilitación edificatoria afecta únicamente al 0,15% del mismo, dando lugar a un lento y peligroso proceso de obsolescencia edificatoria que puede tener graves repercusiones sociales y económicas, ya que la vivienda no sólo es el espacio clave de habitabilidad, sino que se trata de la principal palanca de ahorro de las familias españolas. Por ello, su deterioro afectará al ahorro de los hogares y, como consecuencia, a las cuentas nacionales.
La vicepresidenta de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño, planteó recientemente en el Congreso la necesidad de "poner en marcha cuanto antes un plan de inversiones y reformas" durante los próximos dos años en torno a seis pactos de reconstrucción, entre los que se encontraría uno por la transición ecológica.
Por ello, convendría que la Comisión para la Reconstrucción Social y Económica de España pusiera en marcha, como palanca de fomento para la rehabilitación edificatoria, un Fondo de Garantías con líneas para comunidades de propietarios vía ICO que financien el 80% de las obras que impulsen la eficiencia energética. Este fondo, entendido como recurso último de garantía a todos los agentes implicados, en paralelo a las líneas de ayuda nacionales y autonómicas, permitiría asegurar el acceso a las ayudas del Plan Estatal para la Rehabilitación y minimicen el riesgo que asumen las entidades financieras al costear las mejoras de las zonas comunes, lo que a la postre ayudaría a cumplir tanto objetivos de la ley contra el Cambio Climático como, muy importante, a corto plazo impulsar con mayor determinación los fondos para la recuperación en materia de rehabilitación. Un Fondo que, en definitiva, estaría bien visto bajo esa lupa con la que se recomienda leer la letra pequeña de las ayudas procedentes desde Bruselas.
Los edificios –sobre todo los antiguos, que son mayoría- son una fuente inagotable y peligrosa de contaminación en España. Por eso, tan importante como apostar por la descarbonización del parque automovilístico lo es hacerlo por la descarbonización de los edificios e invertir en su rehabilitación energética, lo que a su vez generaría un importante efecto tractor sobre otros sectores clave para la recuperación de la economía española.
Porque si el Viejo Continente necesita unas reformas, el envejecido parque español de viviendas requiere otras. Y todas en último extremo con un mismo objetivo: hacer sostenible nuestro modelo de sociedad tanto en la organización productiva como de habitabilidad. Y así lo hemos visto millones de españoles que nos hemos tenido que encerrar en nuestras casas, el espacio último de salvaguarda de nuestra salud en esta epidemia, y hemos detectado que merece la pena tener viviendas más saludables, confortables ante el ruido y que minasen el consumo energético.
Sebastián Molinero es secretario general de la patronal de materiales de construcción Andimac.