La UE digital no debe parecerse a EE UU o a China en lo malo, pero sí en lo bueno
El plan de Bruselas se centra más en identificar problemas que en ofrecer soluciones y abrir oportunidades empresariales
La Comisión Europea presentó ayer la estrategia digital con la que Europa pretende hacer frente al dominio ejercido en este ámbito por las multinacionales estadounidenses y chinas y reducir la fuerte dependencia tecnológica respecto a ambos países. Pese a que el objetivo es acertadamente ambicioso, el plan anunciado por la presidenta de la CE, Ursula von der Leyen, presenta algunos defectos característicos de los procesos regulatorios comunitarios, como el centrarse más en identificar problemas que en dar respuestas u ofrecer oportunidades. Un ejemplo de ello es la propuesta de Bruselas de impulsar, como parte del plan, una consulta pública durante los próximos meses sobre cómo desarrollar de forma segura la inteligencia artificial e identificar las excepciones que deben aceptarse en el uso de tecnologías invasivas de la intimidad. Como explicó con palabras extraordinariamente reveladoras Von der Leyen, Europa aspira a desarrollar un modelo de economía digital sustancialmente diferente al estadounidense o al chino. “Me comprometo a que Europa no se parezca a EEUU o China en este desarrollo tecnológico, sino que mantenga su esencia de apertura, sostenibilidad y democracia”.
No cabe duda de que la seguridad y el respeto a los derechos individuales deben constituir presupuestos básicos en el desarrollo de la tecnología digital. Europa ha sido pionera hasta el momento en el diseño de una legislación especialmente garantista, que ha servido de modelo para el desarrollo de otras regulaciones digitales en países extracomunitarios. Sin negar de ninguna forma la necesidad de respetar estrictamente esos límites, Bruselas yerra al querer apartarse completamente de modelos como el estadounidense o el chino, dado que ambos presentan características que haría bien en estudiar. Es el caso del fomento de la innovación, de las facilidades de financiación para nuevos proyectos, de las oportunidades que ofrecen los mercados sin barreras o de generar un ecosistema favorable a la creación de grandes compañías tecnológicas.
El plan que Bruselas presentó ayer, que incluye entre sus aciertos la determinación de atraer más de 20.000 millones de euros al año para invertir en inteligencia artificial, presenta también una preocupante falta de soluciones a serios problemas. Para estar en condiciones de competir con EE UU y China, la UE debe romper su techo de cristal, lo que implica avanzar hacia un mercado verdaderamente único en ámbitos como el de las telecomunicaciones, fomentar la I+D+i, facilitar la financiación y favorecer la creación de grandes compañías. En otras palabras: debe parecerse a sus rivales en lo bueno y diferenciarse únicamente en lo malo.