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Tribuna
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Covid-19: el valor crítico de la electricidad

La irrupción de la pandemia ha puesto más evidencia la total dependencia que la sociedad tiene de su sistema eléctrico y de la tecnología digital

Efe

Vivimos una situación no solo sin precedentes sino también inimaginable en nuestro globalizado mundo actual. Es una crisis sanitaria cuya peor consecuencia es la pérdida y el ingreso en estado de máxima gravedad de tantos compatriotas que ocupan, junto con sus familias, nuestro pensamiento cada momento del día.

La pandemia del Covid-19 ha convulsionado nuestra vida personal, laboral y colectiva sometiéndonos a un confinamiento en estado de alarma y a una contracción de la economía de consecuencias duras y de costosa reconstrucción. Pero también evidencia importantes fortalezas de este país y sus gentes: la extraordinaria entrega de nuestros sanitarios; la abnegación de nuestros cuerpos y fuerzas de seguridad y fuerzas armadas y el trabajo imprescindible de tantos profesionales de todos los sectores que permiten que la vida real siga dentro de esta irrealidad en la que nos encontramos sumidos. Ahora, más si cabe, la garantía de los servicios públicos esenciales se hace más imprescindible que nunca.

Estos días, todo lo que antes nos parecía obvio, por cotidiano, cobra una trascendencia infinita. Calentar la leche para desayunar, cargar nuestro teléfono móvil y revisar nuestro correo electrónico y mensajes, trabajar desde casa o ver una película a última hora del día… Todos esos momentos, y muchas actividades más, son posibles porque en España contamos con un sistema eléctrico y unas infraestructuras de telecomunicaciones como en pocos países del mundo. Todo ese despliegue, con frecuencia invisible para la mayoría, está haciendo que, en esta época de confinamiento, se haga un poco más presente para todos. La irrupción de la pandemia ha puesto más evidencia la absoluta dependencia que la sociedad tiene de su sistema eléctrico y la tecnología digital.

Hoy, más que nunca, hay dos vectores que siguen moviendo nuestro mundo obligatoriamente detenido: la electricidad y las telecomunicaciones. No podemos imaginar nuestro quehacer cotidiano sin contar con estos servicios imprescindibles que se configuran como un servicio público para nuestro país, especialmente en estos momentos.

Si cada día del año, en una sociedad electrodependiente, la operación y transporte del sistema eléctrico español es crítica, más lo es en una situación como la que estamos viviendo, para garantizar que el suministro eléctrico llegue a todos los rincones de nuestro país, en todo momento.

El Covid-19 ha superado cualquier predicción posible. Ninguno de nosotros esperaba esta tragedia humana y social. Pero situaciones de emergencia ponen a prueba la resiliencia y la solidez de las infraestructuras estratégicas, lo que posibilita articular de inmediato las medidas necesarias para afrontar cualquier contingencia. Así, se ha habilitado un tercer centro de control eléctrico -que se une a los dos que ya operan habitualmente- para reforzar la redundancia de los recursos destinados a la operación del sistema. Cada uno de estos centros –auténticos cerebros del sistema– dispone de total autonomía, puede hacerse cargo por sí solo de la operación de todo el sistema y, además, funciona con un equipo propio e independiente.

Y se sigue trabajando. Como vigías del suministro, se analiza la demanda de energía eléctrica en España y estos días aún con mayor atención. El país se ha ralentizado y eso ha tenido un impacto significativo en el consumo de electricidad. Desde que se decretó el estado de alarma, se ha observado una reducción de la demanda nacional de electricidad y una modificación de los patrones del comportamiento de la curva de la demanda. Después de una inicial caída más acusada del 7,5% en la primera semana de confinamiento, con respecto al mismo periodo equivalente del año anterior, y una cierta estabilización en la segunda semana en torno al 10%, una vez aprobado el reforzamiento de las medidas de restricción de la movilidad, en los últimos días, desde el 31 de marzo, se ha registrado un descenso del 18,9%, comparándolo siempre con el mismo periodo del ejercicio precedente. Además, hemos detectado cómo la forma típica de la curva en esta época del año –con puntas de consumo por la tarde – está variando significativamente. Ahora, observamos un mayor consumo en las primeras horas que se intensifica pasado el mediodía. La mayor actividad en los hogares se nota.

Y así lo están aprendiendo los algoritmos utilizados. Cada día que pasa, la inteligencia artificial que hay detrás de la operación del sistema que, entre otras cosas, ayuda a predecir el comportamiento del sistema en el futuro más inmediato, asimila e integra que hay un nuevo factor, llamado Covid-19, que debe ser tenido en cuenta. 

Mientras la demanda de electricidad baja, la de las redes de telecomunicaciones se dispara. Los datos no dejan lugar a dudas: desde que entró en vigor el confinamiento, el 15 de marzo, el tráfico por internet ha crecido un 80% y las llamadas de voz se han duplicado.

En ambos casos, el sistema está demostrando su capacidad de adaptación para garantizar que el equilibrio se mantenga.  Porque hoy nuestros hogares, nuestros centros sanitarios y todos los servicios básicos y esenciales en nuestra sociedad, han de tener la certeza de que la electricidad llegará de forma instantánea siempre que la necesiten y que las redes y satélites, que nos mantienen conectados, seguirán funcionando a pleno rendimiento.

Beatriz Corredor es Presidenta del Grupo Red Eléctrica (REE)

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