Lisboa, entre viñedos y bodegas
La denominación de origen lisboeta vive a la sombra del Douro a pesar de elaborar 600 millones de litros al año y de que sus bodegas se reparten en 12.000 kilómetros de viña
La fama la tiene el Douro, pero a unos 40 kilómetros de Lisboa se encuentra una de las zonas vinícolas más ricas de Portugal. Se trata de Torres Vedras y Alenquer, dos ciudades que el año pasado compartieron el título de Ciudad Europea del Vino, testigo que recoge este año Sannio, en la provincia italiana del Benevento. Esta distinción supuso un reconocimiento al territorio y al trabajo de las bodegas cooperativas, de las quintas (fincas históricas), bodegas productoras y de miles de agricultores, encargados de producir uvas y un vino apreciado, cuyo origen se remonta a una cultura vinícola ancestral heredada de los romanos.
El territorio cubre unas 12.000 hectáreas de viña, repartidas en los dos municipios, que producen más de 600 millones de litros al año, que se comercializan bajo la denominación de origen de Lisboa. Una tierra también conocida por otras gestas, como el origen de la derrota de Napoleón, mediante un fuerte que corona la ciudad de Torres Vedras, conocida también por sus carnavales, y que hoy se puede visitar para comprender los sistemas de defensa aplicados en la Guerra de la Independencia. Desde este frente, un horizonte de viñas, muchas de ellas dedicadas a la agricultura ecológica, dentro de una denominación de origen que busca reconocimiento y su sitio en el mapa vinícola portugués, a pesar de que la mayoría de su producción se dedica a la exportación. Cuenta con variedades de uvas autóctonas blancas, como arinto, fernão pires o vital; y castas tintas, como touriga nacional, touriga franca, trincadeira y castelao, entre otras.
Tanto Torres Vedras como Alenquer, esta última con un Museo del Vino inaugurado en 2006 en un edificio del siglo XIX, apuestan ahora por abrir sus puertas, enseñar sus viñas, a apenas una decena de kilómetros del océano Atlántico, dar a catar sus vinos, y mostrar lo que llevan haciendo desde hace décadas. Varios ejemplos: en Alenquer, Quinta da Chocapalha, gestionada por la familia Tavares da Silva, que elaboran vinos comerciales en una bodega de diseño que se confunde con el paisaje, o Quinta do Pinto, que produce vinos con fermentación en cubas de hormigón. En Torres Vedras, Quinta da Boa Esperança, bodega de nuevo cuño, que comenzó a elaborar vino en 2014, con el objetivo de apostar por la calidad en vez de la cantidad, que era la filosofía que habían seguido los anteriores propietarios de la viña. Esta bodega se unió a un par de bodegas familiares de la zona para crear el sello Lisbon family. En Vale da Capucha la apuesta son los vinos naturales y ecológicos, utilizando técnicas de producción respetuosas con el medio ambiente.