Los gestores piden estímulos fiscales y asumen un poco más de riesgo
Los niveles de liquidez en Europa caen por debajo de la media de la última década, según la encuesta de Bank of America
La guerra comercial sigue siendo la principal inquietud para los gestores de fondos, pero no tanto. Según revela la encuesta que elabora Bank of America entre estos profesionales, el ánimo ha mejorado ligeramente en el mes de septiembre, con una caída en las posiciones de liquidez de los fondos y con la confianza puesta en que los estímulos fiscales que reclaman los bancos centrales serán el próximo catalizador de los mercados.
El indicador que elabora Bank of America sobre apetito por el riesgo ha pasado en septiembre a una posición de neutral desde el de sobreventa, mientras que el nivel de liquidez de los inversores de la Unión Europea ha descendido al 3,5%, por debajo de la media de la última década. A nivel global, la liquidez ha retrocedido al 4,7% desde el reciente máximo del 5,7% de junio y casi al filo de la media del 4,6% de los últimos diez años.
"Los inversores han mostrado en septiembre solo una modesta mejora en el apetito por el riesgo. El estímulo fiscal impulsaría el optimismo del inversor", explica Michael Hartnett, jefe de estrategias de inversión.
Según señala Bank of America, los gestores citan el estímulo fiscal en Alemania, hasta el momento reacia a elevar su gasto público, el recorte de tipos de la Fed en 50 puntos básicos y el gasto en infraestructuras de China como los tres factores capaces de incrementar el apetito por el riesgo, y con ello las subidas bursátiles, durante los próximos seis meses.
Uno de cada cinco inversores encuestados espera una subida de los tipos de interés a corto en el próximo año, un cambio drástico frente a septiembre del pasado año, cuando solo lo esperaba uno de cada diez. Y cuando se les consulta sobre la reciente inversión de la curva de tipos de EE UU en los plazos de 2 y 10 años, el 64% de los encuestados descarta que suponga la llegada de la recesión en el próximo año.
La apuesta por la deuda estadounidense a largo plazo sigue siendo mayoritaria, con el 38%, por delante de los valores tecnológicos y de crecimiento de EE UU, con el 30% y el oro, con el 12%. La cautela se impone y las posiciones se concentran en los activos con mejor comportamiento, sin que se aprecie una rotación de posiciones hacia activos más atractivos por valoración.