El impacto económico de la cultura en España
Un sector que emplea a más de 700.000 personas y representa el 3% del PIB
La industria cultural emplea a alrededor de 704.300 personas, un 3,5% del total de trabajadores, según los datos del tercer trimestre del año de la Encuesta de Población Activa (EPA). En 2017 (últimos datos publicados), el sector representaba cerca del 2,4% del PIB, lo que se traduce en 27.728 millones de euros, según los datos del Ministerio de Cultura y Deporte. Sin embargo, la directora de la división de estadísticas y estudios de la administración, María Ángeles Pérez, aseguró, durante el encuentro para profesionales del mundo de la cultura Pública20, que este porcentaje supera ya el 3%. “Si queremos que se nos escuche, tenemos que poner en valor todos estos datos”, reivindicó la responsable en el Círculo de Bellas Artes.
Más allá de su impacto directo, la cultura también influye en otras industrias. Es el caso de un sector tan relevante para la economía española como es el turismo. El patrimonio es un factor determinante para entre el 15% y el 20% de los movimientos turísticos, tal y como explicó Pérez durante su intervención. Por otra parte, haya sido o no este el principal motivo para realizar un viaje, según CulturaBase, el 37,2% de los turistas internacionales que visitó España en 2018 llevó a cabo actividades relacionadas con esta industria. Unos datos que, para el presidente de la Fundación Teatro Joven, David Peralto, ilustra la necesidad de establecer sinergias entre los diferentes actores económicos. El experto animó a eliminar los prejuicios que se tienden a tener sobre las empresas desde el ámbito cultural.
En esta línea, Peralto opinó que los artistas deben inspirarse en las corporaciones e importar sus estrategias para continuar su desarrollo. Según los datos del Ministerio de Cultura, el 64,7% de las empresas culturales no cuentan con trabajadores asalariados y el 28,7% tiene menos de cinco empleados. “Hay mucha gente con ganas de llevar muchos proyectos a cabo, pero la mayoría son autónomos y pequeñas empresas. Espero que crezcan y, al menos, lleguen a convertirse en medianas”, apoyó Adriana Moscoso, directora general de industrias culturales y cooperación del Ministerio de Cultura, quien aprovechó la ocasión para puntualizar que la consolidación de un sector con tanto potencial también otorgaría un impulso para la economía general.
Moscoso animó a las instituciones bancarias a apostar por un sector al que se refirió como “estratégico”. Una idea que también compartió la jefa de desarrollo de negocio de la entidad financiera sin ánimo de lucro Crea SGR, Mónica Carretero, quien llamó a desmitificar que la cultura sea una inversión de riesgo. “Nuestra institución tiene una tasa de morosidad mucho más baja que la de la banca europea”, apuntó la portavoz de una organización a través de la que ya se han prestado más de 400 millones de euros para la producción artística. Por su parte, la directora general para educación y cultura del programa Europa Creativa de la Comisión Europea, Bárbara Gessier, aseguró que por cada euro invertido en cultura se obtiene una rentabilidad de ocho.
La producción final no es más que la punta del iceberg de la aportación que realizan las industrias culturales a la economía, pues esta generación de valor tiene lugar en todas sus fases. “La cultura es más completa que las demás industrias, aunque también más compleja. Es una cadena en la que hay que innovar desde el principio hasta el final”, reconoció Carretero. Por ese motivo, no es suficiente con que sea un negocio ventajoso para el artista, sino que debe serlo para todos los implicados en el proceso. “Tienen que tenerse en cuenta y, por supuesto, ser rentables, todos los eslabones. Si creas un libro, este tiene que editarse, que imprimirse, que venderse,...”, recordó Pérez.
Ante un futuro incierto, la cultura se postula como una herramienta para enfrentarse a los principales desafíos del mercado laboral. “La automatización va a sustituir muchos puestos de trabajo, pero todo lo relacionado con la creatividad es algo mucho más difícil de reemplazar, así que va a ser un motor de creación de empleo”, apuntó Moscoso. Sin embargo, los puestos de trabajo no son la única razón que hace de esta industria un sector estratégico. “La cultura no solo es economía desde el punto de vista de la creación de empleo, sino que también ofrece otras externalidades positivas como la cohesión social o la europeización. Si solo tenemos en cuenta el porcentaje del PIB, todo esto se nos escapa”, puntualizó Rocío Castrillo, de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT). La mitigación de la desigualdad sería otro de estos impactos. “En una época en la que hay muy pocos ascensores sociales, la cultura lo es”, concluyó Peralto.