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El BCE defiende las compras de deuda ante la amenaza de la banca en la sombra

Afirma que son clave para garantizar la liquidez del sistema financiero

Sede del Banco Central Europeo (BCE), en Fráncfort, Alemania.
Sede del Banco Central Europeo (BCE), en Fráncfort, Alemania.EFE
Nuria Salobral

La política monetaria vigila estrechamente lo que sucede en el sistema bancario y también fuera de él. La conocida como banca en la sombra, bajo la que han proliferado vías de financiación alternativas y poderosas y ajenas a la banca tradicional, está ganando peso con fuerza, elevando el riesgo de iliquidez de los activos financieros. Se trata de fondos de inversión, hedge fund y entidades de capital riesgo que están contribuyendo, en un entorno de tipos cero, a la toma de posiciones en inversiones más ilíquidas –en busca de rentabilidad– y también de más riesgo. Y dado que no son bancos, no tienen acceso a las reservas de liquidez de los bancos centrales.

El riesgo latente que entraña la banca en la sombra ya se puso de manifiesto con el estallido de la Gran Depresión en 2008, cuando fue necesario activar mecanismos extraordinarios de liquidez para evitar el colapso total del sistema financiero. Y el Banco Central Europeo recuerda ahora que, cuando la banca en la sombra adquiere un tamaño relevante, es necesario recurrir a todos los instrumentos disponibles para garantizar la liquidez, incluidas las compras de deuda a largo plazo.

En un informe publicado ayer, el BCE concluye que, ante tensiones de liquidez en el sistema financiero, “la política más efectivar implica, primero, usar la ventana de descuento y las inyecciones de liquidez hasta el nivel en que los bancos estén plenamente satisfechos. Si el sector de banca en la sombra en grande, esto puede no ser suficiente para rebajar la presión sobre los precios de los activos. En ese caso, el banco central puede comprar activos de largo plazo para estabilizar los precios y lograr un efecto general de equilibrio”.

Así, el BCE recuerda que los bancos centrales disponen de tres fórmulas para contener la espiral negativa de alza de precios que provoca la escasez de liquidez. Primero, elevando el suministro de reservas de los bancos con inyecciones de liquidez. Segundo, suministrando líneas de liquidez de emergencia, como último recurso ante un shock. Y tercero, a través de las compras de activos a largo plazo, como es el caso de las compras de deuda.

La banca en la sombra, a diferencia de la banca tradicional, no puede elevar sus niveles de reservas gracias al banco central ni tampoco acceder a sus líneas de liquidez de último recurso. “Incluso cuando las compras de activos a gran escala son costosas, pueden ser beneficiosas para la economía cuando el funcionamiento del mercado monetario está dañado y el sector de banca en la sombra es grande”, añade el BCE.

La institución reanudó en noviembre la compra de deuda por 20.000 millones de euros al mes, y su vicepresidente Luis de Guindos ha advertido en los últimos meses de posibles tensiones de liquidez en los fondos de inversión. En Estados Unidos, la Reserva Federal ha retomado la ampliación de su balance con nuevas compras de deuda ante las tensiones observadas en el mercado monetario.

Un negocio en auge y activos por 42 billones de euros

La actividad de la banca en la sombra tiene unos contornos imprecisos, ajena como es a la intermediación bancaria, pero un auge innegable. Su volumen de activos, en manos de fondos de capital riesgo y otras entidades que conceden financiación, alcanzaba los 42 billones de euros a cierre de 2018 y sus préstamos representan ya el 28% de los créditos bancarios, el doble que en 2008. Las empresas obtienen ahora más del 50% de su financiación de la emisión de bonos, frente al 10% previo a la crisis, según datos divulgados por el BCE.

Sobre la firma

Nuria Salobral
Es jefa de la sección de Inversión en el fin de semana y redactora especializada en temas financieros y política monetaria. Trabaja en Cinco Días desde 2006, donde ha cubierto la quiebra de Lehman Brothers, el rescate a la banca española o las decisiones del BCE. Nacida en Madrid, es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense.

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