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Shiraz, la ciudad de los poetas y las flores

Situada al suroeste de Irán, es célebre desde hace más de 2.000 años

La Mezquita Rosa, una obra arquitectónica muy visitada.
La Mezquita Rosa, una obra arquitectónica muy visitada.Fotos: Marce Redondo

Una ciudad que dedica espacios emblemáticos a sus poetas bien merece una visita. Cuentan los iraníes con orgullo que en cualquier casa del país es fácil encontrar, al menos, dos libros: uno es el Corán; el otro, las obras de Hafez, el poeta místico sufí nacido en Shiraz, cuyos versos siguen emocionando a los descendientes de los antiguos persas más de seis siglos después de su muerte. Metrópoli célebre desde hace más de 2.000 años por su cultura, sus jardines, su vino y sus trovadores, Shiraz, situada en un altiplano al suroeste de Irán, en las estribaciones de la cordillera de los Zagros, a casi 1.500 metros de altitud, es un auténtico regalo para el viajero.

Rodeada de sitios arqueológicos de incalculable valor (Persépolis, la milenaria capital ceremonial del Imperio persa aqueménida, o Pasargadas, origen del imperio y donde se encuentra el mausoleo de Ciro el Grande), Shiraz esconde joyas arquitectónicas como Nasir al-Mulk, conocida como la Mezquita Rosa por las tonalidades que la luz exterior proyecta en su interior a través de sus espléndidas vidrieras.

Esconde joyas arquitectónicas como la bella Mezquita Rosa

Un lugar de culto con una atmósfera cálida y acogedora que, sin embargo, es también un centro de reu­nión y encuentro, como otras muchas mezquitas en Irán. El templo cobra vida al amanecer, cuando la luz y los colores se funden inundando el interior a modo de mágico caleidoscopio; es el mejor momento para visitar esta bella mezquita construida en la segunda mitad del siglo XIX.

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No lejos de allí se encuentra el mausoleo y mezquita ­Shah-e-Cheragh, uno de los recintos más venerados de la ciudad, que hipnotiza tanto a fieles como a turistas. El exterior impacta por su belleza arquitectónica; en el interior, los millones de trozos de vidrio que recubren completamente sus paredes la convierten en una de las más asombrosas del planeta.

Exterior de una mezquita en el centro de Shiraz.
Exterior de una mezquita en el centro de Shiraz.

Otro tesoro de Shiraz, la mezquita Vakil, con sus 48 columnas, 14 escaleras de mármol y espléndidos techos, deja con la boca abierta a quienes la contemplan. Justo al lado, el bazar Vakil es un lugar con mucha vida pero tranquilo, perfecto para disfrutar de un excelente zumo de frutas naturales o del encanto de los puestos de marquetería, tapices y especias. Sus estrechas callejuelas con tejados abovedados aseguran que el interior del bazar se mantenga fresco en verano y en invierno no se note el frío. En el centro hay un antiguo caravanserai de mercaderes.

Metrópoli poética

Shiraz es conocida como la ciudad de la poesía y en ella se encuentran las tumbas de dos de los poetas más apreciados del país, Hafez y Saadi. Ambos mausoleos, pero sobre todo el de Hafez, están entre los monumentos más visitados. La tumba de Hafez es un espacio ajardinado donde el verdor, el agua y las flores son los grandes protagonistas. Asombra a los visitantes foráneos ver a los iraníes acercarse hasta el sepulcro para recitar los versos más famosos de un poeta del siglo XIV. Este peregrinaje es una muestra de la importancia que tiene la poesía en el país y el orgullo de los iraníes por su cultura.

La ciudadela de Shiraz o Arg-e Karim Khan, fortaleza que constituye una de las imágenes más representativas de la urbe, es otro punto interesante, con sus cuatro torres circulares de 14 metros de altura, una de ellas inclinada, y sus muros de ladrillo formando figuras ornamentales. En el interior encontramos magníficos jardines que muestran el refinamiento y el gusto de los persas por el colorido, las flores y el murmullo del agua recorriendo las acequias.

Fortaleza Arg-e Karim Khan, una de las imágenes más representativas de la urbe.
Fortaleza Arg-e Karim Khan, una de las imágenes más representativas de la urbe.

Otra de las señas de identidad de Shiraz son los jardines. Entre los muchos que se pueden visitar, los más importantes son el Narenjestan Qavam, un espacio repleto de naranjos y presidido por la Casa Qavam, con arroyos, fuentes y estanques que hacen que el Narenjestan sea un precioso remanso de paz en medio de la metrópoli; el jardín de Afif-Abad, diseñado en el siglo XIX, cubre una extensión de 13 hectáreas verdes también en el centro de Shiraz, y sobre todo, el jardín botánico de Eram, un conjunto originario del siglo XI declarado Patrimonio de la Humanidad.

La puerta del Corán, la única de la ciudad antigua que ha sobrevivido, es hoy un lugar de encuentro, un punto estratégico para observar cómo respira la capital y comprobar que a los iraníes les encanta charlar y disfrutar del aire libre. Se sitúa a la entrada norte de la urbe, en un desfiladero natural.

Vuelta al pasado

Un viaje a Shiraz no está completo sin visitar Persépolis, a unos 70 kilómetros, la capital ceremonial del Imperio aqueménida, y Naqsh-e Rostam, las tumbas colosales de los reyes persas que datan del primer milenio antes de Cristo, talladas en la fachada de una cadena montañosa considerada sagrada.

Shiraz ocupa el punto más septentrional del eje Teherán-Isfahán-Shiraz. De la capital la separan poco más de 900 kilómetros, unas 10 horas en coche, algo más en autobús. Dada la distancia, muchos eligen el avión. Los vuelos internos no son caros en Irán y el trayecto se reduce a una hora y media.

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