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Los tipos negativos provocan que “muchas empresas zombis” sigan en el mercado

Un informe de Funcas concluye que el BCE debe poner fin de forma ordenada a esta política, que ha hecho caer los márgenes de intermediación de los bancos un 18%

Christine Lagarde, presidenta del BCE
Christine Lagarde, presidenta del BCEREUTERS

Cada vez son más las voces que reclaman un cambio en la política de tipos de interés del Banco Central Europeo (BCE). Los principales banqueros españoles ya han reiterado en varias ocasiones sus críticas a la política monetaria del BCE, como también lo han hecho sus homólogos europeos. La queja proviene ahora de Funcas, institución que acaba de elaborar un exhaustivo estudio que remitirá al BCE y al Banco de España.

La conclusión es tajante. El BCE debería poner fin de forma ordenada a la política de tipos negativos porque genera numerosas distorsiones en la economía y en el sector financiero, aunque en su origen contribuyó a sanear a los bancos y a salvar la economía de la zona euro.

El estudio ha sido presentado por el director general de Funcas, Carlos Ocaña, que cree que el debate sobre la efectividad de las políticas monetarias no convencionales tanto en Europa como en Estados Unidos está abierto y las críticas sobre estas políticas han aumentado.

En el informe se argumenta cómo en la práctica “se ha demostrado que los tipos de interés negativos pueden producir distorsiones y el funcionamiento deficiente de muchas de las actividades desarrolladas en banca y en los mercados financieros lo que, por extensión, afecta al conjunto de la economía”.

Los autores del estudio, Santiago Carbó, Pedro Cuadros y Francisco Rodríguez, consideran que seguir con los tipos de interés en negativo puede llegar incluso a ahondar más en la desaceleración económica. La caída de los beneficios de la banca, o de sus cotizaciones, como el mantenimiento de “muchas empresas zombis que debían desaparecer” perjudican a la economía, señalan estos expertos, quienes mantienen que seguir con firmas que solo viven de las refinanciaciones a tipos cero, no hace más que empeorar el tejido económico europeo.

Uno de los objetivos por los que el BCE optó por impulsar los tipos de interés primero al 0% en 2014, y más tarde a tipos negativos, fue el crecimiento del crédito. Pero, pese al abaratamiento de su precio, el crédito sigue sin despegar tras más de 10 años desde el inicio de su caída, y tras haber finalizado la crisis financiera. Y por lo que estos expertos vaticinan, no se espera que aumente a corto plazo, ni tras la nueva orientación de política monetaria fijada en septiembre por el entonces presidente del BCE, Mario Draghi, -que dejó muy abierto el horizonte temporal con tipos negativos-.

Los expertos de Funcas mantienen, de hecho, que la última estrategia de Draghi de dejar los tipos en negativo durante largo tiempo, tiene “unos efectos perversos” en términos de expectativas.

En el sector financiero, el margen de intermediación ha caído un 18,4% en las zonas con tipos negativos, por encima de lo que lo ha hecho en otras con intereses positivos. Además, los ingresos por intereses de los bancos con tipos negativos cayeron un 43,8% y los gastos por intereses un 30,3%, lo que indica un mecanismo de transmisión imperfecto, ya que se trasladan en mayor medida a los ingresos (de forma negativa) que a los gastos (en los que el impacto es positivo), lo que se traduce en una reducción de los márgenes de intermediación.

El estudio de Funcas analiza una muestra de 3.155 bancos de 36 países europeos entre 2011 y 2018 y compara qué ha ocurrido con las entidades que operan en países o áreas monetarias con tipos negativos con otras que trabajan en entornos de tipos positivos.

El informe destaca que el impacto en los márgenes de intermediación en la banca es mayor entre aquellas entidades con más activos líquidos, liquidez y reservas así como en aquellos bancos con mayor base de depósitos de clientes. La política de tipos negativos no afecta solo a la banca, sino que se refleja en el conjunto de la economía si se prolonga demasiado.

El estudio considera urgente hacer un seguimiento del impacto en toda la economía y cómo puede afectar a la estabilidad financiera.

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