José Luis Aguirre: “He podido dedicarme al arte por nacer en una familia acomodada”
Su nombre artístico es Jaelius, y es el responsable de la exposición Flecha
Estudió Derecho, pero después de varias incursiones empresariales, decidió marcharse a vivir a Nueva York. Eran los años de la movida madrileña cuando José Luis Aguirre (Madrid, 1956), hermano de la expresidenta de la comunidad de Madrid Esperanza Aguirre, decidió dejar la productora de cine publicitario Producciones Artísticas Conamor para trasladarse a vivir a Nueva York y estudiar Bellas Artes. Muchos amigos le habían aconsejado que se dedicara al arte.
Su nombre artístico es Jaelius, y empezó a tener su público cuando realizó un cartel para una exposición. Estando en Estados Unidos, recibió una llamada de los propietarios del centro comercial Arturo Soria Plaza, en Madrid, quienes le propusieron en 1990 montar una exposición de arte, coincidiendo y como complemento de Arco, para mitigar la apatía comercial que siempre acompaña al mes de febrero. Así nació Flecha, una muestra que comenzó con 16 artistas y que ahora exhibe, hasta el 10 de marzo, el trabajo de 55 creadores, de los cuales la mitad se renueva cada año.
Cree que la clave del éxito de este evento no es otra que el hecho de estar organizado por y para artistas. “Puede parecer que un centro comercial no es el sitio más adecuado para mostrar y vender arte, pero cada día pasan por ahí 20.000 personas, y si seguimos estando allí es porque se vende bien todo lo que llevamos, y es la sociedad civil la que mantiene esto, ya que no recibimos ningún tipo de ayuda pública”, señala Aguirre, que habla sentado en una amplia mesa de madera que preside casi todo el espacio de su despacho, una diminuta galería que ocupa Flecha en el madrileño barrio de Salamanca, un callejón del que afirma que sale poco y donde ahora se siente arropado por las obras del artista peruano Hernán Pazos.
El único criterio que se sigue a la hora de seleccionar a los artistas es que estos sean profesionales; “es una valoración artística y lo que buscamos es que haya variedad, que haya blanco y negro, acuarela, escultura, madera y hierro”, asegura Aguirre, quien dice que más de la mitad de las obras expuestas se venden. “Tenemos coleccionistas de arte, pero lo que no tenemos son compradores que lo ven como una inversión, lo compran para ellos”, añade este artista, que ve este negocio como algo alejado de su valor económico y más próximo a su esencia artística. El precio medio que se maneja en Flecha es de 700 euros, a pesar de que en el cartel hay nombres tan importantes como el de Ouka Lele o el mismísimo Antonio López, aunque la pieza más cara, que se vende por 60.000 euros, es una escultura de Jesús Curiá.
El modelo se va a replicar próximamente, de la mano de los actuales propietarios del Arturo Soria Plaza, Merlin Properties, en otros espacios comerciales, en Porto Pi (Mallorca) y en Getxo (Vizcaya), y también se plantean implantarlo en Barcelona. “Tiene un gran potencial, porque en todos estos años han pasado por Flecha más de 10 millones de personas, la mayoría gente que no ha ido nunca a una exposición y que, sin buscarlo, se han encontrado con una muestra de arte contemporáneo”, comenta Aguirre, y reconoce ser un privilegiado. “He podido dedicarme al arte por haber nacido en una familia acomodada y eso facilita las cosas, pero no es fácil vivir del arte.