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La UE corre el riesgo de elegir la lucha errónea contra los gigantes extranjeros

En lugar de restringir la pluralidad del mercado, podría poner coto a la entrada de grupos respaldados por Estados

Banderas de la UE ante la cancillería alemana, en Berlín.
Banderas de la UE ante la cancillería alemana, en Berlín.REUTERS

A la UE se le puede perdonar un poco de envidia. Es el hogar de solo ocho de las 50 empresas más grandes del mundo, en comparación con las 12 de Asia y las 30 de América. Sin embargo, tratar de igualar a los gigantes extranjeros es una batalla perdida. Es mejor reforzar sus defensas.

Los políticos franceses y alemanes están furiosos por el veto de las autoridades de competencia de la UE a una fusión ferroviaria prevista entre Alstom y Siemens, que esperaban que evitara a un rival chino fabricante de trenes. París y Berlín quieren ahora tener voz y voto sobre las decisiones antimonopolio. Por su parte, el ministro alemán de Economía, Peter Altmaier, ha planteado la idea de subvenciones para ayudar a las empresas europeas a competir “a la altura de los ojos”. Le preocupa que los grupos chinos respaldados por el Estado estén erosionando la ventaja en fabricación de alta tecnología de Alemania, mientras que los gigantes de internet estadounidenses dominan la nueva tecnología.

Los temores son legítimos, pero la respuesta es errónea. Las deficiencias de tamaño de Europa se deben principalmente a la fragmentación de las normativas, las lenguas y los gustos de los consumidores. Aunque los rompemonopolio son un chivo expiatorio conveniente, solo han bloqueado 7 de las aproximadamente 3.000 operaciones de la última década. Cuando las fusiones plantean problemas de monopolio, es un error pedir a los consumidores nacionales que paguen más para ayudar a las empresas a competir en el extranjero.

Tampoco es probable que un cara a cara con los gigantes extranjeros termine bien. La política industrial de China está siendo aplicada por un partido con poder casi absoluto; la de Europa debe ser negociada por muchos países. Los paladines de China disfrutan de generosas subvenciones y poca presión para mejorar los resultados a corto plazo; sus equivalentes europeos se enfrentan a la presión trimestral de los inversores. Es poco lo que la UE podría hacer para enfrentarse a la presión china para dominar, por ejemplo, los equipos de 5G o la producción de baterías. Los políticos que lo intenten se arriesgan a elegir la tecnología equivocada y a malgastar la inversión.

Pero hay muchas más cosas que Europa puede hacer. La UE ha acordado provisionalmente normas para impedir que los gigantes extranjeros compren empresas europeas de importancia estratégica. Unas restricciones más estrictas en las compras públicas podrían impedir que los grupos respaldados por Estados presenten ofertas a la baja para los contratos. Juntos, Europa y América podrían dificultar que los paladines chinos operen en el extranjero a menos que Pekín se abra.

Mientras, la UE debería reforzar, no debilitar, su aplicación de la normativa antimonopolio. Exigir a gigantes tecnológicos de EE UU como Google que aflojen su control sobre los datos de los usuarios ayudaría a nivelar el campo de juego, lo que daría a las nuevas empresas locales una mejor oportunidad de competir. Es comprensible que los políticos europeos estén preocupados por la competencia desleal, pero corren el riesgo de elegir la lucha equivocada.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

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