Las fusiones serán víctimas duraderas del mundo posvirus
El pensamiento antioperaciones transfronterizas de EE UU y China arraigará en el mundo
Incluso antes de que el Covid-19 enviara al mundo a un callejón sin salida financiero, los organismos de control de las fusiones estaban intensificando su escrutinio de las operaciones transfronterizas. China y Estados Unidos eran dos países que ya habían decidido que el bienestar económico es una forma de seguridad nacional. Con los países con previsiones de desempleo que podrían llegar al 30%, es de esperar que este tipo de pensamiento se arraigue a nivel mundial, con consecuencias nefastas para las fusiones transfronterizas.
La seguridad nacional es un motivo común para bloquear los acuerdos, incluso en países laxos como el Reino Unido. Pero las definiciones se han vuelto más vagas. El ex primer ministro francés Dominique de Villepin dijo, respecto a una oferta de PepsiCo por Danone en 2005, que la compañía del yogur era una “joya de la corona”.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, bloqueó un acuerdo entre los fabricantes de chips Broadcom y Qualcomm en 2018 por temor a que el país perdiera su ventaja competitiva en 5G. El mes pasado, el Comité de Inversiones Extranjeras en Estados Unidos recibió el poder de vetar las inversiones no controladas.
El virus ha aumentado aún más las defensas. Políticos de Alemania y España dicen que es posible que protejan a sus empresas nacionales de adquisiciones foráneas. La semana pasada, Reuters informó de que la administración estadounidense estaba considerando cómo adquirir CureVac, el fabricante alemán de una potencial vacuna contra el coronavirus, para vender el fármaco exclusivamente en Estados Unidos. Eso juega con el temor de que las adquisiciones extranjeras son caballos de Troya para promover las prioridades nacionales del comprador a expensas de las del vendedor.
La relación de las empresas con los Gobiernos también están cambiando. La administración Trump ha hablado de invocar la Ley de Producción de Defensa, que le da poderes para adquirir kits de pruebas de coronavirus y otros productos sanitarios que escasean, lo que sugiere que los políticos se centran en que los líderes empresariales pongan su granito de arena para ayudar. Trump puede intimidar a General Motors y a Ford en la guerra contra el coronavirus. ¿Sería tan fácil si sus compañías matrices estuvieran en Japón o en China?
Finalmente está el fantasma del oportunismo. China está terminando su cuarentena en abril, por ejemplo, al haber comenzado antes que Europa o Estados Unidos. Las empresas de las regiones que se recuperen antes se encontrarán con una ventaja de valoración frente a las de los lugares que se recuperen más tarde, lo que creará una ansiedad política por las adquisiciones a niveles irrazonablemente bajos.
Las operaciones transfronterizas dependen de la confianza y la apertura. El coronavirus hará un daño duradero a ambos.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías
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