España despide el estado de alarma pero la economía sigue en situación de alerta
Llevará años volver al nivel previo a los 100 días de confinamiento. El consumo y el turismo seguirán débiles y hay riesgo de rebrote del virus
España abandonó ayer el estado de alarma decretado el 14 de marzo tras 100 días sumida en las inéditas medidas de confinamiento y restricción de la actividad impulsadas para tratar de contener la pandemia del coronavirus Covid-19. Una suerte de letargo económico y social del que el país despierta en condiciones muy diferentes a las que entró. Tras unas semanas de descompresión, en el marco del plan de desescalada de esta excepcionalidad, los ciudadanos pasan ahora a vivir en la llamada “nueva normalidad”, que regirá hasta que haya cura para el virus, libres ya de restricciones de movilidad y sujetos solo a las prevenciones que impulse cada autonomía. Sin embargo, tras arrancar el año con un crecimiento que perdía velocidad y sufrir en estos meses la caída más vertical de su historia, la economía española proseguirá ahora inmersa en su propio estado de alarma particular, uno que costará años desescalar.
“Ahora tenemos la certeza de que poner a hibernar la economía cuesta muy poco, se puede hacer por decreto, es como bajar un interruptor. Pero lo que no puedes hacer por decreto es recuperar la economía. Sacarla del coma inducido es más complicado”, ilustra Rafael Doménech, responsable de análisis económico de BBVA Research y uno de los 100 expertos fichados por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para diseñar la ruta de salida de la crisis.
El economista recuerda que solo dos semanas de confinamiento bastaron para provocar una caída de la actividad del 35% y un descenso del PIB del 5,2% en el primer trimestre del año, al que previsiblemente habrá seguido “una caída del 20%” en el segundo trimestre, y eso teniendo en cuenta que el plan de desescalada ha permitido “iniciar ya la recuperación”. En estas últimas semanas, subraya, los datos de pago con tarjeta que maneja su entidad arrojan que la caída del consumo del 70% sufrida durante el estado de alarma se ha rebajado al 5%, si bien asume que parte de esta mejora se puede deber a la demanda embalsada del confinamiento a la que seguirá una mayor contención de gasto.
Ahora, el fin del estado de alarma y la reapertura de las fronteras con la UE, “se van a notar al permitir la movilidad y facilitar la llegada de turistas. A pocos que vengan va a tener un efecto diferencial, muchos trabajadores saldrán de ERTE y se recuperará la afiliación. La cuestión es hasta qué punto llegará ese rebote de la actividad”, plantea María Jesús Fernández, economista senior de Funcas. Dentro de la incertidumbre imperante, agrega, “lo que tenemos bastante claro es que a lo largo de este año, y previsiblemente del próximo, no se van a recuperar los niveles previos a la crisis”.
Recuperación desigual
Así, la media de las previsiones del Gobierno, el Banco de España, la OCDE y el FMI apunta a que el PIB retrocederá en torno a un 10% este año para recuperar solo un 6% en 2021; el paro saltará del 13,8% al 20%, y seguirá cerca del 19% en un año; el déficit pasará del 2,8% al 11%, manteniéndose en el 7% al arrancar 2022; y la deuda pública pasará del 95% a estabilizarse en el entorno del 118%. “Lo que veo más peligroso en el largo plazo es el riesgo de una nueva crisis de deuda a partir de 2022”, expone Fernández, quien aduce que el mal estado de las cuentas públicas ya nos ha “restado margen de maniobra” para abordar esta emergencia y, de no abordarse la reconducción del déficit estructural, dejará al país indefenso si hay otra crisis.
“La recuperación, al igual que la caída, será desigual”, exponen en BBVA Research, donde preocupan sectores dependientes de cadenas mundiales, como la automoción, o el turismo, que asumen que no se repondrá hasta, al menos, 2022, mientras el gremio hotelero habla ya de 2023.
Del calado de la reactivación, coinciden los expertos, dependerá que los casi cuatro millones de afectados que han esquivado la destrucción de su empleo gracias a los ERTE acaben reincorporándose a su trabajo o agraven el impacto laboral. Doménech considera que los ERTE han sido ya un éxito al permitir romper con la tradicional regla de un punto menos de empleo por cada punto de PIB, evitando que la caída del 25% de la economía en el primer semestre se replique en el empleo, que solo cede un 5%.
Finalmente, los economistas señalan que el mayor riesgo para la economía es el de un rebrote del virus tal que exija volver al confinamiento. Un temor que, en vista de los repuntes en Alemania o China, ni siquiera tiene por qué esperar a materializarse en otoño, alertan.