Hasta 135.000 euros por pasar un rato en la cima del Everest
A las tarifas de escalada que aplica Nepal hay que sumar los gastos de las agencias
Si los casi 400 montañeros que han conquistado el Everest en la primera tanda de 2019 no han escatimado en gastos al planificar su viaje, el Estado de Nepal y las empresas que organizan la odisea hasta el techo del mundo se habrán embolsado en torno a 50 millones de euros. Hacer cumbre en la montaña más alta del planeta, además de haberse convertido en una atracción turística más, tiene un precio que a grandes rasgos oscila entre los 35.000 y los 135.000 euros por persona.
Las fotos que corrieron como la pólvora la semana pasada, en las que decenas de alpinistas hacían cola para coronar la cima, además de evidenciar que la masificación ha llegado hasta uno de los puntos más inhóspitos del planeta, muestran el negocio que hay en torno al Everest, al que solo pueden optar los bolsillos más privilegiados.
Conseguir los permisos de escalada que emite el Estado de Nepal, que sirven como control previo, es la principal barrera para los montañeros. El precio por persona se mueve entre los 2.500 y los 10.000 euros, en función de la temporada elegida para escalar. Abril y mayo, la primera tanda del año, y que acaba de terminar, junto con octubre, noviembre y parte de diciembre son las épocas más caras, según los datos disponibles en el Departamento de Turismo de Nepal. En estos meses, el monte cuenta con siete horas de luz diaria, casi ninguna precipitación y una temperatura nocturna que no baja de los 7 grados bajo cero. Al otro lado están los meses de diciembre y enero, los más baratos debido a los -15 grados nocturnos y al excesivo viento; y los meses de verano, con tarifas similares debido a las escasas cuatro horas de sol por jornada. En febrero y marzo, cuando las bajas temperaturas se vuelven insostenibles y la nieve apremia, el Parque Natural permanece cerrado.
Otro de los permisos que exige el Gobierno son las tasas de basuras, que en el caso del Everest rozan los 4.000 euros por persona, independientemente de la temporada. También es indispensable la figura del director de ruta y enlace –por la que hay que pagar en torno a 2.000 euros–, una especie de guía que representa al Departamento de Turismo y que se cerciora de que la expedición está formada por el número exacto de personas y que el grupo sigue la ruta acordada para llegar al campamento base.
Hasta aquí, los precios oficiales marcados por el país y perfectamente delimitados en el protocolo y normas dictados por Turismo. A esto hay que sumarle los vuelos, las pernoctaciones antes de acceder al campamento base, las comidas y el equipamiento necesario para sobrevivir entre las rocas y la nieve, unos gastos que, según las estimaciones del departamento nepalí, pueden llegar a los 10.000 euros.
Una vez conseguidos los permisos, el turista debe hacerse con los servicios de alguna de las decenas de agencias nepalíes que trabajan desde Katmandú (la capital) y Lukla (la ciudad más cercana al Everest), y que ofertan un sinfín de productos en función de las preferencias de cada viajero. Es aquí donde comienzan las grandes diferencias.
Las más baratas, por una cifra cercana a los 15.000 euros por persona, cubren únicamente los servicios mínimos de sherpa (uno por cada cuatro montañeros), la comida y bebida en el campamento base y las bombonas de oxígeno necesarias para la expedición. Para los más acaudalados, otras agencias ofertan paquetes mucho más amplios, en los que el precio incluye el pago de las tarifas marcadas por Nepal.
Ducha y wifi en la montaña
Alpine Ascents International, por cerca de 65.000 euros, ofrece comida, acceso a un médico en el campo base, transporte en Nepal, todo el equipo necesario, sherpas y porteadores, wifi y la “posibilidad de organizar expediciones privadas, además de un entrenamiento previo al ascenso”, cuenta su director de programas, Gordon Janow.
Otra de las agencias más demandadas es Seven Summit Treks, que por algo más de 120.000 euros por cabeza ofrece estancia en un hotel de cinco estrellas de Katmandú, comida ilimitada en el campamento base, calefacción, carpas y tiendas especiales, duchas de agua caliente, electricidad, un fotógrafo personal durante todo el recorrido, oxígeno y un servicio privado de helicóptero para llegar antes a los campamentos.
La más cara de las agencias consultadas es RMI Expeditions, con un paquete de 135.000 euros por escalador. Casey Grom, uno de sus guías, lo achaca, entre otras razones, “a que únicamente trabajamos con equipos pequeños, de menos de 10 personas. Eso facilita la gestión y la organización, además de permitir una atención personalizada”. A esto se le añade el disfrute de habitaciones privadas en el campo base, con duchas y baños, calefacción, energía solar, internet de alta velocidad, la posibilidad de alcanzar el campamento en helicóptero y una proporción de un sherpa por alpinista. Ninguna de las agencias lo oferta, pero tanto las empresas como Turismo aconsejan a los alpinistas hacerse con un seguro a todo riesgo antes de embarcarse en el periplo.
El Estado de Nepal, consciente del interés que despierta, aplica la mayor de sus tarifas en la montaña más alta del mundo. El resto de picos del país del Himalaya tienen unas tasas diferentes. Subir al Lhotse o al Annapurna, dos de los ochomiles más altos tras el Everest, solo implica pagar 1.500 euros en la mejor temporada. Para el resto de montañas, los aranceles van cayendo a medida que disminuye la altura, hasta un mínimo de 200 euros por las cumbres que no llegan a los 6.500 metros.