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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Del “haremos que sea necesario” al “no hay límites a nuestro compromiso”

Lagarde ha entendido que mientras Europa siga siendo un proyecto no del todo cerrado, es su responsabilidad sostenerlo

CINCO DÍAS

Día 26 de julio de 2012, Mario Draghi, desde Londres: “El BCE está dispuesto a hacer lo que sea necesario para preservar el euro; y créanme que será suficiente”. Madrugada de ayer, Christine Lagarde, a través de Twiter: “Los tiempos extraordinarios requieren una acción extraordinaria. No hay límites a nuestro compromiso con el euro”. Entonces y ahora, cuando se hace de noche en la Unión Europea, el BCE permanece como único escudo contra los ataques de los mercados financieros, que siguen haciendo apuestas arriesgadas contra el euro aprovechando que los políticos de la Unión no terminan de cerrar la arquitectura fiscal, bancaria e institucional de la Europa que quieren. La gran recesión de 2008 pilló a Europa a medio construir, y hoy, con las diferencias de criterio tradicionales entre el núcleo y la periférica, solo se han dado unos cuantos pasos más, pero en absoluto los definitivos. La prueba es el fraccionamiento que los mercados han comenzado a hacer de los miembros de la eurozona con sus títulos de deuda cuando se ha certificado que vuelve otra gran recesión y que solo a través de nuevo endeudamiento podrá hacérsele frente.

En las primeras sesiones de esta semana el mercado de deuda ha empezado a estresar las rentabilidades de los bonos periféricos (España, Portugal, Italia y Grecia) y ha colocado las primas de riesgo en niveles desconocidos hace años. El BCE, que en sus comparecencias de la semana pasada mostró bastante pasividad, pese a elevar el programa de compras de bonos y garantizar liquidez a la banca, se ha visto obligado a actuar casi con nocturnidad y gracias a la presión de las capitales, especialmente de París. Así nació ese compromiso de un nuevo paquete de compras de deuda por 750.000 millones, adicional al ya existente, que ha calmado, de momento, las pantallas de los bonos, aunque no se puede considerar tampoco definitivo. La prima de España ha caído al entorno de cien puntos básicos.

Lo que está claro es que el BCE se ha puesto las pilas; que Lagarde ha entendido que depende de ella; que tiene que hacer abstracción de las presiones alemanas y holandesas; que mientras Europa siga siendo un proyecto no del todo cerrado, es su responsabilidad sostenerlo. “No hay límites a nuestro compromiso con el euro”. Si en 2012 la sola verbalización del propósito amansó a las fieras especulativas, ahora seguramente hará falta descargar los 750.000 millones, y volver a llenar el cargador lo que sea necesario, porque el endeudamiento soberano va a subir sin excusas. Por último es hora también de gestar una intervención fiscal coordinada, incluso financiada con coronabonos, para reforzar el arsenal de artillería que necesitará Europa frente a una gravísima crisis de la que no hay precedentes.

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