Los turistas chinos devuelven la visita a Marco Polo, y no es casualidad
Un acuerdo de inversión entre Roma y Pekín facilita los viajes al país europeo
Marco Polo trajo la idea del papel moneda a Venecia cuando regresó de China a finales del siglo XIII. Ahora, son los turistas chinos los que traen dinero a toda Italia. El número de visitantes del Reino Medio aumentó un 31,1% entre mayo y agosto en comparación con el año anterior, según la información de los analistas de datos de viajes ForwardKeys.
Fue el crecimiento más rápido de turistas chinos de todos los países de fuera de Asia (Japón es el principal destino para los turistas chinos, con un crecimiento del 26,8% y cerca del 20% del mercado). Esa repentina popularidad tiene menos que ver con una erupción de interés en la pintura renacentista y más con la política.
En marzo, Italia firmó un memorando de entendimiento sobre inversiones en infraestructura con China. Esto lo convirtió en la primera economía desarrollada del G7 ( Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido) que se unió a la iniciativa china Belt and Road. Se supone que este proyecto de Xi Jinping, presidente de China, es una versión del siglo XXI de la Ruta de la Seda que recorrió Marco Polo.
Junto con acuerdos sobre energía y agricultura, los dos países declararon 2020 como un año de cultura y turismo chino-italiano. Más vuelos directos de China a Italia y una aprobación más rápida de los visados italianos aumentan el atractivo.
El Gobierno de Roma, atado en lo económico, podría aprovechar esa ayuda. El turismo ya representa el 13% del PIB de Italia, y los autocares de los turistas chinos aumentarán el botín. También hay muchos más chinos que pueden venir. Según los datos de ForwardKeys –que se basan en 17 millones de reservas de vuelos diarias–, Italia tiene actualmente solo una cuota del 1,9% del mercado de viajes salientes chino. Se espera que los visitantes extranjeros chinos gasten 315.000 millones de dólares en 2020, pronostica el consultor McKinsey. Eso equivale a 160 millones de viajes al extranjero a un coste promedio de poco menos de 2.000 dólares por viaje.
Los placeres de viajar no son meramente privados. Más bien, los turistas son una herramienta en la búsqueda del poder blando por parte del Gobierno chino. El Partido Comunista apoya a sus nuevos amigos y castiga lo que considera un comportamiento desleal.
Las visitas se reducen hacia los hostiles, como los Estados Unidos de Donald Trump (que tiene el 7,5% del mercado, y ha perdido un 1% respecto al año anterior), y se espera que las restricciones afecten las cifras de la problemática Taiwán (desde el día 1, Pekín ha dejado de emitir permisos de viaje individuales para la isla a personas de 47 ciudades de la China continental). También es probable que Hong Kong, infectada por las protestas, sufra las consecuencias.
Por supuesto, los italianos pueden llegar a resentirse del turismo chino de masas, incluso aunque los visitantes llegan con las carteras abultadas. Hay una manera fácil de detener el flujo: hacer algo que irrite al Gobierno chino.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías