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Regulación

Los supervisados piden que sus tasas se destinen a más medios para la CNMV

El regulador no tiene capacidad de fichajes al margen del empleo público; ganó 21 millones en 2018 que se asignan al Tesoro como un impuesto

El presidente de la CNMV, Sebastián Albella.
El presidente de la CNMV, Sebastián Albella.Europa Press

La CNMV es un organismo independiente del Ejecutivo. Es lo que se exige al vigilante de la integridad de los mercados españoles. Pero su autonomía financiera y de gestión de personal es mínima. Y los supervisados y los inversores están de acuerdo en que necesita más medios. El organismo, a diferencia del Banco de España, cobra tasas por sus servicios y gana dinero año tras año. Pero ese dinero se va a parar al Tesoro sin que revierta en ninguna mejora de la institución.

Sebastián Albella, que está al mando de la institución desde noviembre de 2016, propuesto por Luis de Guindos y cuyo mandato concluye en principio ese mismo mes del presente año, ha emprendido una cruzada para lograr la independencia en la gestión de personal de la que sí goza el organismo que gobierna Pablo Hernández de Cos. El presidente de la CNMV ha llegado a invocar un precepto incluido en la Ley del Mercado de Valores en 2015 y que se ha desactivado reiteradamente por las leyes de los Presupuestos Generales. Entonces, se acordó que pudieran cubrir las bajas de manera inmediata, al igual que el Banco de España o el FROB, sin tener que esperar a la oferta anual.

Lo consiguió la expresidenta del supervisor, Elvira Rodríguez, al introducir este párrafo en la ley: “La CNMV decidirá acerca de la oportunidad de la convocatoria de procesos de selección de personal destinados a cubrir las vacantes de la plantilla aprobada en el presupuesto de explotación y capital de la entidad, quedando dichos procesos exceptuados de la oferta de empleo público”. Pues bien, los Presupuestos Generales del Estado han ido bloqueando en la práctica esa posibilidad de manera reiterada.

El comité consultivo del supervisor, en el que están representados los fondos de inversión (Inverco), los emisores de valores, los inversores (Adicae) y también las empresas de servicios de inversión (Fogain), entre otros actores clave del mercado, ha decidido tomar cartas en el asunto y lo han escrito negro sobre blanco.

En un comentario sobre la guía técnica sobre los procedimientos de autorización de nuevas entidades, los supervisados lanzan un aviso a navegantes. “Esta realidad [...] obliga a reflexionar sobre si los medios de los que dispone la CNMV son suficientes para atender ágilmente a esta importante labor [la de dar luz verde a las entidades]”. A continuación, se pregunta si cuenta con los recursos humanos en cantidad suficiente y remuneración adecuada y los medios técnicos para destacar después “las consabidas restricciones legales a la contratación de personal y a su adecuada remuneración que arrastra este organismo”. Así, menciona que los 21 millones que obtuvo de beneficios se destinen a invertir en la propia CNMV, en lugar de ir a las cuentas del Estado.

“Parece lógico que desde los sectores supervisados se reclame un equilibrio entre la reducción del importe de las tasas soportadas y la utilización de las mismas para dotar de más medios a la CNMV, en lugar de revertir el excedente al Tesoro Público, como si de un impuesto se tratase”, sentencian los supervisados en el documento.

Crecimiento a base de empleo público

Cierto es que la plantilla de la CNMV ha ido creciendo en los últimos años. Su número de trabajadores ha pasado de los 402 de cierre de 2015 a unos 460 en la actualidad. Pero este aumento de la fuerza laboral se ha hecho a costa de las ofertas de empleo público autorizadas por los Presupuestos Generales. A cierre de 2018 eran 446 personas, mientras que el otro gran supervisor financiero, el Banco de España, contaba en la misma fecha con 3.022 empleados en nómina. El organismo que dirige Pablo Hernández de Cos realiza ofertas periódicas de empleo. Oliver Wyman ha recordado que uno de los defectos de la CNMV en comparación con el resto de supervisores europeos es su falta de independencia en la gestión de personal.

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