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En colaboración conLa Ley
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Medidas para que los pequeños y medianos bufetes sobrevivan a la crisis del coronavirus

Los expertos ven posible bajar costes para abaratar precios, pero advierten que los despidos podrían descapitalizar a las firmas

Los bufetes pequeños y medianos están sufriendo de una manera particular los efectos de la crisis económica derivada del coronavirus. El parón judicial, que dura ya más de un mes, ha reducido drásticamente la entrada de nuevos asuntos y los clientes que siguen en cartera empiezan a tener serios problemas para hacer frente a los pagos. Las facturas se acumulan, día tras día, y algunos ya se plantean tomar medidas drásticas con el objetivo de garantizar su supervivencia.

En opinión de José Luis Pérez Benítez, socio de la consultora BlackSwan, el principal problema que tienen los pequeños y medianos bufetes en este momento es “su tamaño ineficiente”. Por lo general, no disponen de la liquidez de las grandes firmas para aguantar el chaparrón, ni tampoco tienen la agilidad de los despachos unipersonales para cambiar de estrategia en pocos días. “La única salida posible es reducir costes fijos”, explica.

Bajada de precios

Pérez recomienda empezar por los gastos más superfluos, es decir, por todos aquellos que no estén relacionados con la prestación de los servicios jurídicos: suscripciones, publicidad, etc. El objetivo es ganar un cierto margen de maniobra que permita aumentar la competitividad del bufete de manera inmediata por la vía de abaratar los precios.

La fórmula, no obstante, no convence a todos los expertos en gestión de despachos. Sobre todo, teniendo en cuenta que entraña riesgos económicos y que podría ser percibida por los clientes como un signo de debilidad. Aun así, el socio de BlackSwan cree que merece la pena intentarlo. “Bajar los precios es siempre una oportunidad de negocio. Ayuda a captar nuevos clientes y a consolidar los que ya tenemos. Si se enfoca adecuadamente, no tiene por qué afectar negativamente a la imagen de la firma”, reflexiona.

Ajustes laborales

Con los juzgados bajo mínimos y con las oficinas cerradas, la opción de solicitar un ERTE o un ERE puede tomar fuerza. Los bufetes, además, y a diferencia de otras empresas, pueden extinguir contratos mercantiles de colaboradores a pesar del estado de alarma. Pero ¿es buena idea?

El abogado y formador Óscar León subraya que las personas son el principal activo de un despacho. Por ello, aconseja actuar con mucha cautela y tener presente que los despidos pueden suponer un coste de oportunidad. En ese sentido, apuesta por medidas “menos traumáticas”, como la reducción temporal de jornada.

Cambio de sede

Entre las medidas de austeridad que están encima de la mesa destaca la bajada de los alquileres. Pérez Benítez asegura que los bufetes con sedes arrendadas van a disfrutar en los próximos meses de una situación favorable, dado que “los caseros están más abiertos a negociar una rebaja de la renta”. Si no fuera posible llegar a un acuerdo, “tienen la alternativa de trasladarse a oficinas más pequeñas e incluso coworkings a un precio más que razonable”.

Óscar León, por su parte, entiende que la localización de un bufete normalmente es el resultado “de una decisión adecuada”. Por ello, estima que la mejor opción será normalmente permanecer en el mismo lugar, “salvo que más del 50% de la plantilla trabaje en remoto de manera habitual”.

Transformación digital

Las medidas de confinamiento aprobadas por el Ejecutivo han llevado a numerosas firmas a apostar definitivamente por el teletrabajo, a pesar de que es un sistema muy poco arraigado en el sector. Tras años de presentismo, muchos abogados están aprendiendo a comunicarse de otra manera y a cuestionarse las rutinas que han seguido hasta ahora.

María Texeido, experta en legaltech, afirma que este es el primer paso hacia un nuevo modelo de negocio basado en las nuevas tecnologías. “Es el momento de invertir en soluciones que ayuden a automatizar procesos, como los testamentos simples o los contratos online, y centrarse en labores que requieren soluciones creativas y netamente humanas. Hay que perderle el miedo a la automatización porque permitirá ahorrar recursos y espacio”.

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