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El veganismo puede ser una moda alimentaria más duradera que otras

McDonald’s ha añadido una ‘happy meal’ vegetariana a su menú, KKR ha comprado la margarina de Unilever y esta, The Vegetarian Butcher

Activista de la organización animalista PETA, ante la Pirámide del Museo del Louvre (París, Francia), el pasado día 7.
Activista de la organización animalista PETA, ante la Pirámide del Museo del Louvre (París, Francia), el pasado día 7.REUTERS

La última tendencia en dietas puede ser más duradera que las modas anteriores. La preocupación por el cambio climático y el bienestar de los animales –así como por una alimentación saludable– está impulsando a los consumidores a adoptar el veganismo. Al igual que la tendencia baja en carbohidratos de principios de la década de 2000, las empresas están luchando por mantenerse al día con los cambios en los gustos de los consumidores. Pero el cambio a evitar los productos de origen animal parece más que algo pasajero.

Al igual que otras modas alimentarias, el veganismo ha pasado de las opciones culinarias de una minoría devota a la corriente principal. Impulsadas por el apoyo de estrellas de cine como Joaquin Phoenix y Ellen DeGeneres, las grandes empresas han respondido. En los últimos meses, McDonald’s ha añadido una happy meal vegetariana a su menú, mientras que Unilever ha adquirido la compañía de alimentos sin carne The Vegetarian Butcher. Mientras, el gigante del capital privado KKR apeló a las credenciales vegetales de la margarina cuando se hizo con el negocio correspondiente del gigante anglo-holandés de la alimentación por 6.800 millones de euros el año pasado.

Los consumidores están receptivos. La panadera británica Gregg’s, cuyos sándwiches y pasteles se pueden encontrar en la mayoría de las calles principales, desató una tormenta en las redes sociales cuando comenzó a vender rollos de salchichas veganos en enero. La compañía dijo el martes que la publicidad en torno al sustituto de la carne ha ayudado a atraer más clientes, y ha impulsado las ventas en superficie comparable en casi un 10% en las primeras siete semanas del año.

Los inversores ya han visto cambios tan repentinos otras veces. A principios de la década de 2000, los consumidores adoptaron la dieta Atkins, que promovía la pérdida de peso evitando los carbohidratos en favor de proteínas como, irónicamente, la carne y los huevos. Rob Lowe y Jennifer Aniston apoyaron ese estilo de vida. Las cerveceras se esforzaron por desarrollar cervezas bajas en carbohidratos. La estadounidense SlimFast culpó a la dieta de comerse las ventas de sus batidos. Pero la locura se desvaneció gradualmente.

El veganismo parece tener capacidad de aguante, en cambio. La dieta consiste más en llevar un estilo de vida ético, es decir, evitar los animales y las técnicas agrícolas que generan gases de efecto invernadero y consumen agua en exceso, que en perder peso. Los datos demográficos también apuntan a un crecimiento continuado. Las dietas veganas, vegetarianas o flexitarianas, que implican reducir el consumo de carne, son más populares entre los residentes jóvenes y relativamente acomodados de las ciudades que entre los mayores y menos acomodados. Alrededor del 60% de los estudiantes de Reino Unido exigían comida vegetariana y vegana en sus universidades en 2017, según una encuesta de la empresa de restauración y otros servicios Sodexo.

Y aunque Gran Bretaña y Alemania lideran el cambio, los grandes países amantes de la carne se están poniendo al día. Según Nielsen, el 39% de los estadounidenses están probando más alternativas a la carne. En Francia, el hogar del foie gras, las ventas de productos veganos y vegetarianos crecieron un 24% el año pasado, hasta los 380 millones de euros, y se espera que crezcan un 17% más cada año hasta 2021, según la empresa de investigación Xerfi.

Sin embargo, los inversores normales pueden tener dificultades para sacar provecho de esta tendencia. Aunque los supermercados de Reino Unido dedican más espacio en las estanterías a los productos veganos, la contribución a las ventas totales es mínima. Compañías como Tofutti Brands, que vende queso crema sin leche, y Hain Celestial Group, conocido por su leche de almendras, no están centradas del todo en lo vegano.

Mientras, millones de personas de los países menos desarrollados, para quienes la carne solía ser un placer escaso, siguen ansiosas por consumir más leche, huevos, pollo y carne de vacuno a medida que se hacen más ricas. Por tanto, el consumo mundial de productos de origen animal parece que va a seguir creciendo.

Aún así, las compañías exclusivamente veganas pueden beneficiarse. Beyond Meat, un proveedor estadounidense de hamburguesas y salchichas hechas de plantas, está planeando una OPV. El negocio, que atrajo al fundador de Microsoft, Bill Gates, como uno de sus primeros inversores, informó en noviembre que las ventas aumentaron un 167% en los primeros nueve meses de 2018 en comparación con el año anterior, hasta los 56,4 millones de dólares. La finlandesa Golden & Green Foods ha lanzado Pulled Oats, una alternativa a la carne de cerdo o pollo desmenuzada hecha de avena y alubias. Se espera que el mercado de estas proteínas vegetales alcance los 16.300 millones de dólares en 2026, según Persistence Market Research.

El lanzamiento de estos productos no es nada fácil. Gregg’s tardó 18 meses en desarrollar su rollo de salchicha vegetariano. Quorn, que hace el sustituto de la carne que se usa en el susodicho rollo, dice que a menudo hacen falta alrededor de cinco años para producir productos veganos que sean apetecibles para los consumidores. Pero las empresas deberían poder acceder a nuevas fuentes de financiación, ya que los productos veganos atraen a los inversores que buscan inversiones sostenibles.

Siempre existe el riesgo de que los gustos de los consumidores vuelvan a orientarse hacia la carne y los productos lácteos. Pero los veganos pueden decir que están ayudando a salvar el mundo con cada hamburguesa de alubias. Esa no es una afirmación que puedan hacer las dietas de moda anteriores.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

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