Una inesperada oportunidad para el sindicato
Desde hace ya años, las crónicas de las manifestaciones convocadas para celebrar el Primero de Mayo, la fiesta del trabajo, destacan la escasa afluencia de trabajadores reivindicando sus derechos. No porque no haya derechos que reivindicar sino porque el sindicalismo ha ido perdiendo progresivamente su poder de movilización. Esta pérdida se vio también reflejada en su número de afiliados y delegados, sobre todo tras la crisis de 2008, cuando sufrieron la baja de decenas de miles de cotizantes y representantes.
Aunque esta pérdida de pulso sindical había empezado a recuperarse, el peso de los sindicatos no termina de despegar. Pero ahora la enorme crisis sanitaria y económica generada por la pandemia del Covid-19 se presenta como una oportunidad inesperada.
Así, en el sindicato Comisiones Obreras (CC OO), que es el que cuenta con más delegados del país, se han dado de baja en el primer trimestre menos afiliados que en los primeros tres meses del año pasado. Esto es lo que asegura su secretario general, Unai Sordo, que detalla también que en las últimas ocho semanas han recibido más de 300.000 consultas por vía telemática.
Por su parte, el secretario general de UGT, Pepe Álvarez, vislumbra también esta ventana de oportunidad “porque los trabajadores han visto la utilidad del sindicato en esta pandemia”. Además, señala que en las empresas y sectores “donde están más presentes los sindicatos hay más gente que trabaja con equipos de protección individual (EPI); todo este trabajo nos está acercando a la gente”, indica el máximo dirigente ugetista.
Sordo destaca, además, dos variables que en el plano sociológico pueden reforzar y hacer resurgir el papel del sindicalismo: la incertidumbre sobre la situación y el futuro y la vulnerabilidad del empleo ante una situación inesperada como esta grave pandemia. “La utilidad del sindicato se ha planteado a millones de trabajadores de forma muy rápida”, explica el líder de CC OO. Este dirigente sindical considera que “se va a producir un cambio de paradigma a la hora de dónde acude un trabajador para estar informado sobre prevención y sobre seguridad laboral y contractual”. Esperan así deshacerse de la losa de las críticas hacia el sindicalismo de clase que llevan años soportando.
No obstante, admiten que esto no llegará solo, sino que “habrá que hacer una batida enorme dentro del sindicato, tenemos que hacer nuestra propia desescalada”, con vistas a recuperar peso, afiliación y prestigio.
Igualmente, Álvarez, opina que, en su caso, hay que “desplazar la organización en las redes” con más intensidad aún que antes de la crisis, cuando ya habían empezado a cambiar los patrones del sindicalismo y a introducirse de lleno, por ejemplo, en la defensa de los trabajadores de plataformas digitales.
Papel de las patronales
Pero no solo las centrales sindicales están en condiciones de recoger alguna enseñanza en positivo de esta crisis. En el lado de las organizaciones patronales, el presidente de Cepyme, Gerardo Cuerva, también reconoce que la situación ha servido para que las empresas, en particular las pymes, “vean que las patronales estamos jugando un papel importante, tanto como interlocutores con el Gobierno, para demandar soluciones, y también como prestadores de servicios, ya que saben que tienen un agente al que pueden recurrir durante 24 horas al día, siete días a la semana”, destaca.